ROSARIO (Corresponsalía Santa Fe) La carrera de la vicegobernadora Alejandra Rodenas es física pura. Con la misma velocidad y fuerza que se catapultó al Congreso y a un futuro en apariencia sin techo, se terminó desdibujando en la política santafesina al punto de ser una dirigente más en el disperso archipiélago peronista. A tres años de haber asumido como segunda de Omar Perotti en la Casa Gris, desde la presidencia del Senado intenta salir de la meseta ya sin el brillo de antaño. Asoma un posible destino a la Cámara de Diputados provincial en 2023 donde podría volver a sembrar.
Es cierto que el cargo de la vicegobernación queda apagado en todos los gobiernos y su función se limita a tocar la campana del Senado. Sin embargo, es parte del Ejecutivo, por lo que, en teoría, debería tener incidencia en la gestión. Eso no ocurrió con Rodenas y Perotti. Hubo razones que marcaron el vínculo y también la suerte de la vicegobernadora.
Rodenas fue diputada nacional de 2017 a 2019 y, desde entonces, se ha amoldado al amplio espectro del Frente de Todos (FdT) a nivel nacional. El salto lo logró al ser impulsada por el Nuevo Espacio Santafesino (NES), articulado por los senadores peronistas del bloque Juan Domingo Perón, un grupo vitalicio, de un poder consolidado y de rasgos más bien conservadores. Esa estampa la llevó al primer plano, pero también le marcó un sello.
Desde el inicio de su gobierno, Perotti y su exministro de Seguridad, Marcelo Sain, señalaron a ese espacio como una estructura político-judicial conservadora o “bloque tradicional de poder”, al que debían que enfrentar para purgar vicios institucionales. Desde entonces Rodenas quedó de un lado y Perotti del otro.
Esa pertenencia terminó afectando indirectamente a Rodenas, sobre todo cuando la justicia avanzó contra el senador Armando Traferri y sus pares lo salvaron de una posible imputación por una causa de juego ilegal. El fuego no paró y el exministro Sain llenó de suspicacias causas cerradas por la exjueza a policías del departamento San Lorenzo donde manda Traferri. Durante un tiempo la vice eligió transitar el segundo plano.
“Alejandra quedó algo deslucida por su referencia con el bloque de los senadores. Intenta recuperarse, pero no es tan fácil”, sostuvo una fuente del oficialismo y de trato con la vice. La paradoja es que su capital para ingresar a la política fue su carrera como jueza y fueron esquirlas de la Justicia la que la afectaron transitoriamente.
El segundo chispazo con Perotti llegó para las elecciones intermedias cuando Rodenas intentó, nuevamente, despegar compitiendo con Agustín Rossi para el Senado contra la lista que apoyó el gobernador encabezada por Marcelo Lewandowski. La política nacional se hizo eco de que la vice le plantaba una interna al gobernador. La derrota fue demoledora y el futuro vínculo entre ambos funcionarios parecía insalvable.
Pasaron los meses y retomaron el diálogo: el trato salió del frezzer pero quedó en la heladera. Su función como vicegobernadora en la gestión Ejecutiva se convirtió en testimonial, no así su presidencia en el Senado, tierra amiga desde donde puede hacer política con bastante actividad aunque no tanto territorio. “Es la senadora N° 20 más que funcionaria”, repitió una fuente en el gobierno provincial que no podría calificarse de perottista.
De aquella dirigente que en 2017 fue parte de la ola de mujeres al poder y, en ese sentido, “se comía a los chicos de la política crudos”, como graficó un peronista de años en cargos ejecutivos y legislativos, a una función burocrática en el Senado. Sin embargo, tiene hilo en el carretel y en el ambiente la colocan como posible candidata en una lista a la Cámara de Diputados de la provincia, una lucha que será para mirar detenidamente al interior del peronismo. Hasta Perotti parece anotarse allí. A partir del año que viene se verá si Rodenas puede utilizar nuevamente la física para traccionar, pegar el salto y tener otra oportunidad grande en la política.