TEATROS Y BESOS: ROMANCES 2 - SANCIONES 2

El récord de Javier Milei: en ocho meses, tantas novias como leyes

Empata en el amor y en el Congreso. Con el país atónito ante al Alberto-gate, expuso el segundo romance de su gestión. La pasión presidencial por la cultura.

El mandatario y la ahora conductora de TV Yuyito González compartieron otra noche en el teatro, ámbito que al Presidente, se ve, lo estimula para besarse con actrices: en el verano, subió a unas tablas marplatenses para fundirse en un beso torpemente apasionado con la primera novia presidencial, la imitadora Fátima Florez, con quien rompió en abril.

Embed - El BESO de MILEI a FÁTIMA FLOREZ en el ESCENARIO

En la noche de este martes fue más discreto, acaso por la condición más recoleta de la locación (el ex-Centro Cultural Kirchner, rebautizado Palacio Libertad) y la mayor solemnidad de la propuesta, una obra sobre juicios por jurado, ópera prima del dramaturgo Mariano Cúneo Libarona, de día ministro de Justicia; acaso cohibido por las malas reseñas que le dispensó la crítica especializada al beso anterior; acaso consternado por el informe de UNICEF conocido horas antes, que dio cuenta de que, en la Argentina, un millón de chicos se van cada noche a la cama sin cenar y un millón y medio se saltean alguna de las cuatro comidas diarias.

Embed - Milei y Yuyito

Como sea, el Presidente estableció un récord de lo más curioso: en ocho meses de gestión tuvo tantas novias como leyes consiguió que le aprobara el Congreso. Concretamente, dos parejas y dos sanciones parlamentarias: la de la llamada ley Bases, que le costó mucho más trabajo que a Dolina el amor de Laura -el proyecto anduvo un semestre completo de acá para allá, como chorizo en fuente de losa, y debió ser sometido a un proceso doloroso de jibarización para pasar el filtro del nido de ratas, que recién le dio la bendición final el 28 de junio- y la reforma fiscal, que anduvo en yunta con el ómnibus que terminó en combi.

En definitiva, Milei fue igual de prolífico en las lides del amor que en los juegos parlamentarios de seducción.

Los problemas de Javier Milei en el Congreso

En ese terreno jabonoso, el Presidente cuenta una tropa mínima surgida de listas construidas a fuerza de revolver las mesas de saldos de pymes electorales que venden nombres al mejor postor y garantizan boletas, pero no lealtades. Por eso, por lo menos hasta diciembre de 2025, su cosecha parlamentaria estará atada a los caprichos de la casta maldita y a los resultados de negociaciones que alumbran compromisos que vencen con cada punto de cada orden del día.

En su columna semanal del domingo 4 de este mes, Mauricio Cantando, el periodista de Letra P acreditado en el Congreso, trazó un pronóstico poco alentador para el jefe del Estado. "Quienes integran el Poder Ejecutivo suelen contar que Javier Milei se ocupa de la economía, se involucra en las políticas de seguridad y se desentiende del resto de los temas. En el Congreso, las prioridades del Presidente empezaron a chocar con la oposición, que mutó de dialoguista a crítica y amenaza con darle un golpe por semana, como mínimo", arranca la nota titulada, justamente, Una derrota por semana.

Un pasión argentina

La fascinación de los presidentes argentinos por la cultura es una tradición que se transmite de generación en generación.

Marcelo Torcuato de Alvear (Marcelo T., como se lo llama a diario en su versión calle), el atildado radical que gobernó el país en los locos años 20 del siglo pasado, desató un escándalo entre las gentes decentes de la elite porteña cuando se casó con la cantante lírica portuguesa Regina Pasini: en las estrictas reglas del buen gusto que regían a la aristocracia de la época, artista no era una categoría a la altura de un patricio.

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Marcelo T. de Alvear y Regina Pacini. 

Marcelo T. de Alvear y Regina Pacini.

Juan Perón se enamoró perdidamente de Eva Duarte, la actriz de radioteatro con quien construyó, en apenas un puñado de años y también contra los prejuicios que castigaban a Evita con los peores desprecios, una sociedad política que se convirtió en celebridad universal.

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Evita y Perón.

Evita y Perón.

Medio siglo después, meta pizza y champán, el riojano Carlos Menem edificó el mito de sus mil amantes, todas ellas, dice la leyenda, figuras surgidas de la cantera inagotable de talentos que en aquellos años se identificaba como colonia artística, una trayectoria que coronó con su casamiento con la reina chilena de la belleza Cecilia Bolocco.

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Carlos Menem y Cecilia Bolocco.

Carlos Menem y Cecilia Bolocco.

El interregno albertista se asoma sórdido en su clandestinidad desprolija, autorregistrada en fotos y videos que ahora son carne de escaneo judicial y mediático, cebada por la ilusión de impunidad, aparentemente poblada de actrices, periodistas y streamers -las vedettes de este tiempo online- en el subsuelo de una relación de pareja formal precipitada en un infierno de violencia física y psicológica, según surge de la denuncia de Fabiola Yañez.

Milei retoma, también en este plano -también a la par de políticas de ajuste que echan carbón a la fábrica de pobreza que su antecesor había mantenido en funcionamiento-, la huella menemista de aquella tilinguería farandulesca tan eficaz en su misión de laboratorio de entretener y distraer.

Javier Milei, en su último acto en el Luna Park. 
Fabiola Yañez.

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