El jefe de Gabinete, Agustín Rossi, se enredó este miércoles en la telaraña del Frente de Todos y tuvo un fallido que habrá hecho saltar del sillón presidencial a Alberto Fernández si en ese momento estaba escuchando Radio Continental. "Sergio (Massa) tomó el gobierno... tomó el Ministerio de Economía en un momento muy difícil...", dijo. Diría el Bambino Pons: ¡Para qué te traje!
El tropezón rebobina la historia reciente de la coalición peronista a las horas aciagas de fines de julio del año pasado, cuando, sumido en una de sus tantas peores crisis por la salida tumultuosa de Martín Guzmán del Palacio de Hacienda y el paso fugaz de Silvina Batakis por ese edificio, el Presidente debió ceder a la presión de la sociedad Massa-CFK y le abrió la puerta del gabinete al entonces jefe de la Cámara de Diputados.
El poder que concentró el tercer socio del FdT con la creación del Superministerio de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca, sumado a su peso político específico, produjo una lectura inevitable: acorralado, solo en la soledad de su poder delegado, el jefe de Estado casi que había capitulado hacia adentro.
https://twitter.com/RossiAgustinOk/status/1627273162906824705
Mucho más acá en la secuencia vertiginosa del Frente de Todos, la salida de Juan Manzur de la Jefatura de Gabinete -el tucumano volvió al Jardín de la República para darle al bombo de la campaña- obligó al Presidente a orejear el mazo -flaco- de cartas que le ofrecía su albertismo nonato para cubrir ese puesto. Se inclinó por Rossi por su cintura política -hay que ser Nicolino Locche para sobrevivir en la arena de la interna oficialista-, por sus puentes con todos los sectores del peronismo y por su gimnasia mediática. Ese capital lo convertía en el vocero ideal de la campaña por la reelección del Frente de Todos, pero, también, de un presidente acechado por el Operativo Proscripción que despliega el kirchnerismo, que consiste en "romper la proscripción" de Cristina Fernández de Kirchner y, en la misma jugada, establecer la proscipción interna del mandatario.
Rossi se ha encomendado 24/7 a esa tarea. Radio, televisión, gráfica, medios amigos, medios hegemónicos... el rosarino no le ha hecho asco a nada en sus primeras jornadas con despacho en el primer piso de la Casa Rosada, que han sido febriles. Durante el fin de semana de carnaval, sin ir más lejos, se lo vio contorsionarse para defender "el derecho político y el derecho constitucional" del Presidente de aspirar a un segundo mandato sin llegar a militar la reelección como hizo Santiago Cafiero, el fan de Alberto, que elevó al jefe de Estado a la categoría de "mejor candidato" del peronismo. Tampoco tanto.
El fallido de Rossi no es grave, por supuesto. Son gajes del oficio de vocero full time. Con todo, no deja de ser un síntoma de la enfermedad que afecta a una coalición descompuesta.