El "internismo exasperante" que había denunciado el exministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, terminó expulsando al titular del Ministerio de Economía, Martín Guzmán. Sin el poder de la lapicera para poder alinear a todas las secretarías que responden al Palacio de Hacienda, el funcionario alineado con el presidente Alberto Fernández sintió que se quedó sin respaldo político para contener a la inflación, domar al dólar y, especialmente, ordenar la política de subsidios en materia energética. Desde el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la relación dentro del espacio político del oficialismo se tornó hostil y maduró la decisión de dejar el cargo para que asumiera un sucesor con "peso político propio".
Fuentes del entorno del ministro confiaron a Letra P que Guzmán le transmitió personalmente a Alberto Fernández su decisión de renunciar. El jueves, en una charla a solas en la quinta de Olivos, el ministro le reclamó el control total de la Secretaría de Energía para poder implementar de manera completa el plan de subsidios, pero Fernández ignoró ese pedido. A sabiendas de la respuesta, el funcionario hizo el planteo de vacío de poder en la conducción del Ministerio y le dejó poco margen al jefe de Estado, porque evidenció el desgaste que el propio Presidente tiene en las tensiones que mantiene con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner e incluso con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.
"Las diferencias políticas dentro del oficialismo se tornaron un impedimento para tomar decisiones en el propio ministerio. No se trata de desgaste en la gestión ni de problemas personales. La renuncia es porque, sin capacidad de conducir y de implementar las medidas necesarias para lograr los objetivos planteados, es inviable cualquier aptitud técnica", dijeron fuentes de su entorno, en diálogo con Letra P. Por eso, Guzmán piensa que su salida ayudará a Alberto Fernández. "Tiene que venir un ministro con poder político", se sinceró el renunciante.
La nueva crisis de sábado, que puso en alerta al Gobierno por los efectos que podrá tener en el mercado financiero cuando el lunes abra la rueda, tuvo un disparador: "El internismo". Además de los chispazos entre el jefe de Estado y CFK, que incluyeron amenazas de ruptura de parte del Frente Renovador, la tercera pata de Todos, jugó la "imposibilidad" de poner en marcha el plan de segmentación de subsidios que había ordenado Guzmán, pero que no contaba con el respaldo de los funcionarios que controlan casi toda el área de Energía, responden políticamente a La Cámpora y se nutren técnicamente desde el Instituto Patria.
La segmentación había quedado en manos del subsecretario de Planeamiento Energético, Santiago López Osornio, enfrentado fuertemente con el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo; los interventores del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), Federico Basualdo; y del Ente Regulador de Electricidad (ENRE), Soledad Manín, y el titular de Energía Argentina, Agustín Geréz.
Con una jugada de Guzmán, eliminó de la intervención por los nuevos cuadros tarifarios al camporismo y prometía poner en marcha la segmentación sin la ayuda de Energía. Sin embargo, su implementación quedó varada y dejaba sin margen de maniobra al ministro de Economía.
De hecho, el camporismo siguió atónito los traspiés que López Osornio tuvo con la segmentación. Dejó vacía la silla en las audiencias públicas y hasta plantó a los enviados de los gobernadores en una reunión que había sido convocada por él mismo para explicar la modalidad. "Tuvo que pedir ayuda en otra parte del Gobierno", se quejaron en Energía, por la falta de diálogo. La comunicación estaba totalmente rota, según confiaron a Letra P desde ambos escritorios.
"Hay un manejo muy irresponsable de parte de esos funcionarios", se quejó en diálogo con Letra P una fuente del entorno de Guzmán. El equipo que había armado el ahora exministro de Economía se enteró de la salida "por los medios de comunicación", según señalaron algunos de ellos a este medio. Lo cierto es que el reclamo de concentración de poder en el gabinete tenía un límite y en otros ministerios leyeron que ese pedido buscó forzar la salida.
El plazo de tres meses que le puso el Presidente para domar la inflación chocará con una realidad: en junio, la remarcación de precios estará muy cerca de la de mayo y julio podría repetirse. Así las cosas, el año cerraría con subas internuales del 75%.
Si bien no estaba la confirmación oficial, con Guzmán se fueron todos los secretarios que respondían a su gestión, incluyendo al de Hacienda, Raúl Rigo, clave en el andamiaje de los atormentados bonos en pesos; Ramiro Tosi (Financiamiento), y al secretario de Comercio Interior, Guillermo Hang, que tenía que redondear el acuerdo de continuidad de Precios Cuidados, que vence el jueves de la semana próxima.