En términos frentistas, el triunfo de Juntos en Tandil fue aplastante: casi 30 puntos por sobre el Frente de Todos (52,7 a 24,5%). Pero al desgranarse los números de la interna local es donde el picor amargo emerge en el paladar del espacio comandado por el intendente Miguel Lunghi. Allí se impuso la lista liderada por el concejal Mario Civalleri pero no por el caudal suficiente como para monopolizar la propuesta del oficialismo municipal en las generales, por lo que deberá integrar lista con los otros dos espacios que se presentaron en las PASO y que lograron superar la barrera del 25%.
Para buena parte del búnker lunghista, era esperable que la nómina amarilla encabezada por Juan Manazzoni superara el piso establecido para integrar, al tener en cuenta el efecto arrastre de Diego Santilli. Lo que no contemplaban (y mucho menos deseaban) era que alcanzara la integración la lista bendecida por el enemigo íntimo del caudillo radical Marcos Nicolini, exjefe de Gabinete municipal devenido competidor interno con aspiraciones a la intendencia.
Previo al cierre de listas surgió en el seno del lunghismo la discusión sobre el posicionamiento ante Nicolini: un sector promovía el acuerdo –bajo el lema "la pelea es en 2023"–, ya que ambos se pegaban a Manes. Otros impulsaban el purismo lunghista. Venció esta última corriente de opinión, bajo la lectura de dejar fuera de juego al correligionario díscolo para debilitarlo hacia 2023. Dentro del Comité radical, algunas voces subrayan que Nicolini estaba abierto a un acuerdo, que requería una apertura de listas no concedida. En esa cerrazón, en Tandil varios sindican al ala recostada sobre la figura de Civalleri, uno de los que asoma con expectativas para suceder a Lunghi en 2023.
Con este resultado, hay quienes analizan que se erosionan las perspectivas de Civalleri (más allá del resultado que arroje noviembre) y que, de mínima, queda en igualdad de condiciones para la disputa interna por la sucesión que comenzará a visibilizarse con mayor nitidez a partir del año que viene y que, dentro de la agrupación 14 de septiembre que anida al lunghismo, además se advierten con aspiraciones al presidente del Concejo Juan Pablo Frolik (quizás uno de los predilectos del caudillo) y el concejal Luciano Grasso.
Del otro lado, tanto Manazzoni como Nicolini venían interactuando en el Ateneo Tandil del Tercer Siglo. Pero la división en la macro llevó a posicionarlos con propuestas distintas. Y el resultado, con el dirigente PRO en segundo lugar de la interna, hace que, hacia 2023, se abra una puerta para las aspiraciones amarillas que deja en stand by la articulación en tándem con Nicolini (aunque ambos dirigentes mantienen diálogo y buena relación). Lo que a priori los números marcan es que Civarelli cosechó menos votos que la sumatoria de las dos líneas internas restantes.
Dentro del lunghismo hay pases de factura por la estrategia elegida que llevaría a un escenario poco deseado: de repetirse el resultado de las PASO, Juntos cosecharía seis concejales, pero con solo tres del riñón del intendente. Y de obtener siete bancas (posibilidad concreta), el lunghismo seguiría con tres y quedaría el PRO con dos y los radicales díscolos de Nicolini con dos. Antes de darse esta “sorpresa”, creían que la lista promovida por Nicolini y que lideró la docente Rosana Florit iba a cosechar una cantidad de votos mucho más baja que lo que finalmente obtuvo.
El fantasma de Nicolini que sobrevoló la estructura lunghista hasta el momento buscaba ser erradicado en esta rueda electoral, antes del decisivo 2023. Por eso el sector que prevaleció pensó que era una oportunidad inmejorable, ya que quien encabezaba solo había jugado una elección y como candidata a consejera escolar.
Sin volumen político propio, la figura de Florit estaba atada a la de Nicolini. Una derrota de ella hubiera amortiguado el impacto directo que sí hubiese generado una postulación directa del exjefe de Gabinete, pero un ingreso de la docente a la lista hacia noviembre representa un inyección a 2023 para su jefe político.
Internamente fue un impacto que lleva al entorno del intendente a replantear la estrategia. Hay quienes instan a reflotar el diálogo perdido, no solo con los votos de 2019 y de septiembre sobre la mesa, sino con el reconocimiento de que forman parte de un mismo aparato partidario que gobierna hace dos décadas la comuna.
Hay boinas blancas que ven que, con esto, queda en evidencia que cualquier candidato lunghista no es lo mismo para ganar en 2023 y que hay candidatos con más o menos apoyo, “más allá de ir con el caballo del comisario”. Por ahora, afirman que Civalleri venía acelerando a fondo para probarse el traje de sucesor y esto “es un golpe”.
“El año que viene será barajar y dar de nuevo”, aseguran para añadir que Lunghi no se va a jugar a viva voz por una figura, por lo que quizás promueva el “método de preferencia”, mecanismo de elección interna que se utilizó cuando él llegó a erigirse candidato radical en 2003. Por lo pronto, el intendente acusó recibo del resultado, sinsabores inevitables dentro del búnker donde todas las voces abordadas coinciden en que no fue el resultado esperado.
Para la integración, están tratando de generar un acuerdo. Por D’Hont y cupo, no entran ninguna de las dos cabezas de la minoría, pero se gestiona un acuerdo para que entren Florit y Manazzoni detrás de Civalleri. Según pudo saber este medio, es una posibilidad muy avanzada.