LA ECONOMÍA Y LAS URNAS

Actividad y salario, los polos de la pelea de Todos y el dilema de 2023

El mercado le cree al Presidente: habrá crecimiento este año y el que viene. ¿Alcanza con eso? Inflación e ingresos, talón de Aquiles. El lugar de la política.

Pese a que abundan las zozobras económicas y políticas, al menos en materia de crecimiento del nivel de actividad, los analistas privados comienzan a converger con el pronóstico oficial: mientras el Gobierno habla en público de que la expansión del producto bruto interno (PBI) será este año del 4% y en la interna se ilusiona con algo más, el mercado mejora sus proyecciones y las extiende a 2023. Sin embargo, la inflación es un barrilete y, al volar tan alto, complica la recuperación del consumo popular. Uno y otro extremos resumen los polos entre los que se dirime en estos días calientes la pelea a cielo abierto del Frente de Todos, una que se vincula con los desafíos del presente pero, también, acaso en mayor medida, con los del próximo ciclo electoral.

 

La última edición del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), el informe mensual que realiza el Banco Central en base a las proyecciones de especialistas locales y extranjeros, arroja una mejoría de los pronósticos de crecimiento para este año, a 3,2% del PBI. Sin embargo, el top-10 de quienes más aciertan en esa variable ya eleva la previsión al 3,7%.

 

En tanto, el promedio de las opiniones prevé una expansión –modesta, pero expansión al fin– de 2,1% para el 2023 electoral e, incluso, para 2024.

 

Fuente: Relevamiento de Expectativas de Mercado.

Un trabajo más detallado al respecto de la consultora Ecolatina indica que, si el año pasado la economía recuperó todo el terreno perdido en el Gran Confinamiento de 2020, “las expectativas para la actividad muestran que el sendero de crecimiento seguiría hasta, al menos, las próximas elecciones presidenciales”. Según esa firma, el crecimiento sería algo menor que el esperado por el Gobierno y el que surge del REM: del orden del 3%. El año que viene repetiría esa foto, añade.

 

No se trata de números que deslumbren, pero marcan expansión y reafirman las esperanzas de Alberto Fernández y de Martín Guzmán acerca del inicio de un ciclo de crecimiento que, en lo político, abra un nuevo panorama para el ala moderada del Frente de Todos.

 

“De materializarse estas proyecciones, podrían encadenarse tres años consecutivos de crecimiento sostenido, algo que no sucede desde hace más de una década. Más aun, en 2023, el nivel de actividad también podría alcanzar los mayores valores de la serie”, agrega Ecolatina.

 

Sin embargo, la recuperación de lo perdido entre el final traumático del gobierno de Juntos por el Cambio desde 2018 y la pandemia palidece cuando se incorporan al análisis variables como “la comparación regional, el crecimiento poblacional y, sobre todo, la dimensión social”. En este punto se inserta la crítica del sector que responde a la vicepresidenta, Cristina Kirchner.

 

En efecto, continúa la consultora, “al mismo tiempo que Argentina lograría en 2023 recuperar el terreno cedido desde el último nivel máximo” de su PBI en 2017 e incluso incrementarlo en 0,9%, en el mismo período “el mundo habrá crecido 18,8% y la región, 5,7%”.

 

Fuente: Ecolatina.

El estudio recuerda, con todo, que en 2017, cuando el PBI alcanzó su máximo nivel, el país contaba con 44 millones de habitantes, dos millones menos que hoy, “lo que implica que el producto por habitante todavía no recuperará lo perdido. Más aun, teniendo en cuenta el factor poblacional, el nivel máximo de PIB per capita no se alcanzó en 2017 sino en 2011, momento desde el cual la economía argentina mostró un desempeño errático en materia de crecimiento. De esta forma, prevemos que en 2023 el PBI será similar al de 2017, pero 5% menor en términos per capita, todavía ubicándose 11% por debajo del máximo alcanzado en 2011”.

 

Más allá de esos números macro, cabe preguntarse por el nivel efectivo de los ingresos, lo que arroja que, entre 2017 y 2023, el poder adquisitivo del salario sufriría “un fuerte deterioro: durante el año pasado, el salario real fue casi 20% inferior al de 2017 y no se espera que se recupere significativamente este año ni el próximo; de hecho, proyectamos que cerrará 2023 con un deterioro promedio de 16,5% respecto a 2017”.

 

Hace poco, el Gobierno festejó los datos del mercado de trabajo. "La recuperación es muy fuerte: la tasa de empleo creció a 43,6% y la tasa de desempleo bajó a 7%. Esto significa 1,1 millón de empleos más que en el primer trimestre de 2019, a pesar la pandemia”, dijo Guzmán el 24 de marzo. Con todo, Ecolatina explica que dado que para el año próximo “la cantidad de trabajadores formales se habrá incrementado en casi 5% (…), a lo largo de estos años tendremos una mayor cantidad de trabajadores, pero con salarios más bajos en términos reales”.

 

  “Esto indica que la situación entre los dos valores ‘similares’ de PBI (2017 y 2023) será bien distinta en términos sociales y posiblemente la tasa de pobreza sea el dato que mejor condense esta diferencia: promedió 27,2% durante 2017 y prevemos que la elevada inflación obstaculizará su descenso desde los niveles actuales –fue de 39% en 2021– en los próximos dos años”, añadió el informe.

 

Así las cosas, mientras Fernández se aferra al retorno del crecimiento económico y la creación de empleo, sus críticos internos le advierten que la remuneración del trabajo sigue siendo un debe importante de su gestión y que la situación social quema.

 

Esto plantea, en paralelo, un problema político. ¿En qué medida quienes votaron la fórmula Fernández-Fernández de 2019 seguirán pensando el año que viene que el Frente de Todos es un artefacto útil, no ya para ganar la contienda presidencial, sino para llevar adelante el país?

 

¿Insistirá el Presidente con su candidatura, aferrado a la idea de un rebote económico salvador? ¿Insistirá Cristina con la fórmula de una candidatura moderada –encarnada en otro nombre– como mascarón de proa y la de una figura kirchnerista –ella misma o no– en segundo lugar? En caso contrario, ¿irá el cristinismo con una fórmula propia a quemar las naves?

 

En suma, el dilema es claro: ¿resistirá la marca del Frente de Todos esta tormenta?

 

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Javier Milei

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