Con Cristina Fernández de Kirchner autoexcluida de las boletas que pondrá el peronismo en los cuartos oscuros de 2023 y Alberto Fernández sin llegar a tanto pero repitiendo, cada vez que puede, que no está pensando en reelecciones, la pelea entre el Presidente y la vice podría ser, ahora, por el liderazgo del Frente de Todos. Al menos, esa parece ser la fantasía que se desprende de las palabras con las que el jefe de Estado cerró el discurso que pronunció este miércoles, en Parque Colón, donde se presentó para reivindicar los tres primeros años de su gobierno, pero terminó enviando un mensaje hacia el futuro inmediato de la coalición oficialista. "Voy a ponerme al Frente de Todos", advirtió.
"Me voy a poner al frente de Todos para que en 2023 el presidente o la presidenta que asuma sea uno de nosotros", dijo Fernández y amplió, para que no quedaran dudas de sus intenciones y de que pretende que nadie decida quiénes juegan y quiénes no: "Voy a ponerme al frente para ordenar nuestra fuerza política, para que incluya a todos, donde todos tengan lugar".
Con la certeza de que la selección argentina jugaría siete partidos en este mundial, si bien todavía faltaba festejar el pase a la final que este martes logró camuflar la grieta por unas horas, la Casa Rosada había comenzado a planificar la celebración. La cita no fue agendada el 10 de diciembre, cuando asumió el Frente de Todos en 2019, sino este miércoles 14.
Con coronavirus y de reposo en Santa Cruz, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner no necesitaba excusas para el faltazo. Con la euforia de la Scaloneta como telón de fondo, de cara al domingo que el equipo de Lionel Messi disputará la final del Mundial de Qatar, la administración albertista buscaba un marco para destacar lo que considera sus logros de gestión, medidas tomadas en un momento histórico de pandemia.
"El presidente Alberto Fernández encabezará el acto oficial por los tres años de gestión de gobierno, junto a ciudadanos y ciudadanas alcanzados por diferentes políticas públicas en el Parque Colón", decía la agenda oficial. Sin la reunión de gabinete de los miércoles, que es convocada por el ministro coordinador Juan Manzur, parte del elenco oficial participó de la actividad.
También fueron invitados referentes de la Liga de las provincias, quienes se reunieron este lunes para analizar el renunciamiento de CFK a una candidatura. Las máximas autoridades provinciales buscan erigirse como un actor en el entramado de la coalición para el debate que se viene por la conformación de las listas de 2023. Ante Letra P, no quisieron adelantar nombres confirmados de los gobernadores y gobernadoras que darán el presente.
El foco del acto, más allá de la palabra presidencial, estaba puesta en gente común. "El Presidente estará acompañado por personas alcanzadas por las políticas públicas", revelaron en la previa del acto fuentes de la Casa Rosada y pusieron como ejemplo a personas que "recibieron una vivienda" o "una jubilada que adquiere medicamentos gratis".
El Presidente se tomó unos minutos para reivindicarse a sí mismo. "Hemos hecho mucho y es hora de que lo pongamos en valor", señaló y defendió su estilo. "Podrán tildarme de timorato, de débil, de que no grito, pero soy hijo de la democracia y los gritos no sirven", señaló y pegó para afuera: "Yo dialogo; me encantaría dialogar en el Congreso con la oposición si alguna vez pensara más en la Argentina que en sus posibilidades electorales".
Sin embargo, el mensaje central, el que reservó para el cierre, el que envió levantando el tono para que su voz se escuchara en El Calafate, fue hacia adentro de una coalición peronista que -aparentemente- se quedó sin CFK para las boletas pero que tiene a la vicepresidenta como gran electora para definir la oferta electoral del oficialismo. "Me voy a poner al frente de Todos para que en 2023 el presidente o la presidenta que asuma sea uno de nosotros. No voy a permitir que vuelvan los que pusieron al país de rodillas. Voy a ponerme al frente para ordenar nuestra fuerza política, para que incluya a todos, donde todos tengan lugar". A buena entendedora...
El clima mundialista, con la gran performance de la selección argentina, le permitió un respiro a una administración que tuvo un 2022 complicado, con crisis domésticas y foráneas, desde la fragilidad de la economía hasta la invasión rusa a Ucrania que tergiversó el tablero mundial. Como prólogo, la pandemia. El albertismo apostaba a destacar al menos la ucronía, planteando qué hubiera pasado si la oposición estaba en el poder al declararse la pandemia de covid-19.
En Balcarce 50 suelen quejarse porque la administración de la pandemia por parte del Gobierno no es destacada como creen que debería, al reprochar la publicidad de escándalos como el Vacunatorio VIP. "Es un árbol y no ven el bosque", lamentan en un despacho, al enumerar medidas como el ATP o los contratos para la compra de vacunas. No es una queja sólo dirigida a los medios de comunicación: era gran parte del argumento para contrarrestar la acusación cristinista contra los "funcionarios que no funcionan".
"Tenemos que tomar esas cosas como un diferencial", destacan en el gabinete. ¿Para qué? ¿Para preparar una larga despedida? Con tono autorreivindicatorio, finalmente el Presidente sentó las bases para, por lo menos, estar en la mesa de decisiones. ¿También para buscar la reelección? Con el renunciamiento de CFK, todas las opciones están abiertas y, más, con el inédito clima triunfalista de un diciembre atípico en la Argentina.