Alberto Fernández primero se sacó una foto con Eduardo Wado de Pedro, con quien pasó meses sin hablarse. Después, se tomó otra Axel Kicillof, con quien no se mostraba en público desde el verano y también hubo foto con Sergio Massa, a 36 horas de haber echado a su jefe de asesores Antonio Aracre, sindicado por el Ministerio de Economía de operar un plan que generó un terremoto en los mercados, por el que los sojeros dejaron de liquidar a la espera del anuncio de una devaluación que no llegó. En el medio, el dólar blue pasó de ubicarse en los $396 el viernes pasado a tocar los $440 este jueves. Queda un día hábil de cotización bursátil, el mismo viernes que cerrará con la cumbre del PJ nacional.
Como victoria pírrica celebrada en el Gobierno, la cotización informal bajó ocho pesos después de la foto entre el Presidente y el ministro en la Quinta de Olivos. "La ratificación de Massa calmó el mercado", se jactaron en el Palacio de Hacienda. El festejo esconde una verdad incómoda, ¿necesitaba ser validado? Expresado así, el massismo no le atribuye sólo al exdirectivo de Syngenta la operación: también desconfía del propio Fernández.
Un día antes, Malena Galmarini había retuiteado a un economista para decir lo que piensa, pero se contiene en decir: “Massa se queda hasta el final, porque el final es cuando se vaya Massa". Después de la viralización, el trader Alejandro Kowalczuk borró su tuit, pero no fue la titular de Aysa quien dio marcha atrás con su pensamiento. Hace un mes, Galmarini, en el primer round del massismo con Aracre por las versiones de un desdoblamiento cambiario, ya había apuntado contra los off the record de la Casa Rosada. Sin el jefe de asesores en su despacho, ¿a quién mirará Hacienda en la próxima corrida?
Sospechosos no faltan. Como contó Letra P, Aracre almorzó con Fernández y le planteó una serie de medidas que quedaron plasmadas en un PDF que circuló. El plan que no fue. No sólo culparon al renunciado por la filtración. También apuntaron contra el canciller Santiago Cafiero, que recién volvió este jueves por la mañana de Cabo Verde. La desconfianza de un lado y del otro de Hipólito Yrigoyen es total.
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La foto entre Fernández y Massa, sumada a la salida de Aracre, que el Presidente se encargó de remarcar que se produjo porque no creyó que su jefe de asesores no hubiera promocionado su plan ante los medios, buscó calmar a los mercados que también miran la foto política del Frente de Todos. Si bien no irá este viernes a la sede de Matheu del PJ, Massa prepara su propio cónclave del Frente Renovador para el 5 mayo, una cita que la realidad argentina y de la propia dinámica del FdT le vienen demorando desde principios del año pasado.
El tigrense es el presidenciable oficialista al que más le cuesta, por su cargo, admitir que lo es. Casi tanto como a Fernández, que por otras razones (el enojo de Cristina Fernández de Kirchner) también lucha con la admisión. Cuando se desarrolle el plenario renovador faltarán aún diez días para que el INDEC difunda el índice de inflación de abril que, según sueña el massismo, será bastante menor al 7,7% de marzo que sacudió al Gobierno. ¿Quedará en clamor o la tribuna le pedirá que se lance a la carrera presidencial? "La idea es plantear que tenemos candidatos en todos los niveles si siguen jodiendo con las PASO", redoblan la apuesta cerca del ministro. El mayor impulsor de una primaria frentetodista, desde el 17 de noviembre de 2021, es Alberto Fernández.
Mientras resiste las presiones para que renuncie a pelear por su reelección, Fernández necesita de Massa tanto como el tigrense del respaldo presidencial para contener los frágiles ánimos de los mercados. Una sociedad de socorros mutuos en el plano económico, mientras por vías subterráneas, la política los sigue separando. Letra P ya contó que el cristinismo contaba con el massismo para el operativo "Armate tu propia lista", con el que desafían a Fernández a militar territorialmente una boleta 100% albertista. Después de eso, el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, salieron a caminar, jerga electoral de precalentamiento.
"Ellos lo vendieron como algo importante. No va pasar nada de eso", graficaron cerca de la vicepresidenta en la previa del cónclave en el PJ, para desmentir que su sector llevará a la mesa el mandato para reclamar que Fernández desista de una candidatura que, por ahora, no explicitó. Según la visión cristinista, fue la Casa Rosada la que sobrealimentó de expectativas la cita de este viernes. En Balcarce 50, como ya registró este medio, tildaron a la cita como una instancia burocrática.
Fue De Pedro quien deslizó que puede ser algo más. "En la primera convocatoria que se hizo (por la mesa del FdT) figuraba un temario para debatir cuál va a ser la estrategia. Con lo cual, me parece que muchos vamos a ir al consejo del Partido Justicialista a buscar una solución, una definición y empezar a ordenar nuestra fuerza política en función de una coyuntura que urge tomar decisiones para que la sociedad tenga una alternativa ante estos discursos desmoralizantes".
Este lunes Fernández compartió escenario con el ministro del Interior. Este jueves repitió con Kicillof, otra figura del universo K que ya ni se molesta en disimular su malestar. En paralelo, a diferenca de la corrida de hace un mes, Fernández no sólo echó a Aracre sino que también apuró una foto de respaldo con Massa (en una jornada frenética que terminó con otra instantánea de apoyo, con el ministro reunido con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce).
El Presidente buscó mantener esta semana una centralidad fotogénica en la previa de la aceleración de definiciones electorales, en medio de una economía que trae a la memoria la metáfora de la plomería del Titanic. La imagen que arroje la reunión de este viernes en el PJ puede dejar, como reza el refrán, más de mil palabras que serán leídas por un mercado al borde de un ataque de nervios.