ELECCIONES 2023

Discursos de odio: cifras que alarman y el fantasma de un golpe

Crece la desconfianza en la democracia y en los poderes del Estado en la población de 25 a 40 años. Punitivismo, autoritarismo y discriminación. Voto y rabia.

Los discursos de odio (DDO) parecen vaciados de sentido una vez que se los utilizó como explicación única para el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, conceptualmente, sirven para caracterizar ideológicamente a algunos sectores de la sociedad: allí donde se cruzan punitivismo, antiestatismo y autoritarismo, entre otras variables. Una encuesta de donde surgen estos datos comenzó a rodar el día siguiente al intento de magnicidio y arrojó resultados impactantes: 31,6% de las personas entrevistadas promueve los discursos de odio -un crecimiento de 7 puntos con respecto a 2020-; Twitter es la red social que registra el porcentaje más alto en el índice DDO; el 41,2%. Además, quienes tienen trabajos inestables o semiprecarizados son quienes ranquean más alto en el índice DDO y los mayores niveles de precarización laboral se encuentran entre la población más joven. En ese grupo, el 20,4% adhiere a la posibilidad de un hipotético Golpe de Estado.

 

El estudio fue realizado en el marco del Grupo de Estudios Críticos sobre Ideología y Democracia de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Laboratorio de Estudios sobre Democracias y Autoritarismos de la Universidad de San Martín (UNSAM), las cuales se propusieron avanzar sobre esta caracterización y sobre la pregnancia de los discursos de odio entre habitantes del AMBA en 2020 y repitieron el estudio en 2022.

 

La doctora en Ciencias Sociales y coordinadora del Laboratorio de la UNSAM, Micaela Cuesta, cree que la adhesión a una eventual interrupción institucional es uno de los datos más significativos. “La adhesión se da en función de dos situaciones: circunstancias de ‘excesiva corrupción´ y una ´catástrofe económica´”. Un informe aún no publicado al que accedió Letra P, revela que ese 20,4% de adhesión a un posible golpe de Estado asciende a un 25% en el rango de entre 25 y 40 años. Aunque es la generación de 75 años y más es la que tiene una mayor predisposición a promover DDO (42,9%), le siguen las personas de entre 25 a 40 años, con un 37,9% y una adhesión fuerte y constante. Las personas de entre 16 y 24 años son las más críticas hacia los DDO (54,4%). Para Cuesta, estos resultados obligan “a redoblar los esfuerzos orientados a la construcción de la memoria de este trauma histórico”.

 

Otro de los ejes advierte sobre cómo inciden los niveles de precariedad en la modalidad de inserción en el mercado de trabajo, que no siempre coincide con niveles de ingreso, en la predisposición a aprobar o promover DDO. Las personas con inserción más inestable, seguidas de las precarizadas, son quienes más adhieren a este tipo de enunciados. En cambio, trabajadores estables son quienes tienen una menor disposición a promover o aprobar discursos de odio y, al mismo tiempo, desaprueban y critican de manera más decidida esas manifestaciones, con el 49,5%.

 

En el equipo de investigación consideran que estos resultados son muy relevantes porque permiten establecer “una correlación entre la situación de precarización en el mercado laboral y la disposición al autoritarismo social y las posiciones antidemocráticas”.

 

Por supuesto que el índice de DDO también fue cruzado con las redes sociales más utilizadas. La respuesta no sorprende: la que alcanza mayores niveles en el índice DDO es Twitter, con un 34,7% de personas usuarias que se ubican en la categoría “promueve o aprueba” discursos de odio. Inmediatamente le siguen quienes usan Facebook, que llegan a un 33,9%. Lo que es novedoso es que TikTok aparezca tercera en esta lista, con un 32,9% de aprobación o promoción de discursos de odio.

 

Sin embargo, es consistente con el rango de edades de la población que promueve o aprueba los DDO y el mayor uso de estas redes sociales entre las personas más jóvenes, algo que también se cruza con la modalidad de inserción laboral: a mayor inestabilidad o precariedad en los empleos, mayor niveles en el índice DDO.

 

La ultraderecha avanza

El trabajo también consultó sobre la confianza en los poderes institucionales de la democracia. Más de la mitad de las personas encuestadas desconfían del Poder Ejecutivo: el 16,9% le tiene poca confianza y el 36,9% no le tiene nada de confianza, un total de 53,8%. Un magro 20,1% muestra entre algo y mucha confianza en el Poder Judicial, en tanto un muy significativo porcentaje de la población encuestada, cerca del 50%, se ubica entre quienes desconfían de la Justicia. Respecto del Poder Legislativo, resulta llamativo que un abultado 26,7% prefiere no contestar a esta pregunta, ”quizás por desconocimiento o tal vez por desinterés”, sostienen en el estudio. “En ambos casos podría encenderse una luz de alarma”, advierten. Es que un 40,6% de la población afirma que el Poder Legislativo le inspira poca (12,7%) y nada (27,9%) de confianza.

 

La pregunta sobre la intención de voto para las elecciones presidenciales aparecía al final del formulario. La primera aproximación revela que, comparativamente con el voto de las elecciones legislativas de 2021, hay un aumento de intención de voto hacia la derecha y la extrema derecha para las presidenciales. Mientras que el 37% (23,1% Juntos por el Cambio y 13,9% La Libertad Avanza) de la población relevada aseguró haber votado en 2021 a esos espacios políticos, esa cifra se eleva al 42,1% en 2023.

 

Otro resultado significativo en este sentido tiene que ver con el crecimiento de modalidades de falta de adhesión a la política, que pasaron del 10,3% en 2021 a un 11,8% para 2023. “En este posible escenario marcado por un creciente autoritarismo social, la coalición política oficialista perdería casi cinco puntos en relación a su último desempeño electoral: del 29,8% efectivos del Frente de Todos en 2021 caería en 2023 a una intención de voto del 25,2%”, concluyen.

 

“La Libertad Avanza es hoy la fuerza política más consistente, porque es la que tiene la capacidad de conservar más votos en relación a las elecciones legislativas de 2021; y a la vez, es la fuerza que tiene un techo mayor de electores, en la medida en que es la que más beneficios obtiene de la migración de los votos”, resume el trabajo.

 

La reflexión final deja una nota de preocupación. “Esta consistencia de los libertarios y la oscilación de los votos de izquierda a derecha por fuera de las dos fuerzas mayoritarias (FdT y JxC) nos permiten concluir que estamos ante un crecimiento del voto que podemos caracterizar como antisistema y que expresa algún tipo de disconformidad con la situación actual y el ordenamiento social de la democracia realmente existente en nuestro país”. ¿La clase política democrática hará una lectura similar o confiará en algún pase de magia?

 

Javier y Karina Milei en Israel.  Noticias Argentinas.
El Tribunal Superior de Justicia junto a Juan Carlos Maqueda y Martín Llaryora.

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