El gobernador electo de Córdoba, Martín Llaryora, recibió al intendente de Villa María, Martín Gill, en su despacho en el marco de un viaje relámpago de miércoles por la tarde. En ese mano a mano se selló la continuidad de la relación política entre el exponente del cordobesismo y el peronista que armó para Sergio Massa en la campaña presidencial. El acuerdo de gobierno implica el desembarco del exsecretario de Obras Públicas de la Nación al nuevo Ministerio de Cooperativas, Mutuales y Economía Social.
A pesar que desde hace semanas se sabía que ese era el destino preacordado, en las últimas horas corrió la versión de otras posibilidades. Como contó Letra P, no se descartaba tampoco el arribo del exrector universitario al Ministerio de Educación y a la Universidad provincial.
El enroque no estaba exento de problemas porque Horacio Ferreyra fue uno de los primeros confirmados para suceder al profesor de gimnasia que ocupa hace más de una década el despacho central, Walter Grahovac. El secretario de Educación de la Municipalidad de la capital puede respirar tranquilo porque su ascenso provincial -por ahora- está aprobado con 10.
Gill asumirá una de las apuestas estratégicas más ambiciosas de Llaryora. “Nosotros vemos en las cooperativas y mutuales una gran oportunidad. Y en los pueblos del interior, estas instituciones no sólo son el motor de los servicios, sino también de la actividad económica. Y yo quiero ayudarlas a crecer, en conjunto con los intendentes”, anticipaba su plan el gobernador que aún vestía las ropas de candidato.
También como reflejó este portal, la cartera pretende ser una herramienta de vinculación directa con el intendentismo. Para eso, nada mejor que un dirigente que tiene experiencia de gestión y que construyó una amplia red de referencias municipales que, en su momento, puso al servicio de la candidatura provincial de Llaryora; después, a disposición de la de Massa.
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Gill es uno de los dirigentes que apuesta desde temprano a romper la grieta interna que talló el cordobesismo. Pese a los objetivos de coyuntura electoral, caminó con equilibrio la etapa de la renovación peronista que encuentra en Llaryora y Daniel Passerini un nuevo ciclo, más allá del antikirchnerismo confeso de Juan Schiaretti. "No somos lo mismo", repite el gobernador que colocó buenos cuadros en el gabinete de Javier Milei.
La mira en el territorio
Más allá de la definición de cúpula, poco se sabe de la conformación del equipo que tendrá a su cargo Gill desde el lunes que viene, apenas quede oficializado en la jura ministerial que se realizará en Río Cuarto.
La apuesta al federalismo interior emana no sólo de la intención de empardar la avanzada de Juntos por el Cambio en ciudades y pueblos, sino también de empezar a componer la relación con las figuras territoriales en las que se apoyará todo el proyecto de este nuevo peronismo que se presenta como Partido Cordobés.
Llaryora no ganó con el empuje del interior como ocurría en tiempos de José Manuel De la Sota y Schiaretti. Por el contrario, su potencial provino de las ciudades que gobernó: la capital y San Francisco. Tiene cuatro años para recomponer esa malla y lo hará apostando a una construcción en sentido amplio.
No es casual que dos ministerios centrales en la estructura de gobierno hayan quedado en manos de intendentes que no son del palo, uno menos que otro, como Gill y el larretista de Marcos Juárez, Pedro Dellarossa, que comandará la cartera de Industria.