SAN PABLO (Enviado especial) Más de cuarenta horas después de que el escrutinio provisorio confirmara que perdió el ballotage y con el país en estado de máxima tensión por cientos de bloqueos de rutas por parte de sus simpatizantes, que pedían la intervención de las Fuerzas Armadas para desconocer el triunfo opositor, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, rompió este martes el silencio y, aunque sin definiciones contundentes, tiró la toalla y habilitó la transición democrática.
"Las manifestaciones pacíficas siempre serán bienvenidas, pero nuestros métodos no pueden ser los de la izquierda que siempre perjudicaron a la población", dijo el mandatario saliente en una demoradísima conferencia de prensa en la que, sin embargo, nunca reconoció explícitamente la derrota frente al ahora presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, a quien jamás mencionó.
"Siempre respeté la Constitución", advirtió el jefe de Estado, en la frase más parecida a un reconocimiento del veredicto de la voluntad popular expresada en las urnas. "Nuestros sueños siguen más vivos que nunca. Siempre fui rotulado como antidemocrático, pero, a diferencia de mis adversarios, siempre jugué dentro de los límites de la Constitución", agregó.
Minutos después, el jefe de la Casa Civil (jefe de Gabinete), Ciro Nogueira, confirmó la rendición: "El presidente me autorizó a iniciar el proceso de transición". Según dijo su también jefe de campaña, la misma comenzará este jueves en coordinación con el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, como el hombre designado por la oposición para llevar a cabo las conversaciones con el oficialismo.
Con este breve discurso, la atención se traslada hacia las rutas, donde la base más radical del bolsonarismo lidera casi 300 bloqueos en 25 estados en contra de lo que denuncian como un "fraude electoral". Durante su discurso, el mandatario criticó esas manifestaciones porque, dijo, perjudican a la población, pero tampoco pidió que fueran levantadas, por lo que la decisión que tomarán los grupos de simpatizates bolsonaristas era una incógnita.
Con su aparición, el presidente adelantó que emprenderá una fuerte oposición al gobierno del PT. Desde el Palacio de Planalto volvió a polarizar con la izquierda, a la que acusó de atacar a la población y violar la "propiedad privada".
"Nuestra representación en el Congreso muestra la fuerza de nuestros valores: Dios, patria, familia y libertad", arengó el jefe de Estado saliente.
La incertidumbre se traslada a la calle
Luego del discurso de Bolsonaro, la tensión se trasladó del Palacio de Planalato a las calles del país, donde el electorado del presidente mantiene casi 300 bloqueos de rutas. Una hora antes de la conferencia, Letra P habló con simpatizantes del presidente en las inmediaciones del aeropuerto que pedían la movilización de las Fuerzas Armadas para impedir que el PT asuma el poder el próximo 1 de enero.
“Lula es el ladrón más grande de la historia. Tuvo 14 años para ser el mejor y robó. Bolsonaro tuvo cuatro, una pandemia y una guerra y fue mucho mejor”, aseguró en diálogo con este medio Paulo, un hombre alto y corpulento que consideró que China "debería pagar todas las vacunas del mundo e indemnizar a todas las personas que perdieron un familiar por el covid-19". "Bolsonaro no es responsable de lo que pasó, es China, es culpa del comunismo", afirmó.
Anderson, de 60 años y canoso fue con su hija hasta las inmediaciones del aeropuerto más grande de América del Sur porque, explicó, "un expresidiario no puede gobernar Brasil". "Queremos que el pueblo vuelva a votar", exigió y comparó el sistema electoral electrónico que tiene el país: "Si yo hago una transferencia bancario, la máquina me da un recibo; pero si yo voto acá, la máquina no me da nada. ¿Cómo se corrobora que no hay fraude?.
Como relató Letra P, de la mano de un fuerte electorado que volvió a confiar en Bolsonaro el último fin de semana y de la victoria de un buen número de sus figuras más fuertes en el Poder Legislativo, tanto en la Cámara de Diputados como de Senadores, el bolsonarismo formará una fuerte e intransigente oposición al tercer gobierno de Lula y estas manifestaciones son la primera muestra de lo que se avecina para el país.