Cualquiera sea el ámbito, a Fernández le tocará decir en voz alta más temprano que tarde si pretende pelear por la reelección. Una posibilidad natural en términos constitucionales, pero que a esta altura solo alienta un núcleo íntimo albertista, descarta absolutamente el Instituto Patria y no contempla con seriedad ningún actor de peso en el FdT, ni siquiera las autoridades provinciales que acompañaron a Fernández en batallas internas con el cristinismo, como Omar Perotti, Sergio Uñac o Gustavo Bordet, o líderes cegetistas, como Héctor Daer.
El Presidente ya hizo saber en público y en privado que está dispuesto a ceder si otro dirigente del FdT garantiza un mejor resultado en las urnas, pero quiere ponerse al frente del armado electoral. “Estamos absolutamente competitivos”, dice Fernández, que se entusiasma con las encuestas que muestran desde hace cuatro meses un descenso “por goteo” en la imagen negativa del Gobierno y una paridad entre el oficialismo y Juntos por el Cambio en intención de voto, en torno a los 33 puntos. Las mismas encuestas muestran que el espacio que lidera Javier Milei se quedaría con una porción cercana al 20 por ciento.
Nada está escrito. “La gente termina de definir su voto en los últimos 60 días. En diciembre de 2018, era una obviedad que (Mauricio) Macri se encaminaba a la reelección. En diciembre de 2014, el próximo presidente era Sergio (Massa), en mayo de 2015 era (Daniel) Scioli y en agosto resultó que era Macri”, apunta un operador del peronismo que trabaja con las encuestas sobre la mesa.
El primer mandatario está convencido de que el oficialismo tendrá en 2023 una gran interna en las PASO. “El FdT tiene que darse un sistema armónico de convivencia y resolución de diferencias. Me voy a poner al frente de ese trabajo y voy a consensuar con todos”, dijo el martes en una entrevista que le concedió a C5N. Fernández llamó a que se presenten en la contienda “los que quieran”, aun cuando eso suponga enfrentar al propio Presidente. “¿Cuál es el problema de que vayamos a una interna, si pensamos distinto?”, suele decir el primer mandatario. “Las PASO movilizan a la militancia, a los dirigentes. En 2021 quedaron 600 boletas afuera y así nos fue. Esta vez hay que darles la boleta a todos”, apunta un dirigente de primera línea del oficialismo que dialoga con el Presidente y la vice.
La disputa entre Fernández y Cristina ya tiene ribetes insólitos. El martes, en Avellaneda, Cristina convocó a una gran movilización para el próximo 24 de marzo bajo la consigna “Argentina y democracia sin mafias”. Apeló a que en 2023 se cumplen en Argentina 40 años de democracia, aunque eso sucederá el 10 de diciembre y no el 24 de marzo, cuando se conmemora la fecha del golpe de Estado de 1976, cuando comenzó la última dictadura militar. En el cristinismo se interpretó como un mensaje orientador de la vicepresidenta en términos ideológicos y de reivindicación a la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como madres de la democracia, en lugar de la exaltación de la figura de Raúl Alfonsín que hace de modo permanente Fernández.
“Que a 40 años de la recuperación de aquella democracia veamos a esa democracia con un Estado paralelo, capturada por las mafias, no es justo para los que sufrieron las consecuencias de la dictadura ni para los millones de argentinos que siguen apostando a que la democracia es la mejor manera de vivir entre nosotros”, dijo CFK.
El Presidente no se quedó atrás y dijo en las últimas horas que tiene otros planes para ese mismo día, el 24 de marzo, cuando tiene previsto convocar a las fuerzas opositoras a sellar un gran acuerdo nacional que incluya un núcleo de 10 coincidencias básicas ligadas a temas de desarrollo a largo plazo del país. Será en el marco de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, a cargo de Mercedes Marcó del Pont, con motivo de las cuatro décadas de democracia, que se cumplen en diciembre.
Así las cosas, cuesta imaginar un acuerdo por eventuales candidaturas. La grilla ya tiene varios anotados. Sin Cristina en la cancha, en el kirchnerismo asomaban como posibles representantes del espacio Axel Kicillof y Eduardo de Pedro. El gobernador ya se autoexcluyó. “El año que viene le vamos a pedir a los bonaerenses que nos acompañen a seguir transformando la provincia", dijo el jueves en un acto en La Plata, que se interpretó como un lanzamiento de campaña por la reelección. De Pedro dejó la puerta abierta. “Estoy totalmente abocado a la gestión. Y como yo, lo hacen el ministro de Economía, el jefe de Gabinete, el Presidente. La oposición quizá se anticipó demasiado. El año que viene se van a dar las discusiones”, dijo el ministro en Radio con Vos.
De Pedro agregó que las candidaturas se van a resolver en la mesa política del FdT, un espacio que el cristinismo reclama desde hace meses pero que todavía no existe en los hechos. “No hay una mesa institucional con todos los dirigentes, que es lo que muchos pretendemos, pero no tengo dudas de que ya se va a conformar”, apuntó.
En un país que navega entre crisis económicas, la sensación de estabilidad que generó Massa desde su llegada a Hacienda lo perfila como candidato natural. En diciembre, el ministro anunció el índice de inflación más bajo en nueve meses. Fue de un 4,9% en noviembre. El tigrense prometió que el número de marzo empezará con 3 y que estará un punto por debajo para las elecciones. Una cifra altísima para cualquier sociedad, pero que marcaría una desaceleración sostenida y abriría un camino de optimismo impensado a mediados del año que terminó ayer.
Abril también será un momento clave en términos de deuda. En el bimestre marzo-abril, Economía deberá refinanciar 3,7 billones de pesos. La cifra asciende a 8,2 en el primer semestre. Del éxito que tenga el canje de deuda dependerá también la suerte del ministro.
Si será el Presidente o Massa quien capitalizará en 2023 la eventual mejora en la situación económica es una pregunta que circula por los despachos de todo el oficialismo, pero que ya casi no admite debate. “En un gobierno normal, el crédito se lo llevaría el Presidente, pero este no es un gobierno normal”, apunta un dirigente todoterreno del peronismo. Por ahora, el ministro hace saber que no tiene intenciones de competir por la presidencia. Tiene tiempo para definirse, números en mano.
En paralelo, otros dos dirigentes se anotaron en la carrera, motu proprio. Juan Manzur dejará en febrero la Jefatura de Gabinete para volver a Tucumán, donde será candidato de vicegobernador de Osvaldo Jaldo. Las elecciones serán el 14 de mayo. El tucumano cree que tiene chances de convertirse en el representante de la liga de las provincias en una eventual interna del oficialismo en las PASO si consigue un triunfo contundente. Tucumán es el sexto distrito electoral del país y al peronismo no le sobran bastiones. Manzur buscará posicionarse como garante de los votos del Norte, hará pesar sus vínculos con la CGT, con parte del peronismo bonaerense -en particular, con La Matanza – y sus relaciones internacionales. El jefe de Gabinete cerró esta semana una gira por Israel, donde se reunió con presidente Isaac Herzog.
Listo para la pelea está también Daniel Scioli. El embajador ya hizo saber que, si el Presidente desiste de ir por la reelección, buscará la revancha de 2015. Como contó Letra P, en el albertismo ya hay quienes trabajan con un círculo sciolista para construir el regreso de la ola naranja. Como Fernández, Scioli alienta una gran interna en las PASO, “una pelea de alta intensidad” que permita una competencia atractiva a la altura de la disputa que tendrá Juntos por el Cambio. Inspirado por sus conversaciones con Luis Inácio “Lula” da Silva, el embajador en Brasil piensa cómo debe hacer el peronismo para capturar ese 20% del electorado que las encuestas muestran cerca de Milei. Como en el país vecino, imagina un debate corrido hacia el centro, que tenga como eje los problemas reales de la ciudadanía y no las batallas ideológicas.
Fernández lo ve con buenos ojos, al igual que al ministro de Economía. Curiosidades de la política, el Presidente mantiene con ambos un vínculo cercano y dice en la intimidad que estaría dispuesto “a ayudar” tanto a Scioli como a Massa –adversarios entre sí– si le garantizaran el triunfo al FdT. La liga de las provincias y los intendentes, mientras tanto, no le juran lealtad a nadie. Pragmáticos, se encolumnarán detrás de quien llegue mejor posicionado.
A oídos de todos los posibles candidatos llegó en las últimas horas una novedad inesperada en las puertas del año electoral. Como en 2021, Fernández dejó trascender que aquellos dirigentes de primera línea que quieran competir en las urnas deberán dejar sus cargos en el Gobierno si quieren usar su tiempo para hacer campaña. Fue la “regla ética” que impuso en las elecciones de medio término y que se cobró como víctima principal a Agustín Rossi, entonces ministro de Defensa, que tuvo que renunciar para pelear en la interna santafesina. Todavía no quedó claro a quiénes alcanzaría la norma en esta nueva edición y durante cuánto tiempo. Massa, Manzur y De Pedro tomaron nota. El tucumano ya había dicho en a su círculo más cercano que sería cuanto menos “raro” que mantuviera su lugar en la Jefatura de Gabinete mientras busca ser el sucesor del Presidente o se prepara para disputar una interna contra otros ministros.