Hace pocos días se aprobó la legalización del aborto en el estado de Quintana Roo y así suman 11 los estados mexicanos en despenalizar la interrupción del embarazo. Las imágenes de las activistas celebrando esta ampliación de derechos están plagadas de pañuelos verdes, la insignia argentina creada por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y enarbolada por la marea verde que hoy da la vuelta al mundo. Junto con los “green scarves” viajan activistas locales a distintos puntos del planeta para contar la experiencia que movilizó las calles y la política para convertir en ley una demanda feminista fundamental. También Ni Una Menos es una campaña de exportación. En diversos espacios internacionales ese hito del 3 de junio de 2015 es valorado como algo que merece ser contado y, de algún modo, transferido a los movimientos de mujeres y diversidad en todo el mundo.
El reconocimiento para las luchas feministas argentinas trasciende la movilización callejera y el activismo de las organizaciones de la sociedad civil. En octubre, la exdirectora nacional de Economía, Igualdad y Género Mercedes D’Alessandro y la secretaria de organización del Movimiento Evita, Cecilia Barros, participaron en el Seminario Global de Salzburgo, un programa creado en 1950, después de la Segunda Guerra Mundial, en el que se reúnen personalidades de distintas áreas para intercambiar experiencias. Fueron seleccionadas para llevar las experiencias argentinas al encuentro de este año cuyo eje fue cómo reconstruir el mundo después de la pandemia con foco en la igualdad género y la salud.
Barros se concentró en la economía popular y las iniciativas del Movimiento Evita dentro del Ministerio de Desarrollo Social. “La informalidad en el empleo es una situación mundial y hay mucho interés en lo que venimos construyendo en la Argentina”, contó la referente del Evita a Letra P. Entre las políticas públicas que fueron escuchadas especialmente por el resto de las personas participantes, Barros habló del Registro de Trabajadores y Trabajadoras de la economía popular (Renatep), que permite “entender y dimensionar de qué se trata la economía popular y cuáles son las ramas más productivas”.
Además de la visibilización de las tareas de cuidado que implica el registro (el 50% de las trabajadoras que figuran en el Renatep son cuidadoras), Barros explica que en otros países “se sorprenden mucho cuando damos cuenta de que en este registro también incorporamos a lo que en otros países se llama microemprendedores”.
También llama la atención “el enfoque sobre el cooperativismo, sobre todo en términos de distribución de los ingresos: en forma equitativa, distinto de lo que habitualmente se conoce como ‘emprendedurismo’”. La experiencia del Potenciar Trabajo es otra de las líneas que llevó Barros al encuentro en Salzburgo, pensado, según ella como “las bases para igualar las condiciones con el trabajo registrado”.
Feminismo en el Banco Mundial
Poco tiempo antes, D’Alessandro fue convocada por el Banco Mundial en el marco de las estrategias de género de esa entidad financiera para participar del panel “Repensar el papel de las finanzas para el desarrollo en la igualdad de género” y compartir algunas de las políticas públicas argentinas impulsadas en ese sentido. El diagnóstico es conocido: la pandemia profundizó las desigualdades y en América latina las mujeres retrocedieron dos décadas en términos de participación económica. Su recuperación, merced a la crisis del cuidado, fue más lenta que la de los varones.
Lo que D’Alessandro fue a compartir en el marco de la actividad “Empoderar a las mujeres para desencadenar un desarrollo verde, resiliente e inclusivo: ¿Debería la política de desarrollo ser feminista?”, tiene que ver en el diseño de políticas públicas con perspectiva de género que hicieron que la Argentina liderara el ranking en políticas de género para hacer frente al COVID-19 que realizó la ONU (Covid-19 Global Gender Response Tracker). A fines de 2021, Argentina, Bolivia y Paraguay fueron los tres únicos países de la región que recuperaron los niveles previos a la pandemia en la fuerza laboral de las mujeres. La Argentina alcanzó un récord en los niveles de participación económica y empleo de las mujeres.
“Enfocamos las políticas de transferencias monetarias a las madres, aumentamos la inversión en infraestructura de cuidado, creamos estímulos fiscales para contratar mujeres en sectores masculinizados (tecnología, energía, minería), creamos un programa para formalizar trabajadoras domésticas, cambiamos nuestro sistema de pensiones para reconocer el trabajo no remunerado”, explicó la ex funcionaria de Economía en un espacio en el que la palabra “feminista” como título de un panel es extraordinario.
En el marco de los debates actuales sobre las exigencias de ajuste de los organismos internacionales de crédito, D’Alessandro planteó a la audiencia que las respuestas habituales a las crisis, “subir las tarifas y la austeridad” no representan soluciones. “La austeridad socavará nuestra supervivencia”, dijo la economista. En su ponencia, sostuvo la necesidad de priorizar respuestas orientadas a resolver la crisis de cuidados “con infraestructura, con trabajo digno y mejores salarios”. “Las políticas de género no son un eslogan de belleza en una camiseta, las políticas de género exigen dinero”. “La perspectiva de género no es un capítulo aparte en una estrategia política, ni una oficina aparte con poco presupuesto o un problema de mujeres", continuó D’Alessandro y concluyó: “Es una dimensión de la desigualdad que impregna toda la elaboración de políticas económicas”.
Esperanza y salidas
“Nosotras estamos mostrando salidas, salidas que nadie quiere ver, pero que tienen resultados palpables”, sostiene D’Alessandro después de su gira internacional. “Ante la avanzada de la derecha y de los discursos más reaccionarios, las feministas no traemos solamente ideas para la implementación de políticas novedosas, sino que traemos políticas novedosas para que se puedan implementar en otros lados y fortalecer lo que ya hicimos”, agrega Barros. “Exportamos esperanza”, cierra la dirigente del Evita. “Simplemente nada de esto sucede sin mujeres feministas en el gobierno”, completa la economista.