El arzobispo Jorge Eduardo Scheinig, de Mercedes Luján, presidirá este sábado la Misa por Cristina. No por convicción, sino por mera territorialidad; condición que también hizo que fuera quien autorizara ese oficio religioso convocado por el Gobierno. Es que la basílica de la patrona de los argentinos es parte de esa jurisdicción eclesiástica, con rango particular: “Dependiente directamente de la Santa Sede”.
La resonancia de la liturgia oficialista convocada tras el intento de magnicidio a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y sus particulares connotaciones políticas en un contexto de grieta ampliada y discursos de odio, obligaban a contar con un referente episcopal y no con un simple cura raso; y Scheinig fue el pastor designado.
Porteño, de 63 años, técnico mecánico y cura del clero de San Isidro, llegó a la arquidiócesis como obispo auxiliar en julio de 2017 y el papa Francisco lo promovió como arquidiocesano en septiembre de 2019. Tres meses después hacía su debut arzobispal en la Misa por la Unidad convocada por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y que el 8 de diciembre, a solo dos días del recambio institucional, reunió en Luján al presidente saliente Mauricio Macri y al electo Alberto Fernández.
La predicación de Scheinig delante de las autoridades y las dirigencias partidarias –y con la vicepresidenta electa ausente con aviso– no pasó desapercibida. El prelado abogó por un pacto social y políticas de Estado que “transciendan los gobiernos, y que crezca un sentido de unión”. También destacó el gesto de Fernández y Macri, y lanzó un mensaje antigrieta: "Ninguna persona o grupo en soledad o aislado es la Patria. La Patria somos todos. La comunión entre nosotros no es una cuestión estratégica, hace a la esencia de lo que somos en el origen y a lo que podemos ser en el destino común".
Scheinig es también miembro de la estratégica Comisión Episcopal de Pastoral Social, que conduce el obispo jesuita Jorge Lugones (Lomas de Zamora), y ha coordinado mesas de debate –entre ellas una sobre diversificación de las realidades laborales– en las tradicionales jornadas de Mar del Plata que reúnen a la dirigencia política, sindical, empresaria y de los movimientos sociales.
En las misas importantes que celebra en la catedral de Mercedes, cabecera de la arquidiócesis, suele verse entre la masa de fieles a dos kirchneristas de fuste, el intendente Juan Ustarroz y su hermano de crianza, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro.
En plena pandemia de coronavirus, el arzobispo mercedino fue también una de las referencias eclesiásticas que levantó su voz frente al escándalo conocido como el vacunatorio VIP. Fue en febrero de 2021, cuando advirtió sobre "el mal ejercicio del poder" y llamó a una mayor responsabilidad y participación social en la vida pública. Pidió que no haya "atajos ni privilegios" y recordó que "las vacunas no deberían ser de un grupo".
De cepa bergogliana, a Scheinig no se lo identifica con ninguna de las líneas de la interna eclesiástica, más bien se lo encuadra entre los que juegan la personal junto con el arzobispo platense Tucho Fernández. En las elecciones episcopales de noviembre pasado su nombre apareció en la lista de candidatos a ocupar alguna de las vicepresidencias de la CEA, pero no obtuvo los votos necesarios de sus pares. No obstante, aseguran puertas adentro, su proyección sigue intacta.