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Buenos Aires, municipios, regiones y futuro: una nueva agenda bonaerense para el siglo XXI

Repensar la provincia desde sus ciudades no es una consigna ni puede ser un ejercicio ceñido a una discusión técnica, sino una necesidad política de época.

Repensar la provincia de Buenos Aires desde sus ciudades no es una consigna. Tampoco debe ceñirse a una discusión técnica. Es una necesidad política de época. En un gigante como el bonaerense, tan extenso como diverso y donde conviven realidades urbanas, productivas y sociales notoriamente distintas, seguir gobernando con lógicas homogéneas y de manera centralizada resulta, al menos, poco esperanzador frente a la necesidad de alcanzar mejores resultados.

El desafío que se abre es claro: fortalecer la capacidad de decisión local, promover la cooperación entre municipios, articular regiones con sentido estratégico y construir una agenda de desarrollo que parta del territorio y dialogue con el mundo. Es decir, pensar la provincia desde sus municipios, sus regiones y sus redes asociativas. Esto no implica propiciar la fragmentación, sino dotar a la provincia de una inteligencia política acorde al siglo XXI y a las demandas reales de la vida cotidiana de los bonaerenses.

En un mundo donde las ciudades han dejado de ser sólo escenarios supeditados a políticas definidas en otros niveles para convertirse en actrices políticas centrales y con un rol protagónico, resulta inevitable volver la mirada sobre la lógica con la que se gobierna el gigante bonaerense.

Surge el desafío de repensar las formas de organización del poder y de la gestión pública, poniendo el foco en el fortalecimiento de las capacidades locales para la toma de decisiones, más allá de cómo se resuelva el debate sobre las autonomías y su cuestión normativa, en la cooperación cada vez más necesaria entre municipios y en la construcción de una agenda de desarrollo regional con sentido estratégico.

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El conurbano de Buenos Aires, un nudo urbano que concentra inmensos desafíos para los gobiernos bonaerense y locales. 

El conurbano de Buenos Aires, un nudo urbano que concentra inmensos desafíos para los gobiernos bonaerense y locales.

Se trata, en definitiva, de empezar a mirar a los gobiernos subnacionales desde otra perspectiva. Es decir, ya no solo como ejecutores de políticas que le son ajenas, sino como actores con capacidad real de iniciativa, articulación y proyección.

Un mundo cada vez más complejo y dinámicas urbanas en plena transformación obliga a revisar las formas tradicionales de ejercicio del poder, por un lado, y a reconocer que el territorio ya no es únicamente el espacio donde se aplican políticas, sino el lugar donde esas políticas se producen, se disputan y se resignifican.

Una nueva escala para la política en la provincia de Buenos Aires

Hace tiempo que los grandes procesos políticos, económicos y sociales ya no se organizan exclusivamente desde los Estados nacionales. En todo el mundo, las ciudades y los gobiernos locales se han convertido en actores estratégicos, tanto para el desarrollo, como para la innovación, la cohesión social y la calidad democrática.

Allí donde la vida cotidiana sucede, donde los problemas se manifiestan con mayor nitidez y donde las soluciones pueden diseñarse con mayor precisión, el territorio recupera centralidad como espacio político decisivo. Esta nueva escala de la política redefine las relaciones entre los distintos niveles de gobierno y obliga a pensar esquemas más flexibles, colaborativos y adaptados a realidades cada vez más diversas.

La provincia de Buenos Aires expresa con claridad ese cambio de época. Su enorme diversidad urbana, productiva y social la configura como un territorio complejo, atravesado por realidades muy distintas a lo largo y ancho de su extensión. Áreas metropolitanas industriales densamente pobladas y continuos urbanos que se expanden conviven con ciudades intermedias, municipios portuarios y logísticos de enorme relevancia conectados al mundo, regiones agroindustriales muy potentes para el desarrollo nacional, polos universitarios y de conocimiento envidiables, y destinos turísticos y culturales significativos.

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Un enorme potencial y, a la vez, una gran disparidad. Esta heterogeneidad no solo plantea desafíos de coordinación y planificación cada vez mayores que no pueden seguir pasando inadvertidos, sino que abre la posibilidad de pensar estrategias de desarrollo diferenciadas y a la vez innovadoras, capaces de potenciar las fortalezas específicas de cada región y de construir complementariedades entre territorios.

El desarrollo no se decreta desde un centro de manera uniforme, sino que se construye reconociendo las singularidades.

Municipios, capacidad de decisión y desarrollo territorial

En este contexto, el debate relevante ya no pasa por discusiones formales o jurídicas, o al menos no solamente, sino también por una pregunta más profunda y contemporánea: cómo fortalecer la capacidad real de los municipios para decidir, planificar y ejecutar políticas acordes a su propia realidad.

Los gobiernos locales son el primer nivel de contacto entre el Estado y quienes habitan el territorio y, por lo tanto, el espacio donde se expresan con mayor claridad las demandas sociales, productivas y urbanas. Fortalecer su capacidad de decisión implica acercar la política a la vida cotidiana y mejorar la eficacia de la acción pública. Es poner la lupa en la vida de proximidad.

La experiencia internacional demuestra que los gobiernos locales más dinámicos son aquellos de mayor cercanía con sus comunidades, flexibilidad institucional y capacidad para articular actores públicos, privados y sociales en torno a proyectos comunes. La descentralización efectiva, entendida como capacidad de gestión y no como ruptura institucional, permite responder con mayor rapidez a los desafíos locales y construir políticas más sensibles a las particularidades de cada territorio.

Regiones, cooperación y otra gobernanza

Una agenda bonaerense moderna supone, entonces, animarse a pensar políticas diferenciadas según las vocaciones y potencialidades de cada región y dejar de verla como un todo uniforme. Más allá de las distintas posiciones en torno a las posibles divisiones u otros diseños institucionales que suelen esgrimirse entre intelectuales y políticos para gobernar al gigante ingobernable, y sin pensar en esas u otras posturas extremas, vale repasar algunas cuestiones como: incentivos fiscales diferenciados, herramientas productivas particulares o políticas de promoción específicas. Cada una de ellas, en sintonía con las características de cada región o conglomerado de municipios, reconociendo definitivamente que tratar por igual a territorios distintos, lejos de producir equidad, aumenta la ineficiencia. Se trata de ecualizar mejor. La cooperación intermunicipal emerge, así, como una herramienta clave para abordar problemas que exceden las fronteras administrativas y, a la vez, para construir soluciones a una escala mucho más pertinente.

Kicillof y Magario presentan el Presupuesto frente a intendentes
Axel Kicillof y Verónica Magario presentan el proyecto de Presupuesto 2026 a intendentes de la provincia de Buenos Aires.

Axel Kicillof y Verónica Magario presentan el proyecto de Presupuesto 2026 a intendentes de la provincia de Buenos Aires.

Los consorcios y otros esquemas similares de cooperación regional permiten compartir recursos, coordinar políticas y diseñar estrategias conjuntas en materia productiva, ambiental, logística, cultural o de infraestructura. Incluso, de búsqueda de financiamiento internacional y otras oportunidades a través de la cada vez más necesaria diplomacia de ciudades.

Lejos de implicar nuevas estructuras burocráticas, que podrían ser resistidas en la actual coyuntura de la provincia más relevante del país, estas formas de gobernanza en red y de manera inteligente promueven una lógica más ágil, basada en proyectos concretos, objetivos comunes y aprendizajes compartidos entre los gobiernos locales.

Pensar la provincia desde sus municipios no la fragmenta: la vuelve más inteligente, más eficiente y, sobre todo, cercana.

Vale insistir. Pensar la provincia desde sus municipios, sus regiones y sus redes no es una consigna ni un ejercicio técnico reservado a especialistas. Es una decisión política de fondo, alineada con la manera en que el mundo está pensando el desarrollo, la democracia y el futuro en el siglo XXI.

Animarse a esta conversación implica, definitivamente, renovar la agenda bonaerense, repensar las formas de gobernar el territorio y construir un proyecto colectivo capaz de transformar la diversidad en potencia y la proximidad en horizonte compartido.

Una provincia que se piensa desde sus ciudades y regiones es una provincia más justa, más dinámica y mejor preparada para los desafíos actuales y futuros.

La provincia debe pensarse a si misma, no ser pensada por otros. Es el gran desafío.

Axel Kicillof, Cristina Fernández de Kirchner y Máximo Kirchner, en tiempos de paz. 
Axel Kicillof.

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