La espera se acabó en Colombia, que este domingo eligió a su futuro presidente en el ballotage más incierto e importante de las últimas décadas. Pasadas las 18, comenzó el recuento de votos de los comicios que se desarrollaron de manera tranquila y donde casi 39 millones de personas estuvieron habilitadas para ir votar entre el candidato de la izquierda, Gustavo Petro, y el ingeniero outsider, Rodolfo Hernández.
El primero de los candidatos en votar fue Hernández, en el Colegio Santander en su Bucaramanga natal, ciudad donde saltó de la actividad privada como exitoso empresario de la construcción a la política como su intendente. Acompañado de su familia y de la militancia, el candidato de la La Liga de Gobernadores Anticorrupción anticipó que esperará los resultados en su casa, como lo hizo durante la primera vuelta que lo convirtió en una sorpresa incierta del escenario nacional a uno de los posibles sucesores del actual mandatario, Iván Duque.
Por su parte, Petro, luego de asistir a misa, votó cerca del mediodía en Bogotá, donde llamó a la ciudadanía a “salir a votar masivamente” y convocó a “derrotar cualquier intento de fraude con una votación masiva”. Estos fueron dos puntos centrales de los discursos que brindó durante los últimos días. Por un lado, la necesidad de aumentar la participación electoral -en un país donde no es obligatorio ir a sufragar- para mejorar su propio caudal; y, por el otro, las sospechas que esgrimió contra las autoridades electorales a quienes acusa de estar influenciadas por el oficialismo en favor de su contrincante y sobre el software que se realiza para contar los votos. A pesar de que la Registraduría Nacional, el ente encargado de realizar el escrutinio, rechazó estas acusaciones existe el temor a un posible desconocimiento de los resultados de esta noche o a la necesidad de realizar una auditoría que genere incertidumbre en un país ya golpeado por la violencia política.
A pesar de que en la primera vuelta electoral de mayo Petro ganó con el 40,34% de los votos y Hernández alcanzó el segundo lugar con el 28,17%, el resultado de esta noche es una incógnita. La diferencia alcanzada en ese entonces no es garantía para la izquierda, que enfrenta a un rival que también busca representar las demandas de “cambios” que exige la sociedad ante un modelo nacional agotado por la desigualdad, la pobreza, la corrupción y la violencia política. A raíz de esto, se anticipa un cambio de rumbo en el país históricamente gobernado por la derecha, pero aún no se sabe hacia dónde. Esa incógnita entre una variación hacia la izquierda y el progresismo o hacia la antipolítica.
Si bien las encuestas previas a la jornada anticipaban un empate técnico, Petro aseguró que los sondeos lo “ponen muy por encima sobre el otro candidato. “Lo único que nos queda ya por enfrentar es el fraude”, advirtió al indicarle a sus equipos fiscalizadores que controlen las boletas. Por su parte, Hernández le respondió a través de Twitter, donde aseguró que “en la democracia la única medición válida es el escrutinio”. “No insista en crear un ambiente de fraude basado en chismes. Sea serio”, le recriminó en un cruce tuitero que calienta la espera.
Petro apeló a una mayor participación ciudadana, que en mayo llegó al 54,9% -un número alto para Colombia- para que su tercera candidatura sea la vencida. Mientras tanto, Hernández buscó, por un lado, que el voto “antiPetro”, por su pasado como guerrillero, su programa de izquierda y sus vínculos con el chavismo, se encolumne detrás de su candidatura; y, por el otro, que la insolvencia de su discurso, los errores de su pasado (como cuando le pegó a un concejal o cuando dijo que “lo idea sería que las mujeres se dedicaran a la crianza") y su falta de experiencia no mermen su base electoral.