Frecuentemente elegido por la política, la época de negociación de gabinetes y bloques es temporada altas de reuniones políticas en el bar Sunderland del bajo rosarino, contra el río Paraná. Por eso, no sorprendió a los ojos indiscretos la mesa servida para cuatro comensales que aspiraban a pasar desapercibidos. La diputada provincial reelecta Amalia Granata almorzó este miércoles con su colega de Cámara Ariel Bermúdez, el principal operador del alcalde rosarino Pablo Javkin, en lo que pareció ser un primer contacto de cara a una negociación a varias puntas.
El nexo entre Bermúdez y Granata fue otro diputado provincial electo, Edgardo “Fido” Porfiri. Excorredor de autos, el legislador que asumirá en diciembre y es oriundo de Bigand ganó un escaño en la lista a la mediática y ya se mueve como uno de sus operadores. Así, hizo uso de su relación con el ladero de Javkin, a quien conoce del ambiente “tuerca”, y lo sentó a la mesa junto con Granata. El cuarto comensal fue el marido de la legisladora reelecta, el empresario gastronómico Leo Squarzon, quien también cumple un rol dentro de su ecosistema político.
Ambos campamentos restaron importancia al encuentro y coincidieron en que fue un almuerzo de camaradería entre miembros de la Legislatura. En el javkinismo, sin embargo, se muestran agradecidos por el apoyo que Granata les brindó durante la campaña. No es la primera vez que muestran buena sintonía con la diputada provincial: ya había existido una reunión entre Granata y el alcalde rosarino en 2019, cuando ambos eran electos pero no habían asumido. Cerca de la mediática aseguran que se repetirá en los próximos días.
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Una negociación a varias bandas entre Granata y Javkin podría acarrear beneficios para ambos. En el equipo de la periodista reconocen su intención de disputar la presidencia del cuerpo legislativo. No la tiene fácil: la socialista Clara García parece ser la que más números tiene comprados para quedarse con ese cetro, por ser la más votada en la categoría y pertenecer al partido que más diputados obtuvo. Sin embargo, Granata no pierde las esperanzas. La colaboración de un baqueano de la rosca legislativa como Bermúdez -va por su cuarto mandato-, en ese sentido, valdría oro.
Hay otro factor que hace atractivo el contacto para Granata: aspira a tener más juego dentro de la Cámara, no seguir siendo la outsider, y eso se reflejó en el armado de la lista que la acompañó, donde tuvo mucha más incidencia que la última vez. El objetivo fue uno: que su bloque no se rompiera a poco de comenzar a andar, como le pasó hace cuatro años. “Para eso tiene que amigarse con la casta y aprender algunas mañas de ella”, dice con algo de sorna pero con honestidad brutal un conocedor de los pasillos de la Legislatura.
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Javkin también sacaría su tajada de un hipotético acuerdo. A su espacio político, CREO, le cuesta cruzar la frontera de Rosario y por eso tiene poca representación en la Legislatura: a Bermúdez le sumó en las últimas elecciones Ciro Seisas, el senador departamental rosarino. La nómina de Granata obtuvo siete diputados y diputadas, lo que podría darle otra presencia al alcalde en la capital. A cambio, podría cederle algunos lugares de su gabinete: es una posibilidad que, si bien nadie se animó a confirmar, en ninguno de los búnkers se descartó.