EL PODER OLÍMPICO

La llama caliente de la sucesión de Werthein

El magnate administra desde Japón las tensiones de su salida del COA, embarrada por choques con el Gobierno. Sombras sobre el delfín.

Detrás de la numerosa delegación argentina que encabezan Santiago Lange y Cecilia Carranza Saroli, entremezclados en la masa crítica de 177 atletas que representará al país durante estas dos semanas, habrá dos hombres que vivirán los Juegos Olímpicos de Tokio con una singularidad: uno, Gerardo Werthein, con la certeza de que serán sus últimos Juegos como presidente del Comité Olímpico Argentino (COA); el otro, Mario Moccia, su posible sucesor, con el deseo de ganar la pulseada para reemplazarlo en esa banca.

 

Es un tema que nadie se atreve a verbalizar en estos días de competencia olímpica, pero que va y viene entre la dirigencia deportiva mientras el país se prepara para desvelarse con el medallero, las hazañas y las historias de vida que suelen regalar siempre los Juegos.

 

La comitiva que viajó evade nombres y no quiere ni hablar de la sucesión del magnate polideportivo. De hecho, admiten que tienen terminantemente prohibido aludir al complejo cuadro político con el que llegaron a Japón: el foco de atención tiene que estar en las pistas y canchas japonesas.

 

Pero lo que es una ley de acero en Tokio, acá, en Buenos Aires, a 18 mil kilómetros de distancia y 12 horas de diferencia, es letra muerta: incluso desde espacios enfrentados dan casi por descontado que Moccia, actual secretario general del COA, será nombrado presidente en la próxima asamblea del organismo, que se hará en octubre o noviembre de este año.

 

Werthein dejará el cargo que ocupa desde 2009, pero lejos está de dejar el deporte y el poder que se amasa desde esas esferas: seguirá ocupando una banca en el Comité Olímpico Internacional (COI) e incidiendo en una realidad que lo convirtió en un tótem durante más de una década. 

 

Mientras tanto, el clan W, una de las diez familias más ricas de la Argentina, continua ampliando el mapa de negocios. Horas antes del inicio de los Juegos, se conoció que el Grupo Werthein le compró DirecTV Latinoamérica a AT&T. La operación, que no tuvo a Gerardo en la mesa de negociaciones, según fuentes del holding, incluye a la productora Torneos, las señales de DirecTV Sports y derechos televisivos valiosos como los de la Copa América, la Eurocopa, la Liga española, la Premier League y la NBA. 

 

El temblor

El sismo que generó el anuncio de que se retiraba del COA el año pasado –el estatuto le permitía otra reelección– ya está aplacado. “Un dirigente no tiene que perpetuarse. Hay que empoderar a las mujeres y a los jóvenes. El COA no puede ser cerrado ni elitista y tenemos que apostar a dirigentes del futuro”, le explicó Werthein en ese momento a Letra P.

 

Sin embargo, su designado, Moccia, no es joven ni mujer. Por el contrario, es uno de los dirigentes históricos del deporte argentino y latinoamericano, “miembro permanente” de la mesa directiva del COA y en cuyo currículum figuran estos cargos (entre muchísimos otros):

 

·     Vicepresidente de la Organización Deportiva Suramericana (ODESUR)

 

·     Secretario general del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD)

 

·     Presidente de la Confederación Argentina de Handball (CAH)

 

·     Presidente de la Federación Panamericana de Handball  (PAH)

 

En la casa del deporte nacional, el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), coinciden en definir a Moccia como “un tipo conciliador, que evita los conflictos”. Su candidatura sotto voce es parte de una construcción que Werthein apuntala desde hace años. “Habló siempre con todos. Nunca se lo escuchó explicitar una simpatía política ni hacer grandes posicionamientos”, describen a Moccia.

 

Una carta bomba

La equidistancia de Moccia con las diferentes federaciones y espacios políticos –incluso dentro del gobierno del Frente de Todos– quedó trastocada luego de que en mayo le pusiera su firma a un comunicado con el que el COA se enfrentó públicamente a la secretaria de Deportes, Inés Arrondo.

 

La guerra epistolar, que se trasladó a mensajes privados y públicos en redes sociales, fue por la controversia que generó el viaje de la delegación argentina al Sudamericano de Atletismo en Guayaquil, finalmente pagado por una campaña del influencer Santiago Maratea.

 

La carta del COA hacia Arrondo era corta y dura: “El Comité Olímpico Argentino lamenta y repudia los dichos y procederes de la Secretaria de Deportes de la Nación, Inés Arrondo, que agravian a nuestra institución y que además pretenden descalificar, silenciar y amedrentar a varios referentes gloriosos e intachables de nuestra reciente historia deportiva”. El texto tenía tres firmas: las de Werthein, Moccia y Alicia Masoni de Morea, vicepresidenta primera del COA).

 

Máxima tensión

Si la relación entre el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, y Arrondo siempre estuvo atravesada por rispideces permanentes, tras esa misiva, el vínculo entre el COA y la secretaria de Deportes quedó incluso más minado: prácticamente roto. Solo la cercanía de los Juegos de Tokio maquilló, al menos para las fotos de ocasión, heridas que siguen abiertas.

 

No obstante, más allá de los enconos y las facturas que siguen mandándose de un lado al otro, la carta por el viaje a Guayaquil también gestó una intención contra reloj, quizás solo dialéctica: disputarle a Moccia el camino a la presidencia del COA, que parecía pavimentado. “Esa firma le hizo ganar enemigos, sobre todo en la Secretaría de Deportes”, cuenta una fuente.

 

Arrondo, que tiene diálogo directo con la Casa Rosada y afianzó su relación con el Presidente en las últimas elecciones legislativas de 2017, cuando Alberto Fernández era el armador de Florencio Randazzo –en aquella ocasión, la exleona fue candidata a senadora provincial–, amaga con intentar alguna maniobra en ese sentido.     

 

En el ministerio que conduce Lammens relativizan esa pelea y aseguran que Moccia será el titular del deporte olímpico nacional. “Está casi definido”, confirma un funcionario. En ese “casi” también se explica esa serie de relaciones cruzadas y conflictivas que confluyen por estos días en Japón: lo que Werthein pensó como una transición pacífica pasó a ser una transición traumática.

 

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