También el reproche de que la accesoria de inhabilitación suponga la salida del escenario de la dirigente política con mayor intención de voto en el universo opositor. ¿Qué se espera cuando hay una condena firme por delitos contra la administración pública?
Mientras se producían piquetes en varios accesos a la Ciudad de Buenos Aires, manifestaciones en varios puntos del país y amagues de huelga en numerosos sindicatos contra lo que muchos consideran una injusticia y una proscripción, la propia CFK calmó los ánimos al hablar y dar por hecho que se mantendría como siempre a derecho, que acataría la ejecución de la sentencia –pese a que la deplora– y que no ensayaría ninguna acción desesperada de falso heroísmo. Hizo bien, y eso debería evitar que militantes más papistas que el papa traten de poner al país patas para arriba. Falta, sin embargo, el trámite complejísimo de la salida del departamento en Constitución y su entrega. Vienen horas, días de tensión.
Mal o bien, esa causa atravesó todas las instancias del debido proceso y llegó, finalmente, a la condición de cosa juzgada. Una decisión de la Corte puede ser criticada, incluso enconadamente, pero no resistida en el marco de una convivencia democrática, republicana y civilizada. Punto para Cristina.
Sin embargo, "mal o bien" es la expresión a resaltar. Mucho de lo que ocurre expone hasta qué punto la formalidad que se acaba de defender no se condice con un fondo limpio, motivo del pesar mencionado al inicio.
"Vialidad", sí; "Correo Argentino", no. "Hotesur-Los Sauces", sí; "Peajes", no. ¿Libragate?
Las dos varas de la Justicia en Argentina
No hay dudas de que durante la era kirchnerista operaron graves esquemas de corrupción, como ha quedado probado en investigaciones periodísticas, sentencias judiciales e imágenes perturbadoras como las de La Rosadita o "los bolsos de (José) López". ¿Suficiente para llegar a la cabeza del proyecto político?
Cristina De Vido José López
Julio De Vido, CFK y José Lépez.
Tampoco cabe soslayar la llamativamente instantánea conversión de Lázaro Báez en un magnate de la obra pública.
Asimismo, sorprende la rusticidad de lo que se sospecha fue un esquema de lavado de dinero consistente en el alquiler de habitaciones de hotel al mencionado contratista del Estado nacional y de Santa Cruz. No hay especialista que no se sorprenda con algo que, si no es, parece.
Si todo eso merece alguna explicación y, claro, indagaciones judiciales, lo mismo cabría decir sobre varios de los negocios de Mauricio Macri y su grupo familiar a lo largo de décadas. Una vez más: lo primero se juzga, lo segundo no.
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Los negocios de la familia de Mauricio Macri con el Correo, sin culpa ni cargo.
Nadie que se interese de verdad por una ética pública extraviada desde hace demasiado, demasiado tiempo –y que sigue sin encontrarse– puede ignorar la existencia de una irritante doble vara en el fuero federal del Poder Judicial.
Una justicia parcial no es justicia, pero, aplicada a otro caso particular, tampoco puede decirse que sea una injusticia. Paradojas argentinas y más desazón.
Comodoro PRO
El periodista Ari Lijalad hizo un revelador repaso de los lazos con el expresidente Macri de muchos de los magistrados que pasaron por la causa "Vialidad" desde la propia instrucción. Asimismo, de las relaciones de algunos de estos con el Grupo Clarín, lo que incluyó viajes parecidos a dádivas en tiempos de un "periodismo de guerra" que este martes deparó festejos en el multimedio. Finalmente, de la tortuosa llegada a la Corte de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz en el inicio del macrismo, inicialmente por un escandaloso decreto simple y finalmente por el trámite regular, pero cuyas aceptaciones de lo primero probablemente los descalificaron éticamente para estar donde están.
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Hector Magnetto, ceo de Clarín, cantó victoria.
"Vialidad" podría no ser la causa mejor fundamentada para probar lo que se sospecha sobre Cristina y Néstor Kirchner. Los defensores de la expresidenta resaltaron una y otra vez lunares grandes desde el punto de vista de la prueba. Sin embargo, los fallos y las explicaciones dadas este martes por la Corte responden algunos de esos puntos. Carne de especialistas.
Más allá de lo anterior y de los casi 17 años insólitos de trámite, el sentido común indica que la Corte debió haber abierto el caso y proceder a su revisión. Es indudable que el expediente CFK tiene enorme repercusión pública, que supone la inhabilitación de la dirigente opositora más potente, que podría terminar de bombardear lo que queda del sistema político y que supone una distorsión del actual ciclo electoral y, probablemente, del de 2027. El ejemplo de Brasil ilustra lo peligroso que es ese camino.
Todo genera pesar. La propia existencia de corrupción, el modo en que mancha los proyectos políticos y el daño que termina por hacerles a las causas populares.
También la doble vara, la injusticia de una Justicia lenta y tuerta, el descrédito dramático de las instituciones de la democracia, la implosión interminable del sistema político y la tierra arrasada que le hace fácil el camino a un proyecto de disolución del Estado, erosión de la democracia, consolidación de un modelo económico socialmente inequitativo y estándares éticos que merecerían un escrutinio mucho mayor que el que reciben.
La cuestión de la doble vara requiere más atención. Aunque con dilaciones, como se ha visto, pareciera que los únicos condenados en la Argentina son peronistas o bien políticos aliados del peronismo con poca espalda política que los defienda. La última referencia apunta al siglo pasado y a la memoria, por caso, de María Julia Alsogaray y Víctor Alderete. Carlos Menem, que pasó cinco meses detenido por el tráfico de armas a Ecuador y Croacia, murió sin condena, protegido por fueros y salvaguardado por la dolosa morosidad de la Corte que supo construir a su imagen y semejanza.
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Carlos Menem, senador hasta el final, sin condenas firmas por corrupción.
Pareciera que, en materia de corrupción y sanción penal, opera una suerte de Teorema de la Corrupción y la Sanción.
La regla del mismo indica que la posibilidad de que un dirigente importante termine preso es directamente proporcional al nivel de desafío que establece contra intereses poderosos del Círculo Rojo. Menem y CFK.
En tanto, existe una excepción a la regla: cuando el desvío es demasiado grosero, se elige como chivos expiatorios a personas como las mencionadas de la vieja UCeDé, carentes de estructuras políticas fuertes y propias que los sustenten.
CFK presa, Ficha limpia al archivo
La doble vara es tan flagrante que resulta seguro que no se escuchará por mucho tiempo –acaso nunca más– el clamor por el priyectio de ley de Ficha limpia, ese parche espurio e inconstitucional que se pretendía aplicar, con nombre propio, como antídoto a las inacciones del Poder Judicial.
Si el proyecto de ley caído, por el que lloró Silvia Lospennato –posiblemente contenida por su compañero de banco en Diputados, Cristian Ritondo– imponía la inhabilitación para cargos nacionales a personas sin sentencia firme, una sentencia judicial como de la de "Vialidad" resulta más legítima y efectiva: no rasga la Constitución Nacional y rige para cargos de todos los niveles.
El Teorema de la Corrupción y la Sanción tiene, además, un corolario. Es la diferenciación fundamental que surge cuando se piensa en la fantasía del entorno cristinista, por ahora de improbable concreción, de que CFK tenga en algún tiempo una resurrección a lo Luiz Inácio Lula da Silva.
La anulación por parte del Supremo Tribunal Federal (STF) de todas las causas en su contra debido a los excesos procesales del exjuez Sergio Moro fue, antes que un beneficio especialmente dirigido a él, una reacción del establishment brasileño contra una operación como la Lava Jato que había humillado, forzado a actuar como arrepentidos, condenado, mandado a la cárcel y quebrado económicamente a miembros conspicuos del Círculo Rojo de ese país.
Lula da Silva, podría decirse, fue un beneficiario indirecto de una reivindicación destinada primordialmente a otras figuras y, en un extremo, el rescate del mejor vehículo disponible contra Jair Bolsonaro cuando se probó que el ultraderechista era capaz de embestir violentamente contra la propia democracia.
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CFK fantasea con replicar el milagro de Luiz Inácio Lula da Silva, el renacido.
En Argentina, el Círculo Rojo prácticamente no ha sido tocado, como si la corrupción fuera sólo cosa de empresarios advenedizos como Báez, de receptores de sobornos y nunca de dadores bien conectados.
Por caso, Paolo Rocca admitió, cuando no le quedó más remedio, haber desviado cientos de miles de dólares. Con todo, dijo que terminaron llegando al gobierno de Hugo Chávez, a través de intermediarios argentinos, pero no como una coima, sino con el "fin humanitario" de rescatar a trabajadores y ejecutivos que quedaron en situación complicada cuando aquel estatizó en 2008 la filial Sidor, del Grupo Techint.
En tanto, el fallecido Claudio Bonadio sentó doctrina al zafar a Angelo Calcaterra, hombre del clan Macri, y otros empresarios mencionados en la causa "Cuadernos" por considerar que los pagos ilícitos que había realizado no habían sido sobornos, sino donaciones de campaña no declaradas, cosa que, más que cárcel, merece en la legislación argentina un simpático chas chas en la cola.
Las lágrimas de las dos Argentinas siguen brotando y alternándose. En el medio –sí, en el medio– queda un sentimiento todavía más pesado que la tristeza.