GOBIERNO

Estilo Patricia Bullrich

Hiperactiva, se mueve con determinación en el gobierno. Independiente de Macri, quiere darle volumen político a Milei. Sueña con refundar el Pacto de Acasusso.

Además del lugar de trabajo institucional de Patricia Bullrich, el despacho ubicado en la Avenida General Gelly y Obes al 2200, donde funciona el Ministerio de Seguridad, es también el principal nido de los halcones amarillos. Desde ahí, la ministra monitorea en persona el mapa caliente de los hechos delictivos e imparte órdenes a los principales integrantes de su gabinete, a muchos de los cuales llama por teléfono a toda hora del día, mientras se obsesiona con una idea a futuro: refrendar el Pacto de Acasusso con el objetivo de darle el volumen político y de gestión que todavía le falta a la Casa Rosada.

Fiel a su estilo, entre intransigente en público y propensa al diálogo político a ambos lados de la grieta en privado, la titular de Seguridad de Javier Milei cumple su rol de jefa de la mano dura en un gobierno de ajuste, otra vez, un revival de hace tan sólo cinco años atrás cuando ocupó el mismo cargo en la administración de Mauricio Macri. Se siente más cómoda ahora con esa función porque entiende que sus propuestas para su Ministerio maridan mejor bajo este contexto social, pero también porque entabló una relación de confianza con el jefe de Estado, pese a algunas tensiones insoslayables con algunos de los otros integrantes del gabinete.

Quienes la frecuentan suelen destacar este perfil heterogéneo que cultivó en sus más de treinta años en la función pública, junto con su hiperactividad actual: inicia el día muy temprano - una de las fuentes interrumpió el diálogo con este medio por un llamado inesperado de Bullrich cerca de las 8 de la mañana - y lo termina bien entrada la noche. Cada una de las personas que trabajan a su lado saben que deben estar disponibles 24/7, sean aquellos que integran sus equipos técnicos, como quienes se mueven en el barro habitual de la rosca, y que deben ser los primeros en defender las políticas del gobierno que integran.

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"Hay que salir a bancar al Gobierno". Con esta frase, que repitió de distintas formas en algunas de sus reuniones privadas de los últimas días, Bullrich le hizo saber a su tropa que debían manifestarse en las redes sociales y en los medios de comunicación a favor de la denominada ley ómnibus y el DNU, sobre todo a instancias de la falta énfasis de varios de los integrantes puros de La Libertad Avanza, desde el diputado Oscar Zago hasta la ministra Sandra Pettovello.

Los funcionarios e integrantes de la Cámara de Diputados que le responden cumplen con este pedido de la todavía presidenta del PRO de manera marcial. Es que si bien este pedido, como otros, suele hacerlo de manera amable, y con tono calmo, se trata de una orden inapelable que la diferencia de los otros ministros que optan por el silencio explícito o el diálogo con el peronismo, los sindicatos y las organizaciones sociales. En definitiva, otra vez la división interna entre halcones y palomas, esta vez dentro del gobierno libertario.

Bullrich no es una persona de grandes amigos ni de tener círculos amplios de relaciones públicas, por lo que muchas veces se recuesta directamente en su equipo de trabajo, en quienes confía y delega funciones sin mezquindades.

Vicente Ventura Barreiro, pese a provenir del ritondismo, se convirtió no sólo en su virtual viceministro sino en su mano derecha a la hora de poner en marcha operativos sensibles como el Protocolo Antipiquetes. Algo similar sucedió con Sebastián García de Luca, de origen justicialista y formado bajo la conducción de Emilio Monzó, pasó a ser su principal operador político. Junto con Damián Arabia, quizá el principal exponente del ultrabullrichismo y Hernán Lombardi, integran la mesa chica de la ministra, que muchas veces se amplía con otros nombres como el de Juan Pablo Arenaza, Martín Siracusa, Juan Pablo Allan o, incluso, el también ministro Luis Petri.

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Con Macri la relación está completamente rota y no hablan desde que ella asumió. Aún así, coincide en algo con el expresidente: si la administración de Milei hubiera traccionado el paquete de regulaciones y desguace del Estado con la fuerza que podrían haber aportado funcionarios con experiencia de gestión y volumen político propio, las negociaciones trabadas con un sector de la oposición dialoguista serían una cuestión anecdótica y no un problema real como el actual, que para intentar su aprobación en el Congreso el ministro Toto Caputo se deshizo del capítulo fiscal.

De ahí que que a su modo Bullrich mantenga encuentros políticos con otros integrantes de Juntos por el Cambio dispuestos a respaldar al gobierno libertario o, cuando menos, sean propensos a amalgamar intereses con La Libertad Avanza pensando en una eventual nueva alianza partidaria. La palabra clave que utiliza Bullrich y su equipo en este sentido es "convergencia". Por eso, si bien no hay mesas de trabajo analizando este escenario, no son pocos los que piensan en un gran acuerdo de derecha liberal en 2025.

También pragmática en su día a día, Bullrich es consciente que debe hacer una suerte de autocrítica de sus estrategias políticas y electorales del pasado, sobre todo si no quiere volver a cometer los mismos errores. Quizá la más resonante haya sido la idea de plantarle internas a dirigentes propios en numerosas provincias y distritos, que luego perdieron sus territorios en las elecciones generales, o haberse sometido en algunas oportunidades a los designios de Macri, de quien ahora se declara independiente y un par.

Como sea, en su primer mes y medio de gestión, Bullrich sobresalió en la agenda de gobierno, y ganó protagonismo, pese a que, tal como dio cuenta este medio, hayan desplazado a un hombre de su equipo, Enrique Rodríguez Chiantore de la Superintendencia de Salud. Las especulaciones indican que se trató de una maniobra del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, que también habría sido el responsable de la salida intempestiva del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro.

bullrich le bajo el precio a la marcha y lidero la furia de los halcones libertarios
Patricia Bullrich y Enrique Chiantore.

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