Sus tres días de preparación para el debate presidencial de este domingo en la Facultad de Derecho de la UBA no le sirvieron de mucho al candidato de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei: en las dos horas de su mano a mano con el oficialista Sergio Massa no logró abandonar su posición defensiva, se mostró acorralado por las preguntas y, fue tanta su incomodidad con el formato, que ni siquiera supo interrogar a su rival sobre la gestión del Gobierno o beneficiarse de escándalos recientes, como el espionaje ilegal.
Inhabilitado de usar machetes, Milei no pudo reeditar la postura de conferencista que exhibió en el primer debate, en Santiago del Estero, y de a ratos reeditó al antiguo panelista televisivo que se defendía del periodismo. Es justo la imagen que había buscado desterrar al final de la campaña y reapareció el día de mayor audiencia.
El economista hacía mucho que no debatía uno contra uno y se notó. Se preocupó demasiado en no perder la paciencia, pero se mostró inseguro y molesto cuando su rival lo obligó a corregir sus afirmaciones o su propia plataforma de gobierno.
El objetivo
Milei no cumplió ninguno de los objetivos que se había trazado para este debate. Se mantuvo tanto a la defensiva que en algunos tramos pareció un entrevistado. Recién en la última parte logró mantener su compostura. Estuvo lejos de festejar un triunfo en el capítulo económico, que se suponía que sería su momento de gloria y lo dedicó a corregir sus propias propuestas de gobierno.
Massa lo obligó a aclarar que las tarifas "no se tocarán" en el corto plazo, para recordarle que hace dos semanas había dicho lo contrario. El diputado negó que vaya a ignorar la contaminación de los ríos, aun cuando lo expresó sin vueltas en una conferencia que dio en agosto.
El candidato de LLA sólo aceptó que quiere cerrar el Banco Central y dolarizar. Se enredó cuando insistió en que romperá las relaciones diplomáticas con Brasil y China, sin afectar el comercio. "¡No se puede! ¡Los aranceles y las reglas fitosanitarias las ponen los países", lo corrigió el tigrense.
Más tropezó el economista cuando quiso explicar por qué había elogiado a la ex primer ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, quien dirigió la guerra de ese país contra Argentina para apropiarse de las Islas Malvinas. La comparó con dos verdugos futbolísticos de Argentina: el fallecido Johan Cruyff y el francés Kilyan Mbappé.
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Al igual que hizo en el debate de los vices su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, Milei empezó el capítulo de salud y educación negando que tuvieran en sus planes arancelar los servicios, pero explicó que se debía a que los colegios y hospitales son de las provincias. Cuando Massa le preguntó varias veces si las universidades -que son nacionales- serían pagas, el economista volvió a caer en un sincericidio: "En el corto plazo, no".
Sin dudas que la responsabilidad por la mala noche de Milei la tuvieron sus asesores, Nicolas Posse y Santiago Caputo, dos inexpertos para una instancia tan decisiva. Permitieron que en el debate sobre seguridad -que junto a economía, era el momento en el que debía destacarse-, Milei citara al ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani. Massa le recordó lo que la mayoría del auditorio sabía: Giuliani trabajó con él y prologó su libro. El economista no tuvo que hablar de la dictadura, tal vez porque para ese entonces a su rival ni le interesó recordarle sus conductas negacionistas.
Actitud
Milei nunca perdió su postura defensiva y trató de salir de los malos momentos que le provocaba Massa, pidiéndole explicaciones por sus declaraciones o propuestas, algunas antiguas y otras muy recientes, como sus agresiones al papa Francisco o su idea de vender el yacimiento de shale oil Vaca Muerta. Negó ser agresivo ni bien su rival lo definió así, casi como reconociendo que su plan era no mostrarse de esa manera, pero volvió a abundar en adjetivos e insultos.
Sin machetes en el atril para ordenar sus ideas, Milei parecía estar todo el tiempo por perder la paciencia y, en ese ese esfuerzo por no salirse de sus cabales, perdió el hilo del debate, cambió de tema y careció de estrategia propia para atacar a Massa, convertido en algunos momentos en un candidato opositor que exigía a su rival rendir cuentas. Hubo escenas que dejaron expuestos los nervios de Milei. Ocurrió cuando, durante el capítulo de seguridad, se tildó unos segundos y le cedió la palabra a Massa, porque no sabía qué decir.
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El economista también se mostró sorprendido ante las referencias que Massa hizo sobre su pasado no tan cercano, como la pasantía que realizó en el Banco Central cuando era estudiante y no pudo renovar ("Fue un fracaso", reconoció el diputado), el capital en Estados Unidos que tiene su familia ("¡Es falso!", gritó), su paso por el Grupo Eurnekian y, tal vez lo que menos esperaba, las reuniones que ambos tuvieron hace una década, cuando el tigrense era diputado del Frente Renovador.
Gol a favor
Milei casi no tuvo momentos en los que pudiera dominar el debate y tal vez sólo se destacó con algunos datos en los discursos introductorios. En Educación, se alarmó con que el 50% de los chicos y las chicas que cursan la escuela primaria "no entiende el texto que va a leer" y un porcentaje mayor no resuelve análisis matemáticos. El ministro de Economía no lo refutó.
El diputado también supo huir para adelante del papelón de haber ignorado el vínculo de Massa con Giuliani. "Debe ser muy malo el resto que hiciste, porque cada vez que fue tu mujer a las elecciones perdió siempre, o quizás te conocen demasiado”, respondió.
Gol en contra
Fueron muchos, pero parece que las analogías fuera de lugar son un virus en La Libertad Avanza. La comparación de Thatcher con Cruyff y Mbappé quedará en los anales de los furcios libertarios. Milei pareció no tener claro de qué le hablaba Massa cuando le consultó si respetaría el principio de autodeterminación que reclaman los kelpers, un planteo que colisiona con el reclamo de soberanía de la Argentina. Si bien se retractó de casi todo lo que dijo o propuso alguna vez, volvió a insistir en que las mujeres no tienen salarios más bajos que los hombres. Hay decenas de proyectos de ley presentados en el Congreso que indican lo contrario.
La frase para el archivo
Milei casi no pudo relajarse en ningún momento, pero dejó algunos contraataques para el recuerdo, como cuando le dijo a Massa: "Si fueras Pinocho, ya me hubieras lastimado un ojo". El diputado también logró salir airoso con una respuesta, mientras Massa lo atacaba por querer arancelar la educación: "Pero vos estudiaste en la Universidad de Belgrano (que es privada) y tardaste 20 años (en terminar la carrera)".