Una economía llena de pesos, aunque en poca manos, las de quienes tienen chance de jugar al dólar; una inflación desbocada por el gasto extraordinario de la pandemia, una guerra en Europa y una sequía histórica, pero sobre todo por la mala praxis del Gobierno; un proceso electoral incierto, un ministro de Economía como Sergio Massa que, a la vez, es candidato presidencial, todo un llamador para movidas especulativas en un mercado manipulable como el del blue; presidenciables opositores que anuncian una dolarización directa o indirecta, lo que estimula el frenesí por los billetes verdes y la huida del peso, una moneda que parece destinada al abandono… Como fue anticipando Letra P durante meses, era demasiado lo que jugaba a favor de un tsunami cambiario como el que se ha desatado sobre la sociedad argentina y, por si fuera poco, el Señor Dolarización, Javier Milei, incendió una pradera seca llamando alevosamente a un desarme de plazos fijos en pesos y a comprar dólares. ¿La patria se lo demandará?
Mientras, los tipos de cambio negociados en bolsa –el MEP y el "contado con liquidación", CCL, usado para sacar dinero legalmente del país–, saltaron entre el 7 y algo más del 8% y coronaron el escenario de desborde. Lo que viene asusta.
Fuente: Rava Bursátil.
La resaca que viene
La ola de remarcaciones y el freno de entregas de insumos y productos a industrias y comercios repercutirán desde este mes en una inflación todavía más alta que las de agosto y septiembre, así como en un pronóstico más que reservado para los meses por venir.
Mientras, al Banco Central se le escurren los dólares que ya no tiene –algo que no deja de ser un prodigio– y el "factor Milei" acelera la corrida de depósitos. Tanto es así que las principales entidades que nuclean a los bancos ratificaron la solidez del sistema, pero reclamaron que los candidatos midan sus palabras. Que las mida el paleolibertario, en realidad.
Argentina no está en hiperinflación, fenómeno que parte de la academia define a partir de índices del 50% mensual y otra, en elementos más generales como la intensidad de la huida de la moneda, la velocidad de circulación del dinero, el nivel de espiralización de los precios y la ruptura de las referencias para la formación de estos. Ciertos indicios ya se perciben y a ellos apuesta quien asoma como posible favorito en el ciclo electoral. Él mismo lo ha confesado: "Cuanto más suba el dólar, más fácil vamos a poder dolarizar".
"Un dólar a 1.000 pesos no es barato; es caro, pero eso puede decirse con la foto de hoy, de modo que lo que hoy parece caro puede terminar no siéndolo de acuerdo con lo que haga o no el Gobierno en las próximas semanas", le dijo a Letra P el analista financiero Christian Buteler.
"Una cotización de 1.000 pesos todavía no es una de pánico. Si actualizáramos por inflación el overshooting de agosto a octubre de 2020, cuando tocó los 190 pesos, nos daría una paridad de 1.300 o 1.400. Encima, hoy tenemos una elección por delante. Esto no le conviene a nadie: al próximo presidente no le sirve llegar con la calle prendida fuego. Entonces, es necesario que la política, Gobierno y oposición, encuentren cordura por el bien de todos porque la chance de que esto se siga acelerando y se desboque es muy alta", añadió, suspirando por momentos.
Más allá del Gobierno
Si la política oficial cargó el arma de la corrida, Milei apretó el gatillo. Su artera recomendación de pasar plazos fijos en pesos a tenencias en dólares buscó generar zozobra.
Darío Epstein, miembro del equipo económico de La Libertad Avanza (LLA) salió a defender a su jefe político al pedirles –con sorna– a los economistas de Juntos por el Cambio que habían repudiado al ultraderechista que confirmaran si ellos le recomiendan a la gente mantenerse en pesos. Pura chicana. Epstein, que es un hombre inteligente, conoce la diferencia entre una recomendación de inversión y una profecía autorrealizada, así como la facilidad con la que los papeles se pueden mezclar cuando alguien confunde su rol como referente político y posible presidente de la nación con el de un trader de una mesa de dinero.
Milei, que ya tiene una denuncia judicial por su conducta, también se defendió en las redes sociales, cosa que fundamentó en que viene diciendo lo mismo "desde hace años". Falso: nunca había dicho, consultado sobre la conveniencia de desarmar los plazos fijos en pesos para comprar dólares, que "jamás en pesos, jamás en pesos. El peso es la moneda que emite el político argentino y, por ende, no puede valer ni excremento". Por un lado, hace años era solo un economista que gritaba en la tele, no un posible presidente. Además, en 2019 le reclamaba a Alberto Fernández que ayudara a Mauricio Macri a ponerle techo a un dólar que también se escapaba. Fernández lo hizo; él obró en contrario.
Hasta The New York Times atribuyó "la caída en picada" de la moneda nacional a las declaraciones de Milei, "un libertario de extrema derecha que se convirtió en el principal candidato presidencial al prometer reemplazar el peso argentino por el dólar estadounidense". Así nos ven.
Mientras, la cuenta de Twitter del candidato a jefe de Gobierno Ramiro Marra chorreaba vergüenza ajena. "Ya llegó a 1.000. ¿Culpa de quién?"; "Hoy más que nunca: NO AHORRES EN PESOS. Cuidá tu dinero, te costó mucho ganarlo"; "Ya está en 1.020"; "El peso se desploma, cotiza a 1.030 contra el dólar", fue posteando sin que se supiera si informaba, incitaba o festejaba. Incluso reposteó a un usuario que celebraba el retiro de su plazo fijo.
Marra, trader de profesión, no puede contestar preguntas sobre políticas de transporte y de cuidado del medio ambiente en la ciudad que pretende gobernar, pero sí dar consejos de inversión. Es otro que merecería una evaluación más severa de la ciudadanía.
Quién puede ganar y quién puede perder
Massa se arriesga a dejar jirones de credibilidad en las seis ruedas cambiarias que median hasta las elecciones del domingo 22; debe estar agradeciendo que dos feriados hagan la pausa en el camino. Tan preocupado está que, además de embestir contra Milei, declaró en la noche de este martes, en A24: "A mí esto me puede costar la elección, pero a esos cuatro o cinco pícaros (que especulan con el blue) los quiero ver en cana".
Por otro lado, ¿le saldrá gratis a Milei su apuesta al caos? Si la sociedad actuara en defensa propia y midiera la peligrosidad de entregarle su destino a un hombre que actúa de ese modo aun antes de llegar el poder, la picardía debería costarle. Sin embargo, eso no puede darse por seguro de ninguna manera.
Quien dividió su tiempo entre un carpetazo que puede estallarle en las manos –al que Massa se refirió de soslayo en A24– y la crisis cambiaria es Patricia Bullrich, quien refuerza su narrativa de que representa un cambio responsable y previsible. ¿Le dará la nafta?
Como sea, el cisne negro más blanco del mundo le pone una dosis impensada de incertidumbre a una campaña electoral que puede terminar el 22-O o extenderse al 19 de noviembre… peligrosamente.