Las dos caras de una misma moneda exhibió en simultáneo, casi grotescamente, como viene haciendo todo, la alianza peronista que gobierna como puede, deshilachada por una interna feroz. En el Congreso, el poder ascendente de Sergio Massa, bendecido finalmente por Cristina Fernández de Kirchner, La Jefa. Dos kilómetros hacia el río, en la Casa Rosada, el poder en repliegue de Alberto Fernández con sus mártires presenciales, Mercedes Marcó del Pont y Silvina Batakis, y otro ausente por enojo.
Las apariciones estuvieron separadas por unos pocos minutos. Primero, el Presidente protagonizó un acto sombrío en el que anunció el inicio de "una etapa... distinta". Con el ánimo indisimulablemente por el piso -incluso con señales de malestar físico-, el mandatario le tomó juramento a Marcó del Pont para un cargo que supone una durísima degradación: de mandamás de la poderosa Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) a titular de la Secretaría de Asuntos Estratégicos, una oficina de funciones difusas que quedó incluso más vacía de utilidades cuando el pacman Massa le comió la relación con los organismos de crédito. De ese despacho se fue con un portazo y un amargo "Que Dios los guarde", justamente por esa amputación, el amigo presidencial Gustavo Beliz.
¿Por qué semejante acto de autoflagelación pública? Acaso el Presidente haya querido desagraviarse y desagraviar a su tropa relevada. A Marcó del Pont, una de las figuras empujadas de su cargo por la presión de CFK, de quien destacó la gestión de la recaudación y los instrumentos de asistencia a sectores golpeados por la pandemia. A Beliz, por su "enorme capacidad" y su "moral intachable" que lo "precia con su amistad". A Batakis, aunque a la ministra que eligió para resistir el embate massista no le dedició palabras, como no lo había hecho tampoco en el acto de asunción al frente del Palacio de Hacienda. En definitiva, a él mismo. “Hemos logrado superar los tiempos de la pandemia" y "estamos tratando de superar los tiempos de la guerra", destacó. Un acto rarísimo. Una foto cruel del bando perdedor.
Apenas minutos después, la foto de la victoria. De visitante en el Senado, Massa recibía la bendición de su socia menos pensada: una foto que la vice no le dio a la fugaz Batakis y valió como las mil palabras que se sigue guardando CFK. Tuit protocolar. "La presidenta del Senado Cristina Fernández de Kirchner recibió hoy al presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa, quien asumirá el miércoles como ministro de Economía, Producción y Agricultura de la Nación", informó la Cámara alta. Corta, la bocha. Hasta ahí y, como estaba escribiendo Sebastián Iñurrieta mientras se cerraba esta nota, 48 horas antes de las medidas que anunciará el superministro. No sea cosa que el hincha de Tigre se descuelgue con un miércoles 13. No es cuestión de gastar todas las balas. A alguien hay que preservar para que, llegado el caso, pueda señalar a quienes no funcionan. El problema de Cristina es que ya no quedan muchas cabezas para exhibir en la pica. Si Massa tampoco funciona, ¿quién podrá ayudarla?