En su discurso de apertura del ciclo 2021 de sesiones ordinarias del Concejo municipal, el intendente de Rosario, Pablo Javkin, endureció el tono político para avisar que su modelo empieza a tomar un nuevo vuelo tras el inesperado golpe de la pandemia y empuñó la defensa de su primer año de gestión cruzado por la crisis como una credencial desde donde plantarse firme en el ruidoso escenario político santafesino. El gesto más fuerte fue un duro reclamo público al gobernador Omar Perotti por la inseguridad que sufre la ciudad, que deja atrás el vínculo armonioso que mantuvieron durante los primeros 12 meses de la crisis sanitaria.
Su discurso sirvió para descifrar su pulida táctica: recostarse en una gestión que sea sólida sin depender de otros y alambrar la ciudad contra aquellos que pretendan dejarla indefensa. Parece haber desempolvado el manual que dejaron en la municipalidad los socialistas Hermes Binner y Miguel Lifschitz en su primera gestión, con el que se cubrían de la distancia de la gobernación peronista. Hubo varios tramos de su extenso y minucioso discurso, de casi dos horas, en los que se pudieron descifrar los nuevos aires.
Retumba todavía el reclamo salpicado de crítica hacia el gobernador por la incesante violencia. “Somos pacientes, pero todo tiene un límite. Muchas balas, mucha sangre. Necesitamos que nos cuiden más. Rosario le da mucho a la provincia y al país. Reclamamos que nos devuelvan el derecho a trabajar o caminar sin miedo a que nos roben o maten”, reprochó, como nunca antes, y luego pidió más presencia policial. Fue un mensaje directo al ministro de Seguridad, Marcelo Sain.
También hubo un tiro por elevación a la gestión provincial en materia de salud que dejó lejos aquellos primeros meses de buena sintonía para enfrentar la pandemia. Fue cuando Javkin se ofreció para que la “eficacia” del área y los equipos sanitarios municipales se sumen a la campaña de vacunación. En las últimas semanas, aumentó el malestar en la intendencia porque notan falencias y errores de principiantes en el operativo, sobre todo con los adultos mayores. Un dato: minutos antes del discurso de Javkin, Perotti recorrió el vacunatorio que está frente al Concejo, pero no se sumó ni siquiera a un saludo informal.
Sin embargo, no sugirió nada sobre el año electoral ni dio señales sobre el futuro del Frente Progresista. Mostró una cuota de javkinismo que se coloca a los codazos en el centro del escenario político y de la revuelta coalición progresista. Su negocio parece ser consolidarse en su pago, donde le da garantías, al menos por ahora, su ecléctica alianza de gobierno. En Rosario evita confrontar con la oposición; es más, se dio el tiempo para mencionar a gran parte de los concejales. Una cortesía.
Timón firme
“Hubo que tomar firme el timón (…) ahora hay que sacudirnos el espanto. Les vengo a proponer algo: volver a empezar, tenemos un plan”, dijo Javkin como una suerte de relanzamiento. Reconoció, al pasar, que quedaron muchas obras postergadas que congelaron a algunos sectores de la ciudad durante 2020 en pos de contener la pandemia, pero avisó que serán retomadas.
En este sentido, dejó entrever que no descuidará el nicho electoral que le dio el impulso para ganar la intendencia: las clases media y media alta del centro de la ciudad. Renovación de peatonales, reactivación, mantenimiento de calles y veredas, un shock de larretismo, luego de un año de postergación que se evidencia en muchos rincones de la ciudad. Prometió “cuentas equilibradas” gracias a la austeridad y ortodoxia con que se enderezaron los números y deudas en 2020.
Autonomía. ven a mí
Perotti crió su propio cuervo al poner en agenda la autonomía municipal. Javkin no lo dejó pasar y ya la empieza a integrar para asfaltar sus planes futuros. “Hoy resolvemos cada vez más problemas de los vecinos; por eso, necesitamos reducir su dependencia financiera y mejorar la distribución de los tributos para que vuelva a Rosario un mayor porcentaje de lo que produce”, avisó.