En un encuentro que mantuvieron este viernes en el restaurante Happening de la Costanera porteña, las principales figuras del PRO firmaron un pacto para salir hacia adelante del fango en el que quedaron atrapados esta semana a partir de la irrupción incendiaria de Elisa Carrió. Un manual anti-Lilita, el alto el fuego inmediato y la decisión de apurar la presentación de un plan de gobierno para fijar la vista en las urnas de 2023 son las cláusulas centrales del juramento, pronunciado en una mesa atravesada por chicanas y recelos.
La cita en el local gastronómico de la Costanera norte estaba pautada desde hacía tres semanas y tenía como objetivo retomar la agenda que el partido había establecido antes de las vacaciones de invierno, en las reuniones anteriores que había celebrado, pero los dichos explosivos que soltó Carrió el lunes y el martes cambiaron todo. Como contó Letra P, empezaron a arder todos los teléfonos de Juntos por el Cambio (JxC). Las declaraciones de la exdiputada, que acusó a celebridades del PRO de mantener vínculos nocivos con el superministro todista Sergio Massa, dejó en incómoda posición al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; al diputado Diego Santilli y al expresidente Mauricio Macri.
En es contexto llegó la cúpula amarilla a la cita, en la que estuvieron la presidenta del PRO, Patricia Bullrich; los diputados Cristian Ritondo y Federico Angelini, el senador Humberto Schiavoni, su excompañero de la Cámara Alta Federico Pindeo, el ministro de Gobierno porteño, Jorge Macri; el exsecretario general de la Presidencia Fernando De Andreis y los mencionados Larreta, Santilli y Macri. La única ausente fue María Eugenia Vidal, de campaña en Mar del Plata.
Casi de inmediato y ante el pedido de Bullrich, hubo un acuerdo en plantear el “Basta, Carrió” como una regla para cuando Lilita saliera con los tapones de punta contra cualquier integrante del PRO. El propio Macri tomó la palabra para avanzar con ese punto en un ambiente de “tensión administrada”, como definió ante Letra P uno de los comensales.
Por más que al final del almuerzo se buscó dar la impresión de que todo se desarrolló sin mayores cruces, lo cierto es que Ritondo, molesto por los dichos de Carrió sobre su relación con Massa, fue el más vehemente y deslizó algunas chicanas contra Larreta y Santilli. No hubo respuesta alguna. Nadie quiso que la cuestión escalara.
Lo mismo sucedió con el rol de Macri en la discusión. Antes de la reunión, era visto como uno de los instigadores de la actitud de Carrió después de que la propia exdiputada blanqueara que todo estuvo consensuado con el expresidente. “Nadie se la jugó a sacar el tema”, contó uno de los dirigentes que estuvo en la mesa. La centralidad del exmandatario, que sigue sin definir si buscará o no un segundo tiempo, gana cada día más metros en el PRO, al punto tal de que, al término del almuerzo, el comentario que predominó es que el ingeniero sigue siendo el dueño de la pelota.
Aun en medio de ese clima de recelos, sobre la mesa hubo consenso en que la unidad de JxC no corre peligro por ponerle límites a Carrió. “Está asegurada y ahora hay que poner la energía en plantear cómo resolver los problemas de la sociedad”, sostuvo otro de los comensales.
Los que no pudieron quedarse hasta el final fueron Larreta y Santilli, que partieron rumbo a Olavarría para cumplir con su agenda de campaña por el interior de Buenos Aires. Por eso, se especuló con su salida prematura se debió a un enojo, hipótesis que fue rápidamente desacreditada.
Terminado el tema Carrió, la agenda pasó por otros tres temas. El primero, la urgencia de empezar a definir las candidaturas del PRO en las provincias y la forma en la que se les dará apoyo.
En segundo lugar, se volvió a plantear la necesidad de que la Fundación Pensar presente cuanto antes los diferentes planes de gobierno para elevar a la mesa nacional de JxC, lo que se conectó con el análisis de la situación de la administración de Alberto Fernández y la crisis económica y política que transita el Frente de Todos (FDT).
La novedad en este terreno es que, por primera vez, en el PRO ven como un problema criticarle al FdT la falta de una hoja de ruta clara para buscar generar confianza en tanto la oposición no logre determinar los ejes básicos de un programa alternativo.