ELECCIONES 2022

Las estrategias de Bolsonaro y Lula para la batalla de octubre

Ya lanzados, afinan sus campañas para una primera vuelta que será un ballotage. Los dos objetivos del presidente y las viejas nuevas promesas del PT.

A dos meses para la primera vuelta presidencial del 2 de octubre, Brasil ya tiene confirmadas las candidaturas del actual presidente, Jair Bolsonaro, quien buscará la reelección, y la del exmandatario Luiz Inácio da Silva, quien buscará llevar a su Partido de los Trabajadores (PT) de vuelta al Palacio de Planalto al apostar por una alianza con la centroderecha. En un clima marcado por la crisis sanitaria y económica que hace crecer la violencia política producto de una fuerte polarización, el país se alista para uno de los comicios más importantes de su historia con viejas consignas que vuelven a nacer. 

 

El primer domingo de octubre, como es tradición, elegirá a la fórmula presidencial que asumirá el 1 de enero, 27 autoridades estaduales, 27 bancas del senado, 513 de la Cámara de Diputados y 1.059 asientos legislativos subnacionales. Más allá de los números, la trascendencia internacional pasará por la posibilidad de que Bolsonaro, un negacionista de la ciencia representante de la derecha iliberal, abandone el país más importante de América del Sur. Eso lo definirán las 156,4 millones de personas que estarán habilitadas para participar, lo que generará el padrón más grande de su historia con un aumento del 6,2% con relación a los comicios de 2018. Si ninguna candidatura supera el 50% de los votos, habrá una segunda vuelta el 30 de octubre.

 

Luego de algunas especulaciones, este domingo, Bolsonaro lanzó su reelección con un mensaje polarizante que estuvo dirigido a tres sectores: la justicia, las mujeres y la juventud. La primera fue una de sus principales rivales durante estos años y en la actualidad lo investiga por diversos presuntos delitos e intenta detener sus denuncias por un supuesto y posible fraude electoral. Los otros dos destinos son electorales: las mujeres representan al 52,6% del padrón y las personas de entre 16 y 18 años crecieron un 51% con relación a 2018 y aglutinan al 1,3% del total. Por eso el jefe de Estado consideró que su campaña debe “mostrarle la verdad al joven de izquierda” y habló su esposa, Michelle Bolsonaro, algo que pocas veces se vio.

 

El expresidente Lula da Silva ya hizo lo propio con su compañero de fórmula, exrival y representante de la centroderecha, Geraldo Alckimn. Su primera candidatura fue en 1989 y, a pesar de los años, tiene algunas similitudes con la actual. En aquel entonces, prometía robustecer la democracia, a pocos años de la caída de la dictadura cívico-militar, y lograr que los sectores más vulnerables no pasaran hambre. “Mi sueño es llevar tres comidas a cada mesa”, decía. Hoy, la necesidad de sanear el sistema democrático, golpeado por Bolsonaro, sigue presente y el anhelo de erradicar el hambre, como lo consiguió en 2014 bajo la administración de Dilma Rousseff, vuelve a ser una necesidad. Según la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria, los hogares que pasan hambre se duplicaron entre 2020 y 2022 y 33 millones de personas no tienen garantizada su alimentación.

 

En diálogo con Letra P, Breno Altman, analista político y fundador de Opera Mundi, aseguró que las fuerzas políticas se mueven a partir de la certeza de que Lula ganará las elecciones, pero con la duda de si lo hará en primera o en segunda vuelta. En este contexto, aseguró, Bolsonaro apela a dos estrategias. Por un lado, “trata de ofrecerle al pueblo, especialmente a los más pobres, algunas bondades sociales que le permitan mejorar su clase social”. En este punto entra, consideró, la declaración que hizo el Parlamento de “estado de emergencia”, que le permite al gobierno entregar ayuda económica por 600 reales (110 reales) y subsidiar el gas y los combustibles. Por el otro, busca “poner a la sociedad en una situación de miedo y movilizar a la ultraderecha bajo la amenaza de que el país sería ingobernable con Lula”. Acá recae, detalló, el asesinato de Marcelo Arruda, un militante del PT, a manos de un militante bolsonarista en Foz de Iguaçu.

 

Por su parte, Lula busca volver al poder a partir de la construcción de “una amplia coalición contra Bolsonaro”, que incluye a sectores que en el pasado fueron sus opositores, como su propio compañero de fórmula. “La táctica del PT es implementar una naturaleza plebiscitaria y no programática, un plebiscito entre civilización y barbarie, entre democracia y autoritarismo, a partir de la antipatía que hay con Bolsonaro”, detalló. Este le permite, primero, escapar de las acusaciones de ser “comunista” o a los esquemas políticos y, segundo, la capacidad de sumar apoyos de la centroderecha desencantada con el exmilitar al que en el pasado supo apoyar. “Está la izquierda e incluso sectores de la burguesía que siguen de acuerdo con su política económica, pero lo consideran una amenaza a la democracia”, analizó y calificó a Alckim como el máximo ejemplo de esta jugada.  

 

La alta polarización y el caudal de votos que reúnen Bolsonaro y Lula harán que la primera vuelta se viva como un ballotage y que haya poco espacio para otras candidaturas. La más importante de las que intentará romper esta tendencia será la del exaliado del PT y actual hombre del Partido Democrático Laborista (PDT) Ciro Gomes, quien todavía busca compañía para su fórmula. “No será fácil, pero es posible”, aseguró durante el lanzamiento de su campaña en Brasilia, que buscará reunir al voto que intenta escapar de los “extremos” y a los que acusa, por igual, por la crisis económica y política que vive el país. También será de la partida la senadora Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), un partido histórico de Brasil que vive una convulsión interna por el respaldo de alguno de sus dirigentes al propio PT. Quien no competirá, finalmente, será Sergio Moro, el juez que encarceló a Lula y exministro de Justicia de Bolsonaro, que se bajó para buscar un asiento en el Senado.

 

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