Mientras el presidente Alberto Fernández viajaba para compartir un acto en Ensenada con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof; el ministro de Economía, Martín Guzmán, participaba de una de las habituales reuniones de Gabinete Económico. La foto que mostraba en actividades al subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, ya estaba en los portales de noticias.
Esas tres escenas que, en otro contexto, serían de una cotidianeidad absoluta, provocan otra lectura luego del pedido de renuncia a Basualdo que finalmente no ocurrió. Se impuso Cristina, Alberto intentó contener las esquirlas y Guzmán, que el viernes se interpretaba desautorizado, intentaba ahora retomar la agenda de gestión, unos días antes de subirse a un avión rumbo a Europa con el Presidente para seguir con la renegociación de la deuda.
El equipo del ministro trabajaba este miércoles como si fuera un día más y buscaba bajar los decibeles de la disputa política. Si la Casa Rosada transmitía desde el viernes que Basualdo en algún momento dejará su puesto, el martes por la noche esa expectativa de renuncia a término mutaba a una confirmación del funcionario cristinista en su cargo. Guzmán todavía puja por imponer un segundo aumento en las tarifas de energía eléctrica para 2021, pero su posición pierde peso en el Gobierno.
El cristinismo le marca la cancha al mediocampista con todo lo que tiene a su alcance. Kicillof ya no oculta sus desacuerdos con el ministro "fiscalista". El lunes se metió en la interna al resaltar a Basualdo como un "excelente funcionario" y enfatizar la importancia de que haya un solo aumento en las tarifas. Este miércoles, desde Ensenada, fue apenas más sutil al referirse a la renegociación en marcha con el FMI por la deuda que contrajo el gobierno de Mauricio Macri: "Pidieron u$s55 mil millones para endeudarnos para siempre. Y la deuda sí que nos la dejaron. Y con eso viene batallando Alberto, viene batallando Cristina, viene batallando Sergio, Máximo (Kirchner) desde el Congreso Nacional, para tratar de dar respuesta". Al ministro no lo nombró.
Las diferencias entre Guzmán y Kicillof en materia de deuda son notorias. Desde un rincón piden patear para adelante un acuerdo con el FMI que obligue a encarar un ajuste mayor en medio de la pandemia. Desde el otro buscan sumar voluntades entre los países europeos para que el impago con el Club de París -no se usarán reservas para pagar los U$S2300 millones de deuda que vencen a fines de mayo- no impliquen intereses moratorios ni punitorios adicionales. Según números oficiales, si el 30 de mayo el país no abona esa deuda, habría que desembolsar unos U$S400 millones adicionales. Y si no hay acuerdo para fines de julio, el status de "default" prácticamente duplicaría la deuda. El acuerdo que, en 2014, firmó el entonces ministro de Economía Kicillof, a Guzmán siempre le pareció malo.
En ese mar de internas, Guzmán resiste. Podrá anotarse un triunfo si Alberto Fernández y su comitiva vuelven de la gira por Italia y Francia con compromisos explícitos de que apoyarán al país en las renegociaciones con el Club de París y el Fondo. Mientras, los senadores de Cristina, con Oscar Parrilli a la cabeza, pidieron que no se usen los Derechos Especiales de Giro (DEG) que recibirá el país hacia agosto o septiembre para pagar deuda, sino que se empleen para paliar la crisis. Guzmán preferiría usar los casi U$S4400 millones para fortalecer reservas y tener un mayor respaldo para emitir pesos. Para eso, dice, necesita que el acuerdo con el Fondo esté aprobado y ratificado por el Congreso.