El misterio rodea a Mauricio Macri. Una cosa es lo que dice y otra, lo que hace. Mientras públicamente el expresidente jura que no tiene pensado competir en 2023, en paralelo actúa como un anotado en la carrera hacia en la Casa Rosada, con un nuevo libro de precampaña incluido, casi siguiendo los pasos de su archirrival Cristina Fernández de Kirchner.
El fundador del PRO está, sinceramente, más preocupado por el "¿Para qué?". Su entorno más cercano desmiente cualquier tipo de intención de volver al despacho del poder, se ampara en que su objetivo es “ayudar a todos los que quieran ser” y que su preocupación central es que cada aspirante tenga bien definido su plan de acción en caso de una victoria. Un rol de gran elector más que de competidor. Dentro de ese juego, el exmandatario no esquivó un pronóstico de su futuro. “Yo no soy candidato, hay candidatos muy buenos. Yo no me anoté, es momento de pelear por las ideas y los valores", afirmó este miércoles en Radio Mitre. Quienes comparten reuniones con Macri sostienen que repite esa misma frase en privado. “Dice que no es candidato porque todavía no está seguro de que les gana a todos”, expresó un exfuncionario macrista ante la consulta de Letra P.
Sin embargo, ante varias figuras de Juntos por el Cambio, el expresidente hace todos los deberes de un postulante, con la excepción de decir que es candidato: recibe a dirigentes, hace críticas fuertes a su rival político, exhibe (a cuentagotas) sus planes de gobierno y agenda recorridas por diferentes distritos.
Este viernes, por ejemplo, Macri estará en San Nicolás junto al intendente Manuel Passaglia y el diputado Cristian Ritondo, que es el candidato que apoya abiertamente para la gobernación de la provincia de Buenos Aires en la previa de una interna con el también diputado Diego Santilli, auspiciado por Horacio Rodríguez Larreta.
En cada bajada al territorio, Macri busca medir el termómetro de la sociedad como forma de saber la evolución de su imagen después de su salida de la Casa Rosada, con el pendiente de no haber podido ser reelecto. Además de apoyar a las figuras que acompaña, para el expresidente es una forma de conocer de primera mano, sin intermediarios ni teléfono descompuesto, si hay agua en la pileta de su candidatura.
“Todavía no descifra del todo qué hacer y qué significan los pedidos que recibe para que se presente”, evaluó uno de los integrantes del círculo más chico del expresidente; más aun después del recibimiento que tuvo en diferentes localidades del conurbano bonaerense, desde donde también bendijo la candidatura del intendente de Lanús, Néstor Grindetti.
Sin dar mayores pistas sobre sus viajes al resto de las provincias, Macri se siente más cómodo al recibir a las figuras del PRO, pero también de JxC, en su oficina de Olivos, muy cerca de la quinta presidencial, en la que vivió durante cuatro años. Quien lo escucha en esas charlas reservadas sale con una impresión similar: que el exmandatario insiste en la necesidad de mantener el rumbo en la coalición, lo que deriva en su negativa, por ahora, de ser candidato.
Sin ir al Coloquio de IDEA físicamente, sus lobbistas circulan por el Hotel Sheraton de Mar del Plata. Su último ministro de Economía, Hernán Lacunza, se mostró en el evento. Si bien el también exfuncionario vidalista está abocado al plan macro del PRO, una guía para quien sea que eventualmente llegue a la Casa Rosada desde la coalición opositora, el empresariado lo anota para un eventual segundo tiempo de Macri. También trajinan los pasillos no uno, sino sus dos ministros de Producción: Francisco Cabrera y Dante Sica.
Como contó Letra P, uno de los factores centrales para que decida dar el paso pasa por el seno familiar. Su esposa, Juliana Awada, y su hija Antonia tendrán la palabra final. Mientras todos los planetas de JxC giran a su alrededor, al punto de que Larreta se vio obligado a desafiarlo en una eventual interna, Macri ultima los detalles de la presentación de su segundo libro, Para qué, con un evento en el predio de la Rural al que asistirán entre 200 y 400 personas.