NOVENA SECCIÓN

Un Armendáriz del Siglo XXI

Los presidenciables Morales y Manes trajinan Buenos Aires sin figura para la gobernación. La teoría de las puntas que traccionan. ¿Fórmula pura o mixta?

LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) “Cuando el radicalismo se pone de pie en la provincia de Buenos Aires, irradia al resto de las jurisdicciones”. Esa ecuación simple es repetida a coro por la dirigencia radical de diversas extracciones que, con el antecedente reciente de los casi 1.300.000 votos obtenidos en las PASO de Buenos Aires por Facundo Manes, se entusiasma con dar un salto que la devuelva a la primera plana del poder político nacional.

 

La pretensión de liderar la coalición opositora es parte del andamiaje retórico boinablanca, mientras promete plantar candidaturas en todas las jurisdicciones. Ese posicionamiento fue uno de los puntos acordados durante la cena que compartieron las figuras centrales del partido, al tiempo acentúan contrapuntos con el ala dura del PRO.

 

Sin embargo, a contramano de las voces que se alzan pregonando el liderazgo radical, persiste el silencio en torno a quién será la figura para disputar la gobernación en la jurisdicción madre de todas las batallas. El tiempo corre. ¿Puede construirse una oferta presidencialista sustentable, con espalda suficiente para dar las batallas internas y externas que haya que dar, sin una propuesta fuerte en la Buenos Aires del 37 por ciento del padrón electoral del país? La pregunta fermenta como una fruta pasada de madura en suelo radical.

 

“El radicalismo va a tener una candidatura atractiva para la gobernación. Tendrá un gran ticket”, dijo Manes a Letra P. No dio nombres, pero sí ecuaciones: “Si la sociedad se enamora y absorbe el proyecto nacional que estamos proponiendo, eso va a ser un imán para la provincia. No creo que Buenos Aires se desacople del clima de época que debemos construir en la nación”.

 

Imantar la provincia con la propuesta nacional es una visión que abonan quienes fogonean la teoría de “las puntas que traccionan”, basada en trabajar candidaturas radicales fuertes a nivel distrital que, junto con la boleta de Manes en la nacional, levanten una candidatura provincial UCR pura.

 

“El radicalismo no tuvo un candidato claro a gobernador ni siquiera en el ’83; si lo hubiese tenido, no hubiese sido Armendáriz”, dice el presidente de un comité distrital potente recordando el escenario político que hace casi 40 años catapultó al saladillense Alejandro Armendáriz a la gobernación traccionado por la boleta nacional de Raúl Alfonsín. “¿Será cuestión de construir el Armendáriz del Siglo XXI?”, encubre su entusiasmo en la pregunta otra figura radical. 

 

Saltando a un presente diametralmente distinto, frentista, donde el principal socio -el PRO- hace rato está discutiendo su propia interna en campo bonaerense, el interrogante que gira en torno del radicalismo bonaerense es si se puede trabajar una candidatura presidencial propia con expectativas reales de triunfo sin un correlato puro para la boleta provincial.

 

“Es totalmente necesario” presentar una postulación radical en Buenos Aires, dicen las voces del intendentismo consultadas por Letra P, pero mantienen sus reservas sobre la voluntad real de la cúpula partidaria de avanzar sobre ese camino y no desembocar en lo que ya algunas fuentes admiten como una posibilidad: consensuar una fórmula mixta con el PRO donde la UCR vuelva a ocupar el casillero de vice, como sucedió en 2015 y en 2019 con Daniel Salvador como escolta de María Eugenia Vidal

 

Quienes empujan una candidatura pura a como dé lugar focalizan en la apuesta -materializada en recursos monetarios y militancia- a figuras no taquilleras que se vayan construyendo con el tiempo. “Si no construimos, siempre vamos detrás del otro”. 

 

¿Nombres? Maximiliano Abad, presidente del comité provincial y jefe de la bancada de Juntos en la Cámara de Diputados bonaerense. Sostiene sus recorridas, algunas de ellas en tándem, como sucedió con Alfonso Prat Gay esta semana en Bragado. Martín Tetaz, el economista oriundo de La Plata, alimenta su perfil bonaerense pese a ocupar una banca en el Congreso en representación de la Ciudad de Buenos Aires. En estos días le envió una carta al gobernador Axel Kicillof pidiéndole una audiencia. Gustavo Posse, el único intendente que tiene el partido en el conurbano (San Isidro). Esta semana se mostró como coequiper del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, en la recorrida que el candidato a presidente hizo por San Martín, el municipio de la Primera, sección donde el sanisidrense pisa fuerte.  

 

“Vamos a competir en todas las provincias y el próximo presidente será de la UCR”, enfatizó Morales, minutos después de que Posse admitiese que lucha “con armas legales” para que “se dé” su postulación a la gobernación. El jefe comunal hace los deberes e incluso, esta vez, muestra predisposición a evitar un cruce interno el próximo 13 de noviembre, fecha fijada para la elección del radicalismo bonaerense. 

 

La foto ideal de la UCR, con un pleno de candidaturas puras para 2023, mantiene por estos días la presión de las promesas de competitividad cada vez más altisonantes, maridadas con la presión del tiempo. De todas maneras, en la tropa boinablanca confían en que, ahora, la casa estará en orden para definir sus nombres y en que esa paz interna será contraste de la tormenta que se cierne sobre su adversario amarillo. “El PRO está viviendo los efectos de su primera experiencia de derrota y eso lo afecta”, dicen en alusión a 2019. 

 

Mientras tanto, Morales sistematiza sus desembarcos en el Gran Buenos Aires apelando a la “mística” radical y Manes no frena el peregrinaje de su “caravana de la Empatía”, con autos multicolores y retórica outsider para captar votos apartidarios. Con todo, a esa foto nacional le falta la cara bonaerense.

 

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