SANTA ROSA (Corresponsalía Patagonia) El gobernador pampeano Sergio Ziliotto tiene el aval de sus contrincantes en el peronismo para pelear por su reelección en 2023 y hasta el favor de las encuestas que encargó la oposición, en las que cosecha alta imagen positiva e intención de voto, pero le faltan por lo menos tres cosas para tomar la decisión: certezas sobre el calendario electoral nacional para acomodar la convocatoria provincial, una foto con el siempre chúcaro pero decisivo exgobernador Carlos Verna y, sobre todo, definir -o por lo menos hacer público- si quiere mucho, poquito o nada buscar ese segundo tiempo.
Ziliotto llegó a la gobernación en 2019 por el voto popular y por el dedo de su antecesor. Verna lo apadrinó como su delfín cuando se bajó de la reelección para pelear contra un cáncer. “El Ruso” había hecho todo el recorrido dirigencial, desde director de Transporte hasta diputado nacional, pero cobró mayor visibilidad cuando aportó el voto clave en 2018 para la aprobación en la Cámara baja de la ley del aborto. Aun así, el día de la "bendición" de su jefe político, tenía -como la mayoría de la dirigencia pampeana- un alto nivel de desconocimiento público.
Su llegada al gobierno representó también un cambio generacional y la salida de los viejos caciques de sus funciones institucionales. Esa renovación es parte de la tensión que rodea la decisión sobre una candidatura en 2023.
Peronismo de leyenda
En La Pampa, que hasta 1955 se llamó provincia Eva Perón, el peronismo nunca perdió una elección ejecutiva desde 1983. Con gobiernos centrales radicales, menemistas, aliancistas, kirchneristas o macristas, el PJ pampeano se las rebuscó para imponerse en el territorio como un monstruo grande que pisa fuerte.
Germinó así la leyenda de la "República Separatista y Compañera de La Pampa": el sello del PJ ortodoxo cerró sus fronteras a las intromisiones de otros lares. Sin embargo, el triunfo de Juntos por el Cambio con el 48% de los votos en las legislativas del año pasado modificó el escenario, puso en evidencia el fuego amigo y encendió alertas: el invicto está en riesgo. Si bien el peronismo local relativiza históricamente las elecciones de medio término, hay que bucear hasta la primavera alfonsinista para encontrar una derrota como la de 2021.
A la ola nacional opositora que se llevó puesto a los oficialismos, se sumaron las rencillas de pago chico. El ultravernismo le sacó el cuerpo a la elección no solo porque Verna se corrió de la candidatura y de la campaña, sino porque sus principales alfiles miraron para otro lado en los históricos bastiones del norte provincial, donde florece la producción agropecuaria. Por ejemplo, en General Pico -segunda ciudad de la provincia, histórico terruño de pertenencia vernista y lugar de residencia del exgobernador- la alianza UCR-PRO le dio una paliza al Frente de Todos.
Es tan fuerte el liderazgo de Verna, aun desde las sombras y en el silencio, que las denuncias de esa “traición” se quedaron en amagues.
Sordos ruidos
El ausentismo ultravernista en la campaña fue un mensaje de descontento con el alto protagonismo K en las listas. María Luz “Luchy” Alonso, jefa local de La Cámpora y mano derecha de CFK en el Senado, adquirió altísima visibilidad como candidata a senadora (y ahora busca la vicegobernación). También fue un tirón de orejas para hacer notar que Ziliotto, que digitó candidaturas que dejaron heridas, se desmarcó demasiado de su líder.
Tras aquellos ruidos, la relación entre Verna y Ziliotto ha sido la de amigos-enemigos íntimos. Entre fines del año pasado e inicios de 2022, el exmandatario, de 76 años, metió presión: hizo fotos seriales con intendentes amigos y figuras de su riñón. Ziliotto no cayó en la tentación de confrontar, convencido de que se canalizarían los acuerdos a su tiempo y armoniosamente. Aunque hubo gestos de reconciliación, las tensiones no han sido ahuyentadas.
Si el ultravernismo fantaseaba con imponer otro candidato, el inesperado fallecimiento del diputado Oscar Zanoli -56 años, mano derecha de Verna- fue un golpe al corazón. Desde ese 5 de mayo, el exgobernador no hizo ninguna otra aparición.
La hora de la verdad
En todas las líneas internas del PJ se extiende la idea de que Ziliotto es candidato “natural” a la reelección, pero el propio gobernador posterga definiciones, quizá como estrategia para forzar un operativo clamor o para fijar las condiciones de la foto con Verna. Deshoja la margarita, con un detalle: si Ziliotto es reelecto, al día siguiente de su hipotética asunción otras figuras del PJ empezarán a probarse el traje de 2027.
En el entorno del gobernador refrescan aquello de que el peronismo no tiene imprescindibles, porque la que gana es la marca del PJ pampeano. El acto local del Día de la Lealtad, único y en confluencia unánime de los sectores internos, marcó diferencias otra vez con el Frente de Todos a nivel nacional, desorientado y sin saber qué trole hay que tomar para seguir.
Como PJ prevenido vale por dos, ya se miden otros dirigentes por si Ziliotto se corre. Son abogados sub-50 de la Plural, la corriente que lidera Verna: el senador Daniel Pablo “Paly” Bensusán, ahora más próximo a Ziliotto, y el diputado Hernán “Perico” Pérez Araujo, muy cercano al dos veces gobernador. En el tablero también juega Convergencia, la otra línea del PJ tradicional, liderada por el otro caudillo histórico, Rubén Marín. Cuatro veces gobernador y con 88 años, sigue poniendo el cuerpo en las campañas. Su hija Varinia “Lichy” Marín es diputada nacional y su hijo Espartaco es legislador provincial.
El desdoblamiento electoral se da por hecho, pero sin fechas precisas. Para usar la lapicera, Ziliotto espera una definición nacional sobre las PASO. En 2019, el calendario proselitista en La Pampa arrancó en febrero, con las internas partidarias que rigen en la provincia (elecciones no obligatorias y en las que las personas afiliadas a un partido no pueden votar a aspirantes de otras fuerzas). El gobierno local cree que puede estirar la decisión hasta comenzado el Mundial.
En medio de esas incertidumbres, una certeza cruza transversalmente al PJ de La Pampa: sin unidad, no hay invicto.