GUERRA A LA INFLACIÓN

El Círculo Rojo es escéptico y tiene su propio plan para frenar los precios

Las grandes empresas critican el "intervencionismo" y piden reglas claras y clima de negocios. La resistencia.

Desde la trinchera, el bloque de las grandes del país, que remiten en el poderoso Grupo de los Seis (G6), se desmarcaron de las medidas antiinflación que el presidente Alberto Fernández preparó para ponerle un techo a los precios de la canasta básica en la denominada guerra contra la inflación que el mandatario lanzó este viernes.

 

Con críticas a la intervención del Estado y a la mayor presión impositiva para abaratar los alimentos, el Círculo Rojo reclamó la “normalización” de las variables macroeconómicas, centradas en el achique del déficit fiscal, el control de la emisión monetaria y la liberación de reglas para permitir “clima de inversiones”.

 

Consultados por Letra P, referentes de tres entidades productivas admitieron que cunde el malestar por la profundización de medidas de intervención del Estado en los negocios del sector privado y pronosticaron el “fracaso” de las medidas que el Gobierno impulsa para frenar los precios.

 

“Cualquier medida que se tome no va a funcionar”, disparó el titular de una de las centrales gremiales-empresarias que integran el G6. Es un resumen de la posición que el poder económico tiene sobre las políticas de intervención en los negocios privados.

 

En diálogo con Letra P, el presidente de la hilandera más poderosa de la Argentina, TN & Platex, Teddy Karagozian, afirmó que “la responsable” de la suba de la inflación “es la falta de empleo privado, que carga sobre el Estado empleo público y subsidios que hacen caros a los productos por los impuestos que contienen y que obligan a emitir para pagar el exceso de gastos sobre ingresos”.

 

“Los responsables son los políticos, pues todos estuvieron todos en el Gobierno. La Mochila Argentina (el plan que diseñó para crear un fondo para eliminar las indemnizaciones) resolvería esto promoviendo el empleo privado y permitiendo el paulatino descenso del gasto público. Todo lo otro ya se probó y no sólo no funcionó, sino que aumentó la inflación y la pobreza”, afirmó Karagozian. Sin ser parte del G6, el empresario textil mostró una imagen del pensamiento del poder económico.

 

El presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), Mario Grinman, recordó que “el problema de la inflación en la Argentina es de nunca acabar”, al señalar que “en los últimos 70 u 80 años existe un promedio de 50% anual de inflación”. “Es un problema que está arraigado a la sociedad, lamentablemente”, se resignó.

 

Grinman admitió su descreimiento sobre el nuevo paquete antiinflación. “Las medidas a las que recurrieron los distintos gobiernos, llámense Precios Cuidados o congelados, no funcionaron aquí ni en el mundo”.

 

Para el jefe de la CAC, la inflación “es la consecuencia de lo que se haga en el frente fiscal y monetario”, porque, si bien señaló que “hoy puede aumentar el tomate por una helada y mañana el petróleo por una guerra”, aclaró que el fenómeno “se explica fundamentalmente por la macroeconomía”.

 

“La lucha contra la inflación debería basarse en mejorar esos frentes y no poner trabas a la actividad empresaria. La mayor incertidumbre y el intervencionismo terminan por generar menor inversión, con mayor falta de bienes y servicios, menos generación de empleo genuino”, le dijo Grinman a Letra P y señaló que “lo que se necesita es clima de negocios, con reglas de juego claras y estables”. Además, pidió “un fisco que se ordene, que reduzca su déficit con una racionalización de los gastos y un combate a la evasión y no con mayor presión sobre los contribuyentes cumplidores, que ya estamos asfixiados de tanto impuesto”, sostuvo.

 

Aunque off the record, no quisieron evitar su mirada los constructores y los industriales. Desde la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) admitieron su “escepticismo” acerca del eventual éxito de la guerra oficialista. “Desde que tengo memoria, los distintos gobiernos trataron con medidas de controles de precio, ley de abastecimiento y otras intervenciones y nunca lo consiguió nadie”, admitió una fuente consultada por Letra P.

 

En la cámara, que reúne a las grandes constructoras del país y mantienen un fuerte vínculo con el Estado por las obras públicas, creen que, “si no se baja la emisión monetaria, como sucedió en la década del 90, la inflación no bajará como corresponde”. “Si bien es multicausal, como dice todo el mundo, lo primero que se debe hacer es bajar la emisión espuria. Para eso, hay que bajar el déficit fiscal y no creo que sea posible”, se resignó el empresario consultado.

 

En la Unión Industrial Argentina (UIA) afirmaron que “la inflación es un fenómeno macroeconómico” y, si bien admitieron que “puede haber alguna herramienta particular para un sector”, aclararon que, “en general, con estos niveles de inflación, tienden a haber poco margen de acción”.

 

“Argentina tiene un problema de inflación desde hace diez años. El gobierno anterior lo dejó en un nivel más alto por las devaluaciones. Ese nivel bajó en 2020 por diferentes motivos y en 2021 volvió a nivel alto, donde hay que tener en cuenta una inflación mundial importante que le echó más leña al fuego”, analizó para Letra P uno de los integrantes de la mesa chica de la UIA.

 

Para los industriales, existe una oportunidad después del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para “intentar un marco en donde las variables principales macroeconómicas, que son el tipo de cambio y la brecha cambiaria, más la tasa de interés, las tarifas y la relación precios-salarios, que intente resguardar los ingresos reales, pero con un nivel de precios más bajos”.

 

“Esto es complicado en un contexto en el que hay que corregir precios relativos y con fuerte presión internacional”, admitió la fuente consultada y alertó que “es necesario entender que el mundo está presionando con más inflación”.

 

En definitiva, el Círculo Rojo cree que la guerra será larga y tediosa y que el final será una victoria de la inflación y una puerta para lograr una serie de reformas que deje a las empresas con menos impuestos y las manos libres. Mientras tanto, seguirá en la trinchera.

 

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