Si ganara las elecciones en octubre, terminaría de confirmarse que Axel Kicillof es un caso extraño en la política bonaerense: sería un gobernador reelecto sin haber promovido ni creado una tropa legislativa propia, que responda directamente a su mando, en el Congreso y en la Legislatura.
Como ocurrió en 2019, cuando fue ungido candidato a gobernador por Cristina Fernández de Kirchner recién llegado a la política bonaerense, y en las elecciones legislativas de 2021, Kicillof se corrió de la rosca por las listas, no tuvo negociadores que pidieran lugares en las listas nacionales por Buenos Aires ni reclamó espacios en los armados seccionales para el parlamento provincial, donde tiene una tropa mínima que le reporta directamente.
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El rasgo lo diferencia de todos sus antecesores peronistas desde el regreso a la democracia: Eduardo Duhalde y su famosa "diputadora" del peronismo bonaerense que sacaba todas las leyes en la Legislatura; Felipe Solá y su intento de construir un "felipismo" que lo llevó a enfrentarse abiertamente con las cabezas de los bloques del PJ y los zigzagueantes caminos de Daniel Scioli, que buscó y nunca pudo imponer a alguien suyo al frente de la Cámara baja.
En el cierre de listas del sábado, Kicillof confirmó que mantendrá su estrastegia. "No pedimos nada en las listas", dicen en el sector que rodea al gobernador, donde se jactan de nunca haber promovido un "axelismo" desde la llegada a La Plata. "No nos inteteresa. Somos parte de un proyecto político y no tenemos ambiciones personales", aclaran. La descripción no es inocente: se posiciona como espejo a la figura de su enemigo íntimo, Máximo Kirchner. El líder de La Cámpora se paró arriba de todas las negociaciones y consiguió, en sociedad con intendentes del conurbano y Sergio Massa, lugares de peso y a salir en todas las nóminas, tanto en la de Diputados para el Congreso como en las de las ocho secciones electorales de Buenos Aires.
El sábado, Kicillof y su círculo cercano se concentraron en otras peleas. Básicamente, en la pulseada por mantener a Verónica Magario y a La Matanza dentro de la fórmula, además de batallar para conseguir un cierre lo más ordenado posible del peronismo en La Plata, detrás del ministro Julio Alak, una gestión con suerte dispar, ya que terminaron inscribiéndose cinco listas de Unión por la Patria (UP).
Sin "axelismo"
En lo que va de su gobierno, Kicillof nunca quiso dar señales de estar construyendo un proyecto político propio y por eso evitó siempre meterse en la discusión por las listas. En el cierre de 2021, circuló la posibilidad de proyectar a un nombre de su confianza en la tira de aspirantes a la Cámara baja del Congreso y se mencionó a Carlos Bianco, pero finalmente no tuvo nada allí y tampoco reclamó lugares en las listas. Apenas hubo algunos nombres, como el de Teresa García en el Senado y Cuto Moreno y Lucía Iáñez, que puden computarse como propios. Los tres seguirán en sus bancas por dos años más y serán entonces, si Kicillof logra ser reelegido, los únicos nombres que el gobernador tendrá en la Legislatura futura.
La ausencia de tropa propia allí hasta ahora no le ha generado grandes problemas políticos al gobernador. El empate técnico que mantienen el Frente de Todos y Juntos mantiene casi paralizadas las dos cámaras legislativas, donde prácticamente no hay discusiones de peso más allá del Presupuesto. Para las negociaciones más importantes, Kicillof confió en Martín Insaurrade, que gobierna Diputados a través de Federico Otermín.