La pandemia dejó al desnudo el funcionamiento del sistema escolar y el papel que asume la escuela en la cotidianeidad de las familias de diferentes clases sociales. La cuestión se convirtió en un problema social de tal magnitud que se moldeó al son de la grieta política y mediática. La oposición facturó en las elecciones el discurso de escuelas abiertas que sostuvo apenas la pandemia dio un primer respiro en los últimos meses de 2020 y se apropió de la bandera de la presencialidad. El Gobierno reaccionó luego de la derrota electoral de 2021 y tomó esa agenda como propia. "Tenemos que hacer una epopeya para que vuelvan” quienes se fueron de la escuela con la pandemia, resumió hace unos días el ministro de Educación, Jaime Perczyk.
En ese escenario de lucha por la bandera de la educación, el presidente Alberto Fernández había lanzado, en agosto del año pasado, el Plan Federal Juana Manso, que retomaba parte del espíritu del programa Conectar Igualdad. Este año, a través del decreto 11/22, relanzó el programa de inclusión digital educativa Conectar Igualdad, creado en 2010 bajo la gestión de Cristina Fernández, el cual se convirtió en uno de los emblemas del gobierno de la actual vice. Durante el mandato de Mauricio Macri, fue sustituido por el programa Aprender Conectados, que implicó una caída significativa en las netbooks entregadas, entre otros aspectos.
Los diferentes estudios sobre el impacto de esta política pública sostienen que el acceso material al dispositivo tecnológico fue un avance y un primer paso para minimizar las fracturas digitales. De acuerdo con un informe de Prince y Cooke (2011), luego de dos años de iniciado el programa, el parque de computadoras en provincias relegadas como Jujuy y Chaco había aumentado un 40% y en Formosa, un 50%. No obstante, algunas de las investigaciones advierten que no fue suficiente.
Hoy, Conectar Igualdad tiene una segunda oportunidad cuya implementación se enfrenta a múltiples desafíos que abarcan aristas disímiles de mayor y menor complejidad, por lo que exige de un operativo quirúrgico para lograr el funcionamiento de todos los engranajes. Incluye garantizar la conectividad en las escuelas, la capacitación y la asistencia en el aula a docentes y estudiantes en el aspecto técnico-pedagógico, el diseño de contenidos atractivos y hasta cuestiones operativas tan sencillas como proveer soluciones rápidas de reparación de las computadoras dañadas, para que no terminen abandonadas en un depósito.
Asimismo, otro aspecto es la utilización de los sistemas operativos libres. La licitación de las netbooks exigía como requisito la instalación de Microsoft Windows 10, además de la versión 5 de Huayra GNU/Linux de uso libre. El sistema dual-boot permite qué sistema elegir al encender el dispositivo. Asociaciones y especialistas repudiaron esta iniciativa y advirtieron que el uso naturalizado del sistema de Microsoft invisibiliza sus desventajas, tales como la utilización de datos personales y la vulnerabilidad técnica. En esta dirección, Matías Bordone, docente y miembro de Fundación Vía Libre, plantea que refuerza un monopolio y genera gastos innecesarios de fondos públicos mediante la compra de licencias al gigante tecnológico, pagadas usualmente en dólares. Bordone agrega que dificulta la exploración y aprendizaje de los recursos digitales por parte de los y las estudiantes, que se vuelven usuarios cautivos.
En el acto de presentación del programa en 2010, CFK expresó: “Quiero terminar con la palabra igualdad signo distintivo del bicentenario” porque “es el gran instrumento liberador de las sociedades y de los pueblos”. Ya pasaron 12 años. Los jóvenes que hoy tienen entre 25 y 29 años fueron quienes obtuvieron las primeras netbooks distribuidas durante la edición inicial del programa. Sin dudas, el acceso al dispositivo ha disparado diferentes usos, por lo cual se convirtieron en protagonistas a la hora de buscar, recibir, difundir y producir información y contenidos en función de sus intereses. El acceso a la netbook les permitió participar en el espacio público digital, que de lo contrario hubiera estado vedado.
En esta línea, es paradójico el caso del artista L-Gante, quien manifestó públicamente que sus primeras incursiones musicales fueron con una netbook del Conectar Igualdad que le compró a una persona que la había recibido gratis del Estado. Además de la deriva del dispositivo, vendido por necesidad o desinterés, la historia de L-Gante es un caso de éxito entre miles y miles de jóvenes que no lograron el progreso prometido. Mientras que los problemas estructurales no se resuelvan, el esfuerzo del programa Conectar Igualdad se transformará en una solución individual a un problema colectivo.