ROSARIO (Corresponsalía Santa Fe) Más que cortesano, Horacio Rosatti parece querer sintonizar con el calificativo de supremo. El presidente de la Corte y del Consejo de la Magistratura estampó un nuevo mojón en su acumulación de poder y se puso al frente de la compleja lucha contra el narcotráfico, tema que en la dirigencia política siempre muere en lo declamativo. Con un discurso de tono estadista en un encuentro en esta ciudad sobre la problemática, bajó línea política, hizo reclamos al Gobierno y mandó directivas, no sólo de enfoque judicial sino político. ¿Tiene otro plan? ¿Quiere volver al barro de la política partidaria?
Alimentaron las especulaciones la experiencia política del magistrado y su centralidad en la disputa de poder actual. Con todo esto subió al escenario de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en el marco de un mensaje de respaldo conjunto de jueces y juezas y operadores de la justicia federal por el momento de extrema violencia en la ciudad, y preparó un elaborado y contundente discurso que dio lugar a interpretaciones políticas.
En primer término, aprovechó que ningún dirigente de peso abordó históricamente el narcotráfico con contundencia y, en este sentido, rezó casi una proclama. Sin embargo, su exposición no se redujo a un abordaje jurídico. “No se puede luchar sin una batalla cultural previa, sin un Estado consolidado, una sociedad comprometida; tres factores que deben estar acompañados de una decisión política muy firme, clara y contundente. Sin esos valores, el narcotráfico tiene tierra fértil. Es imprescindible retomar un camino que la Argentina no recorrió o lo recorrió mal; por eso tenemos estos resultados”, sostuvo el peronista inorgánico.
Primer aviso a la dirigencia: vocación y proactividad. También, tocó nervios que se activan desde lo ejecutivo. “La decisión política no debe limitarse a brindar las herramientas para combatir el delito (...) Debe procurar la inclusión social, la cultura del trabajo y respeto por el prójimo”. Un minuto después, insistió. “La decisión política es fundamental; tiene que ser expresada por toda la sociedad, pero en particular por los tres poderes del Estado… cultura del trabajo, respeto por el prójimo, inclusión social”, enumeró lentamente quien fue intendente de Santa Fe hace más de 20 años por el justicialismo.
En este ensayo de arquitectura del Estado, también hubo lugar para los reclamos al Gobierno. Solicitó más “participación para el rediseño del mapa judicial”, pero también tocó un tema sensible: las vacantes en la justicia, principal falencia del sistema judicial para luchar contra el narcotráfico. “No se puede declamar que se pretende combatir el narcotráfico y, después, no hacer lo necesario para cubrir las vacantes existentes. La declamación va por un lado y la realidad por otro”, dijo y disparó en tono de explicación: “Cuando hablo de vocación política, hablo de estos hechos concretos”.
Una y otra vez, marcó los lineamientos que debe perseguir un Estado, incluso respecto al rol de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), largamente criticada por sus espurias actividades fuera de la ley. “Una Inteligencia inteligente y democrática, cuya relevancia no puede ser subestimada para el combate de este delito, y, si la hemos subestimado, debemos dejar de hacerlo. Si trabajó por fuera de los parámetros constitucionales, debemos hacer que trabaje en estos parámetros. No invalida el instrumento, sino lo contrario”.
También envió un mensaje para empatizar con la ciudadanía que sufre el flagelo. “No hay neutralidad posible. Todo aquel que tiene responsabilidad debe saber que la indiferencia no es neutralidad, sino complicidad. (...) La gente común quiere saber de qué lado está cada uno. Estamos del lado de la ley, de la defensa, de la inclusión y de la convivencia pacífica y queremos que se note quienes están del otro”.