FASE M

Último primer día: el Gobierno, ante la chance final de evitar el fin de ciclo

Euforia en la Casa Rosada por la asunción de Massa. Bajo la espuma, dos desafíos: trasladar las expectativas a la calle y estar a la altura.

El clima de euforia invadió el Museo del Bicentenario. La asunción de Sergio Massa como ministro de Economía disparó las expectativas del Frente de Todos (FdT), que se rindió ante el recién llegado, pero le encomendó la difícil misión de mostrar que está a la altura de las circunstancias y que puede sacar al país de la crisis.

 

“Se viene un tiempo muy complicado, pero la enorme ventaja que tiene Sergio es que la política está ordenada. Van a estar todos empujando para el mismo lado”, apuntó ante Letra P un estrecho colaborador de Massa una vez terminado el acto de jura, que duró apenas siete minutos, el tiempo que Alberto Fernández acompañó al nuevo ministro sobre el escenario. "Estamos empezando una etapa del Gobierno que, estoy convencido, vamos a transitar exitosamente con todos y todas. A eso los convoco, para eso lo convoqué a Sergio, cuya capacidad y coraje me constan y estoy seguro que lo va a hacer muy bien”, dijo el Presidente. 

 

Una vez terminado el evento, el jefe de Estado volvió a su despacho. Massa se quedó con la centralidad. Durante más de media hora, atendió pedidos de fotos, saludos y abrazos. Entregados al clima de refundación, colaboradores y militantes celebraron con un “borombombóm, borombombóm, somos del Frente Renovador”. Duró unos pocos segundos, hasta que se respiró cierta incomodidad en los socios no representados en el cantito. El propio Massa sofocó el festejo.

 

El salón estuvo colmado por más de 700 personas, un número récord para ceremonias como estas. Gobernadores, intendentes, empresarios, integrantes del gabinete nacional, diputados y senadores asistieron a la jura del nuevo ministro con una mezcla de esperanza y ruego para la que, saben, será la última bala de plata del Gobierno y del peronismo para llegar con chances a 2023. Afuera se congregó un puñado de militantes.

 

“Ahora hay que lograr que Alberto no albertice a Sergio”, decía un hombre que camina a diario los pasillos de la Casa Rosada. Traducida, la frase marcaba la necesidad de que la figura de Massa no quede eclipsada, como pasó con otras figuras de volumen político que desembarcaron en el Gobierno, como el jefe de Gabinete, Juan Manzur – recuperó protagonismo en las últimas semanas- y el ahora exministro Daniel Scioli, que terminó afuera del gabinete.

 

Massa llegó a la Casa Rosada pasadas las 17 desde sus oficinas ubicadas en Avenida del Libertador, donde trabajó con su equipo hasta último momento. Ingresó solo y subió directo al primer piso, donde está el despacho del Presidente. Desde el Salón del Bicentenario, ubicado en el subsuelo, subieron su esposa y titular de AySa, Malena Galmarini, y sus dos hijos. En la oficina de Fernández estaban la portavoz, Gabriela Cerruti; la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra; el vicejefe de Gabinete, Juan Martín Olmos, y el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello. El encuentro fue breve.

 

Pasadas las 17.30, bajaron al Museo del Bicentenario, donde esperaban dirigentes de todo el arco del FdT. Las únicas ausencias notorias fueron las de Cristina Fernández de Kirchner y Máximo Kirchner. El líder del Frente Renovador consiguió la foto con la vicepresidenta el lunes, en el Senado. Con el diputado Kirchner se abrazó el martes, en la sesión de despedida de la Cámara de Diputados. Este miércoles, en la Casa Rosada, recibió el aliento del ministro más cristinista gabinete, Eduardo de Pedro, que lo buscó especialmente para la foto.

 

Fueron las señales de que la casa está en orden y de que las primeras medidas de Massa como ministro tienen el visto bueno del cristinismo. El líder del Frente Renovador conversó durante todo el fin de semana con el gobernador de Buenos Aires y hombre de confianza de Cristina, Axel Kicillof, como contó Letra P. En el massismo aseguran que “absolutamente todo” fue consensuado con el espacio que comanda la vicepresidenta, que sabe que vienen tiempos difíciles y que el nuevo ministro deberá tomar medidas antipáticas. "Cristina no come vidrio", repiten en Balcarce 50. 

 

Las expectativas que desbordaron el Museo pusieron en guardia hasta al propio Frente Renovador. “Son desmedidas”, dijo una fuente del círculo íntimo de Massa, que entiende que el nuevo ministro casi no tendrá tiempo de gracia. “El plazo es ya. Sergio va a dar todo de sí. Se va a jugar todo en lo personal porque siente que el país se juega todo”, agregó. 

 

En el acto estuvieron la gobernadora Arabela Carreras (Río Negro) y los gobernadores Kicillof, Raúl Jalil (Catamarca), Mariano Aricioni (Chubut), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Sergio Ziliotto (La Pampa), Ricardo Quintela (La Rioja), Oscar Herrera Ahuad (Misiones), Omar Gutiérrez (Neuquén), Gustavo Saénz (Salta), Omar Perotti (Sante Fe), Gustavo Melella (Tierra del Fuego) y Osvaldo Jaldo (Tucumán).

 

Además, hubo una presencia importante de empresarios, entre ellos, Marcelo Mindlin (Sacde), José Luis Manzano (Edenor), Daniel Vila (Grupo América), Daniel Funes de Rioja (UIA) y Francisco De Narváez (Walmart). Entre los gremialistas asistieron los cosecretarios generales de la CGT Pablo Moyano y Carlos Acuña, además de Antonio Caló, Hugo Moyano, Hugo Yasky, Víctor Santa María, Pablo Flores y Armando Cavalieri. Por los movimientos sociales estuvieron Daniel Menéndez (Somos Barrios de Pie), Fernando Navarro (Movimiento Evita), Luis D' Elía y diputados que responden a Juan Grabois, como Federico Fagioli y Itai Hagman, y la diputada Natalia Zaracho.

 

Todos se vieron envueltos por el clima que renovó la expectativa del oficialismo, que siente que está ante la última oportunidad para dar vuelta la historia después de dos años y medio de Gobierno. "La sensación es que hay alguien que va a tomar decisiones. Eso es lo central", concluyó un referente del Frente Renovador. Massa y su equipo saben que el desafío será estar a la altura de las expectativas.

 

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