Roberto Lavagna lee diarios de papel, marca, recorta y archiva. Aún así, “habla” a través de sus tuits.
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Roberto Lavagna lee diarios de papel, marca, recorta y archiva. Aún así, “habla” a través de sus tuits.
Desde que arrancó la pandemia el economista se aisló en su chacra de Máximo Paz, partido de Cañuelas, una burbuja abierta los domingos para hijos y nietos y donde en forma reservada ha recibido a muy pocos políticos. Es el lugar elegido por su mujer, Claudine, para la crianza de vacunos.
En los últimos 12 meses apenas dejó el campo para mantener en Capital un puñado de reuniones. Así fue el primero de tres encuentros que tuvo con Florencio Randazzo, un “elegido” al que invitó este lunes a “La Clo” y al que homenajeó con elogiadas empanadas fritas de carne cortada a cuchillo. El año pasado también saltó el aislamiento para almorzar en la quinta de Olivos con Alberto Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán. Sus recomendaciones no fueron tomadas en cuenta y de a poco discontinuó las conversaciones.
Lavagna defendió la cuarentena, respaldó las medidas sanitarias y la negociación con el FMI sin fisuras, pero también fue crítico de algunas medidas económicas, expresó reclamos y alcanzó una propuesta laboral para la generación de nuevos empleos, una reforma para impulsar la contratación de personal en las empresas sin recortar derechos adquiridos a los que ya tienen empleo formal. Un par de veces reforzó con su palabra los planteos de los diputados de su espacio, a los que les reconoce independencia de criterio. De hecho, no siempre todos votan igual. La mayoría del Interbloque Federal (entre ellos sólo tres son Consenso Federal) ya se expresó en contra de la reforma judicial del Gobierno. El senador cristinista Oscar Parrilli acusó de “complicidad macrista” a los que frenan la ley. Para evitar el disgusto de Sergio Massa, que no habla al respecto, cerca de Parrilli dejaron trascender que el enojo se refería a diputados provinciales y lavagnistas.
El blanqueo de las conversaciones con Randazzo, que también tendió puentes con Juan Manuel Urtubey, Graciela Camaño, Margarita Stolbizer, Miguel Lifschitz y peronistas no K como Miguel Pichetto y Joaquín de la Torre y hasta con el intendente Jorge Macri, fue un paso más en la decisión del exministro de Economía: fomentar el diálogo entre quienes no se han volcado ni la izquierda ni a la derecha, “los que se han mantenido en los carriles del centro”, los no macristas ni kirchneristas. A todos les pide que dialoguen y apadrina la reedición de la tercera vía. Es la razón por la que quienes lo frecuentan no se sorprendieron con la foto con Randazzo ni con el pedido a favor de la Boleta Única.
“Extraña vocación de cierta dirigencia local por discutir cuestiones menores para no enfrentar temas de fondo. Discuten fecha de las PASO pero no aceptan el uso de la Boleta Única Papel que es la mejor forma de reducir las posibilidades del fraude electoral”, escribió Lavagna apenas después del desayuno este lunes mientras se preparaba para recibir a su invitado.
La reunión, de dos horas y media y al aire libre, tuvo apenas cuatro participantes. A Lavagna lo acompañó Alejandro Topo Rodríguez y a Randazzo el bolivarense Eduardo Bucca. “Bali” también fue el nexo con la diputada Camaño, que escucha interesada las propuestas randazzistas.
Sólo excepcionalmente el exministro y excandidato a presidente rompe el silencio mediático. No inhabilitó el diálogo con el presidente Fernández aunque en los últimos tiempos no hubo contacto. Si lo consulta, responde, pero ya todos saben que no hay cargo que lo seduzca, razón por la que el jefe de Estado optó por Gustavo Béliz para dirigir el Consejo Económico y Social, lugar para el que intentó sin éxito convencer al economista.
En su entorno miran con cariño una posible candidatura a diputado nacional de Randazzo para reconstruir un espacio con miras al 2023. Hay más que buena sintonía. Como con Urtubey, que resistió en 2019 cuando Massa acordó con el kirchnerismo y Pichetto con Mauricio Macri. Con el socialismo también, además de un vínculo personal entre Lavagna y Lifschitz, que ahora está más concentrado en la interna en la que impulsa para presidir el Partido Socialista a la exintendenta Mónica Fein. El socialismo define su identidad y el voto de sus 124.000 afiliados en 18 distritos pesará sobre las alianzas futuras.
En el entorno de Lavagna se mantienen vigentes las últimas fotos del verano del 2020 con Topo Rodríguez como su más asiduo intérprete e interlocutor y Armando Torres como un escriba y analista cercano. También traspasa la tranquera Carlos Hourbeigt quien renunció al cargo de director del Banco Central en enero de este año. “Un error”, califican algunas voces lavagnistas el recambio de funcionarios impulsado por Guzmán mientras aclaran que el resto de los allegados al excandidato de Consenso Federal que ocupan lugares en el Gobierno (Marco Lavagna en el Indec y el embajador en Portugal, Rodolfo Gil) lo hacen a título personal, a propuesta del Presidente, y sin que eso influya en las decisiones del bloque parlamentario, lo que es evidente. No ha faltado tensión cuando el oficialismo tiene votos ajustados. A Matías Tombolini, director del Banco Nación, se lo considera más un independiente aliado de la avenida del medio que un lavagnista. En la misma categoría revista Guillermo Nielsen, reemplazado como titular de YPF por el kirchnerista Pablo González.
Las apariciones de Lavagna se pueden resumir y reconstruir a través de su TL: elogió la baja de cargas impositivas en el norte pero pide generalizarlas; reclama empleo formal y menos planes sociales y congelar el empleo público y políticas de fomento a las Pymes. Consenso Federal insiste en presentarse como un límite sin “obstrucciones”, lo que los expone a las críticas de los ultras. En el Congreso además batallan contra una parte del oficialismo a favor de la prórroga de la Ley de Biocombustibles encuadrados con las provincias productoras de biocombustibles y especialmente con el cordobés Juan Schiaretti que resiste a la grieta tanto como a la vía del medio.