Alberto Fernández palmeó la cabeza del fundamentalista Gildo Insfrán y le dio el micrófono. El formoseño fue uno de los pocos participantes del acto del PJ en Catamarca que usó protección contra el COVID 19: para hablar, tuvo que quitarse los dos barbijos que llevaba superpuestos. Sobre el escenario catamarqueño, donde se celebró el 76 aniversario del primer triunfo de Juan Domingo Perón, hubo nuevamente ensayo de unidad. La mayoría se sorprendió con el convite, porque no es una efeméride que suela celebrarse. A todos y a todas les avisaron con apenas un día de anticipación. El grupo más sorprendido fue el catamarqueño, que estaba organizando una visita presidencial, por otros temas, para el próximo 2 de marzo y una serie de actividades para Cristina Fernández, que planeaba viajar el 8 de marzo. Ahora dicen que la vicepresidenta no irá.
Cuando el Presidente pidió que se organizara el acto, todavía Vladimir Putin no había ordenado la invasión a Ucrania. Otra vez le falló el sentido de la oportunidad a Alberto Fernández, que no logró repercusión excepto porque en su discurso prometió no subir tarifas más de lo ya anunciado. Incluso subió al avión presidencial a Eduardo de Pedro, con quien acaba de reconciliarse. Lejos de la tensión post-renuncias kirchneristas, la transmisión en vivo por redes dejó ver al ministro cuchicheando con el ministro de Defensa, Jorge Taiana, y con el de Seguridad, Aníbal Fernández. La postal final fue con el jefe de Estado y su ministro del Interior abrazados en el centro del escenario, ambos con los dedos en V como si compartieran una fórmula presidencial. Juan Manzur, el jefe de Gabinete, quedó en el margen de la imagen.
En las recorridas previas, el Presidente compartió auto con la exgobernadora Lucía Corpacci y el actual mandatario, Raúl Jalil, que estuvieron a cargo de la logística. En la combi que los seguía con el resto de la comitiva, sólo se hablaba de la necesidad de mostrar cohesión camino a 2023. Se vieron sonrisas y muestras de afecto recíprocas, aunque no se notó la paridad vigente en la mesa nacional que declamó Corpacci levantándole el brazo a la otra vice, Cristina Alvarez Rodríguez. De las autoridades partidarias dieron el presente los gobernadores Insfrán, el local y Ricardo Quintela, de La Rioja. Hubo cinco ministros nacionales, de los cuales el más efusivo a la hora de cantar fue el de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, mientras el más prudente fue el de Desarrollo, Juan Zabaleta, que no se quitó el barbijo. Tras hacer noche en la capital provincial, donde hubo cena con alta rosca política, Zabaleta cambió de rumbo y, junto a Manzur, se fue de Catamarca a Tucumán para una serie de actividades con Osvaldo Jaldo, el interino. En Catamarca también estuvieron Victoria Tolosa Paz, otra intensa corista para la marcha peronista, y Héctor Daer en su triple rol de integrante de la conducción de la CGT, miembro del Consejo y amigo del Presidente. También a él le avisaron apenas poco antes de partir.
"No se compren una pelea que no existe", alzó la voz Corpacci contra la oposición y los medios. Coincidió con ella Insfrán: "No soy el que esconde embarazadas", se defendió de las denuncias durante la pandemia y se definió "peronista" y "cabecita negra".
En el acto, el locutor leyó un solo mensaje de adhesión, el que envió el nuevo jefe del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados, Germán Martínez, que no viajó porque no integra la mesa del Consejo Nacional y porque no quiere desviar su atención de su misión prioritaria, conseguir votos propios para el acuerdo con el FMI. Sin confirmación sobre la agenda presidencial, Sergio Massa acababa de instruír a la secretaría parlamentaria para que dejara abierta la mesa de entradas este lunes, feriado de carnaval. Por las dudas.
Massa no se muestra mucho estos días, pero teje sin pausa por detrás. Arrancó la semana negociando con el Presidente y la oposición, tomó distancia de la Cancillería con un duro comunicado en contra de la invasión rusa a Ucrania y el viernes sumó más poder interno celebrando la confirmación de la presidencia de ARSAT para uno de él, el economista Matías Tombolini, que pasará del Banco Nación a la empresa nacional de telecomunicaciones. También un massista, Claudio Ambrosini, está al frente del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom).
El viernes, por fin el Presidente llegó a Corrientes, vía Posadas, donde la tormenta eléctrica tuvo en vilo a la dirigencia política. El correntino Gustavo Valdés desafió las condiciones climáticas y fue a su encuentro. Juntos, sobrevolaron el norte provincial, donde todavía hay focos de incendios por apagar, y los Esteros del Iberá. El jefe de Estado llegó sin agenda y le propuso al gobernador visitar la Escuela Familiar de Agricultura Ñandú Roga, base de operaciones de brigadistas, integrantes de los ejércitos argentino y boliviano y del Servicio Federal de Manejo del Fuego. Cuando el helicóptero aterrizó, el radical se topó con un acto peronista. Incómodo, rodeado de ministros nacionales y a la par de su colega de Misiones, Oscar Herrera Ahuad, no se quejó y agradeció la ayuda ratificada por los funcionarios y los nuevos aportes que le prometieron.
Otro evento que pasó inadvertido por las noticias ucranianas fue la sesión preparatoria en el Senado donde Cristina Fernández reapareció y de muy buen humor. Hay un dato para subrayar: por primera vez, la cámara alta tiene casi todos los cargos ocupados por mujeres. A la vicepresidenta la sucede la santiagueña Claudia Ledesma Abdala; por la UCR quedó como vice Carolina Losada y por el PRO es vicepresidenta Guadalupe Tagliaferri, referenciada en el larretismo. El único varón con cargo parlamentario es Maurice Closs, exgobernador de Misiones por el Frente para la Concordia. A la inversa, los bloques e interbloques son todos presididos por hombres, aunque Anabel Fernández Sagasti sigue como dos de José Mayans.
El trío oficialista Kirchner-Mayans-Fernández Sagasti festejó en el Salón Eva Perón, detrás del recinto, en la inauguración de "Evita soberana", un acrílico de 1,10 metro por tres. Hubo selfis con el artista plástico Eduardo Gonet. Feliz, la vicepresidenta no paraba de aplaudir.