TRELEW (Enviado especial) El equipo de Ignacio Torres había elegido sus mejores ropas para lo que auguraba como una victoria clara en una jornada histórica. La joven estrella de Juntos por el Cambio en Chubut tenía su Día D: las miradas nacionales se posaban al fin en la Patagonia y especialmente en la ciudad de Trelew, donde Torres se armó a sí mismo e hizo crecer su espacio.
El senador tenía muy en claro que los medios televisivos porteños lo tendrían en el foco y que podía ser el anfitrión victorioso de la foto de la “unidad” triunfal con Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, Pero el domingo no fue cómodo: de la expectativa victoriosa a la euforia de los primeros datos oficiales, aunque de ahí al miedo, al recuerdo de algunos viejos fantasmas y, finalmente, a la bronca porque el peronismo “tramposo” no reconoció la derrota.
Ese cambio de climas vivió el búnker que Juntos por el Cambio armó en la zona céntrica de Trelew, un espacio pequeño e incómodo para participar en un partido de grandes ligas. Tanto, que el escenario se armó al aire libre: las visitas porteñas, dentro de todo, tuvieron suerte, porque la jornada resultó fría y ventosa, pero no tanto como en otros días.
Cuando los primeros resultados arrojaron una ventaja de nueve puntos para la oposición, se disparó la euforia en la sede partidaria y aparecieron los sanguchitos y las empanadas que hasta entonces brillaban por su ausencia. Quienes sabían de verdad lo que estaba pasando ya anunciaban que la pelea estaría mucho más pareja, porque los datos de Comodoro llegaban en cuentagotas.
Nacho Torres nunca estuvo a la vista, aunque por las suyas conversaba con los grandes popes nacionales sobre la puesta en escena para la victoria que se veía venir.
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A medida que los datos oficiales fueron incorporando urnas de Comodoro Rivadavia, las caras empezaron a cambiar: aparecieron preocupaciones, inquietudes y miedos. La remontada parecía no tener techo y hasta la tele porteña anunciaba una posible victoria del oficialista Juan Pablo Luque.
Aparecieron fantasmas chubutenses de 2015, cuando Martín Buzzi parecía ser gobernador electo contra Mario Das Neves pero pasada las una y media de la mañana se dio vuelta la tortilla y al otro día Chubut amaneció con el gobernador menos pensado.
Este domingo de julio de 2023, Juntos por el Cambio manejó el asunto de modo extraño. Rodríguez Larreta, que rondaba la zona esperando algunas mesas más que habilitaran el festejo, dejó su puesto en la confitería Bulevú y se volvió al hotel. El locutor que en el escenario anunció que “ya llega Nacho Torres” quedó pagando, porque pasó una hora sin novedades y a pura música.
Gustavo Menna, candidato a vicegobernador, se hizo cargo de la situación. Los medios y los simpatizantes pedían alguna respuesta. Su aparición no fue contundente ni dio certezas y quedó un vacío que Luque, en la otra vereda, quiso llenar con sus propios números, mientras el búnker opositor mostraba otra vez euforia, aunque esta vez más producida y fingida: “Borombombón, boromombón, el Nacho Torres, gobernador”, resonó.
En ese instante apareció Torres, por primera vez en la noche. Urgido, se metió en el VIP y estuvo diez minutos decidiendo y tramando. Salió de inmediato, con los medios ya preparados, al escenario con Bullrich y Larreta. Los abrazó, se levantaron las manos mutuamente, hicieron la puesta en escena que vio el país, la foto de todas las tapas.
La exministra le sacó provecho al acto porque la barra fue más halcón que paloma y pidió por su candidatura. “No nos engañan más, se terminó la joda”, dijo Torres. Le dieron con todo al gobierno de Chubut: “Hoy les dijimos basta”.
La sensación de euforia volvió al búnker, aunque con un trago amargo en el medio. Torres, Bullrich, Larreta y Menna se dieron un abrazo en ramillete después de mandar a sus simpatizantes a descansar. Quedó sonando la melodía del día: “Cambia lo superficial, cambia también lo profundo”.