La "videopolítica 4.0" parece ser el instrumento de comunicación predilecto para encarar los mensajes de campaña de este año electoral, que a poco más de tres meses de su puntapié inicial, aún aguarda por más candidaturas, renuncias y propuestas claras.
Del otro lado, se presenta un electorado que se encuentra dentro de una encrucijada unida por el desconcierto, la indecisión, el hartazgo y la falta de respuestas claras a una crisis que se profundiza con el pasar de los días.
Giovani Sartori utilizó el concepto de homo videns para describir con gran precisión a ese sujeto social que durante la segunda mitad del siglo XX fue captado por el mensaje televisivo; una revolución en la forma de comunicar, informar y entretener que pronto fue capitalizada por la clase política.
El ciclo de debates entre John F. Kennedy y Richard Nixon o el “dicen que soy aburrido” son pruebas más que suficientes de una etapa de la comunicación política que vio su fin ante el crecimiento exponencial del consumo de contenidos a demanda y sin moverme como lo garantizan YouTube, TikTok, Instagram o Twitter entre algunas de las tantas aplicaciones que invaden los Smartphone de los argentinos y argentinas.
Por eso aquel video subido a las redes en 2019 en el cual Cristina Fernández de Kirchner comunicaba la fórmula que meses más tarde ganaría las elecciones generales sorprendió tanto a propios como extraños y, tal fue la sorpresa y el manejo de la espontaneidad, que los medios informativos tradicionales quedaron en shock y se vieron obligados a improvisar análisis políticos un sábado a primera mañana.
https://twitter.com/alferdez/status/1649395866820542464
Esto marcó un quiebre en la forma de transmitir el mensaje dejando de lado estrategias clásicas como la visita al medio televisivo amigo o la inversión en mega actos en grandes espacios para demostrar capacidad de conducción y convocatoria. Un quiebre más, si recordamos que el primero lo dio Juntos por el Cambio (JxC) en la campaña de 2015 con un uso revolucionario para nuestras costas de la big data y las redes sociales.
Hoy, esa nueva videopolítica ya no será la novedad y, a saber por los anuncios recientes, parece que la tendremos incorporada de manera insoslayable dentro de la campaña electoral. Primero Mauricio Macri, luego el presidente Alberto Fernández, Soledad Acuña y, hace unos días, María Eugenia Vidal utilizaron la inmediatez que permite el tráfico de la información en las redes sociales y allí compartieron sendos mensajes para justificar su no candidatura; pero no son los únicos ni los que mejor utilizan el medio.
A decir por las pruebas, quien hasta ahora capitalizó de forma más efectiva esta videopolítica 4.0 parece ser Javier Milei, quién supo leer las inquietudes y enojos de un grupo importante de la población (en el cual se incluye una porción mayoritaria de sub 30) y desde allí logró traspasar las fronteras de outsider a un candidato fuerte que ingresó en la disputa de los tres tercios y amenaza con entrar al ballotage y dejar afuera a una de las coaliciones que se reparten el ejercicio del poder desde la salida de la crisis de 2001.
Con un discurso que se basa conceptos directos y seductores para cualquier joven, el candidato libertario supo hacer uso de las plataformas y penetrar en una generación que conoció el 1 a 1 y el neoliberalismo por las clases de historia y economía del colegio, que entiende que ser rebelde es correrse a la derecha y no hacia la izquierda como lo era a fines de los 90 luego de una sangrienta dictadura y 10 años de gobierno bajo la órbita del consenso de Washington.
El escenario electoral se encuentra partido en tercios que no dan, hasta ahora, signos que permitan avizorar un desenlace; el kirchnerismo tiene una empresa más que difícil si piensa en ser gobierno durante los próximos cuatro años y eso lo sabe su jefa política, quién no decidió si va a competir y desde qué rol, pero entiende que su capital de apoyo no se transfiere de forma directa en quien sea ungido si no está ella acompañando. Aunque esto no garantice una victoria, aumenta las chances de decir presente en una hipotética segunda vuelta.
https://twitter.com/Soledad_Acunia/status/1653489606166294529
Algo similar ocurre con los halcones y palomas de Juntos por el Cambio; el internismo crudo que atraviesa la coalición entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta genera confusión a su público menos fiel que el kirchnerista y, por lo tanto, más mudable a otras opciones, léase Milei.
Así están hoy las cosas; sin panoramas concretos, pero con una sola certeza, la videopolítica 4.0 vino para quedarse y puede ser una arena de disputa determinante en un mapa de candidatos tan ajustado y el máximo poder lo tiene la ciudadanía a la hora de cerrar el sobre e introducirlo en la urna.