PARANÁ (Corresponsalía Entre Ríos) Sergio Urribarri recorre la provincia desde que volvió de Israel, el destino diplomático donde fue embajador hasta que cayó sobre él la condena a ocho años de prisión efectiva por corrupción posicionándose como un imán para la militancia, aunque que su nombre puede corroer la imagen de los dirigentes del peronismo, más aun después de dos décadas al frente del gobierno provincial. “Llena porque es el único que nos convoca”, resume la dirigencia de base cuando es consultada por el fenómeno que se está sustanciando.
En los actos, el exgobernador estructura su discurso sobre dos rieles. Uno, pegarle a Rogelio Frigerio: “Debo reconocer que hay candidatos que dicen las cosas, pero deberíamos ser más porque si no este tipo anda como pancho por su casa vendiendo espejitos de colores”, se quejó respecto del mandamás de Juntos en la provincia. El otro punto de su discurso es cuestionar el ya evidente escaso grado de movilización del peronismo entrerriano: “Tenemos los mejores candidatos que pueda tener cualquier fuerza política en Entre Ríos. Entonces, hay que pedirles que salgan y después acompañarlos. Todos son mejores que Frigerio. No pueden quedarse más quietos, hay que salir”, arengó Urribarri en un acto que se realizó en el Complejo Escuela Hogar Eva Perón de Paraná, al que asistió Letra P.
La presencia de dirigentes de peso varía según la localidad en que se presente aunque, como marcábamos, es escasa. Por caso, en Concordia, la fecha anterior de la gira, estuvieron el presidente de Diputados, Ángel Giano, y el diputado provincial Néstor Loggio. La excusa del encuentro, la misma que el de la capital de la provincia, fue la presentación de un libro sobre Néstor Kirchner, autoría de Jorge Topo Devoto, en el que el exgobernador es autor de un capitulo. “Vengo por Néstor”, justificó en Paraná ante este medio un dirigente de un partido que integra el Frente de Todos.
Aquí dieron el presente tres diputados provinciales: Stefanía Cora y Juan Manuel Huss, ambos de La Cámpora, y el exvicegobernador en el segundo gobierno de Urribarri, José Cáceres, del PJ. Hubo un solo intendente: Juan Carlos Darrichón, de Diamante; y, un funcionario: Sebastián Bertoli, presidente del Instituto Becario Provincial, aunque reconocido como ídolo de Patronato por ser exarquero de ese club de fútbol. El diputado Marcelo Casaretto mandó una carta de salutación. También estuvo, en primera fila, Raúl Barrandeguy, que fue diputado del Frente para la Victoria en 2009 pero hoy es referenciado por ser el abogado de Urrubarri.
Aquí, cuando lo saludó desde el escenario, aprovechó para hacer alusión a los denominados discursos de odio. “Al odio no se lo vence con amor. Es ingenuo pensar que sí. Al odio se lo vence con política. Hay que apostar a la política”, pidió. Sobre el final de la presentación, cuando levanta la vista para repasar los presentes y saludarlos, aprovechó para reclamar sutilmente por el escaso acompañamiento de quienes, entiende, deberían estar ahí.
Antes de cada encuentro la dinámica de la convocatoria se repite. El exgobernador trajina su teléfono llamando a cada dirigente sindical, barrial o político para que lo acompañe. La secuencia es siempre similar. Unos días antes del evento, saludo por el nombre de pila, felicitación por algún motivo, invitación al acto, pedido para que traslade el convite a más compañeros y el compromiso de darse un abrazo personalmente en el “reencuentro militante”, como llaman en su entorno a estas reuniones.
El primer interrogante a despejar es qué busca. ¿Quiere incidir en el armado electoral del oficialismo o pretende ser protagonista? Aunque la Constitución Provincial no le permite otro mandato como gobernador, puede postularse a otro cargo. ¿Lo hará? ¿Apostará a un precandidato a gobernador e integrará la lista en, por ejemplo, el segmento de diputado provincial? Son incógnitas de las que ya habla la política entrerriana pero que aún no pueden ser despejadas.
Sea como consecuencia del lawfare o por la cruda realidad, su nombre es una mancha venenosa para la dirigencia frentetodista. Sin embargo, por características personales y modo de hacer política, Urribarri no se baja del caballo y sigue recorriendo los pueblos. Los tiempos se achican y las definiciones son cada vez más inminentes.