Es innegable que la agenda de géneros y diversidad llegó para quedarse a los gobiernos y a los discursos. Tanto el presidente Alberto Fernández como el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof y el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta dedicaron un momento de la apertura de sesiones legislativas del 1º de marzo para referirse al tema; para hablar de lo hecho y para hacer anuncios. En el caso de los oficialistas se enfatizó en las violencias, a la luz de los últimos y resonantes femicidios que volvieron a poner el foco en esta problemática, mientras que el de Juntos por el Cambio anunció que las políticas de género serán uno de los tres ejes transversales de su gestión de los próximos años, junto con Participación Ciudadana y Transformación Digital y subrayó la distribución desigual de las tareas de cuidado.
El Presidente usó un espacio de su discurso para recordar las promesas cumplidas, como la legalización del aborto, la ley de los 1.000 días y la ratificación del Convenio 190 de la OIT contra la Violencia Laboral, todos anuncios del año legislativo 2020. Y luego hizo un alto para hablar específicamente de violencia de género: “Quiero proponerles que convirtamos a la lucha contra la violencia de género en una política de Estado y una política de la sociedad. Lo hicimos con “Memoria, verdad y justicia”. Ahora vamos a hacerlo también con la intolerancia a estas violencias”, dijo Fernández. Para la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, “esta frase tiene una contundencia muy importante porque una política de Estado trasciende a un gobierno, abarca el compromiso de todos los poderes del Estado, no sólo del Ejecutivo e implica necesariamente el compromiso de los gobiernos provinciales”. Gómez Alcorta reconoce, en diálogo con Letra P, que “en ese sentido, el trabajo y las políticas para erradicar las violencias por motivos de género todavía distan mucho de ser una política de Estado, es una política que busca convertirse en una política de Estado”.
La respuesta más inmediata luego del femicidio de Úrsula Bahillo –al que se sumaron luego el de Ivana Módica y Guadalupe Curual, todas con un historial de denuncias previas a sus agresoras, desoídas por la Justicia- de parte de referentes del Frente de Todos e inclusive de funcionarias fue plantear la necesidad de una reforma judicial feminista.
El Presidente prestó evidente atención a esta demanda, pero además lo utilizó como puente para pasar del tema género al tema justicia: “La práctica judicial ha sido deficitaria en los procesos relacionados con violencia de género. Esta realidad implica la necesidad de modificar aspectos estructurales del sistema de justicia actual que han demostrado ser ineficaces para atender a las mujeres que se acercan a él en pedido de ayuda”, leyó el primer mandatario para después arrancar con la necesidad de la reforma judicial y las críticas al funcionamiento de la Justicia.
Esta idea fue retomada al día siguiente y más enérgicamente por el ministro del Interior Eduardo de Pedro, en el anuncio de la construcción de los Centros Territoriales Integrales de Políticas de Género y Diversidad destinados a mujeres y personas LGBTI+ de todo el país. “Existen muchísimos casos donde por inacción o ineficacia, algunos actores del Poder Judicial tienen responsabilidad directa con los femicidios", sostuvo De Pedro y advirtió que "llegó la hora de que se transformen o se vayan de un poder que requiere perspectiva de género".
Kicillof también se refirió a la violencia de género como tema prioritario en la agenda relacionada con mujeres y diversidad y admitió que “continúa siendo un asunto crítico y pendiente” en la provincia de Buenos Aires y que “lo actuado no es suficiente ni mucho menos”. De hecho, el gobernador mencionó el femicidio de Úrsula en Rojas y prometió “un plan integral para abordaje de casos críticos en materia de violencia de género”, en conjunto con el “Plan de Igualdad Bonaerense para la Inclusión y la Justicia Social”. El primero, que incluye a varios ministerios, será presentado públicamente el 8 de marzo y está orientado, explica la ministra de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia, Estela Díaz a Letra P, a “mejorar las respuestas, articularlas y bajar los niveles de fragmentación”. Díaz sostiene que, en las propuestas del gobernador en relación con la campaña de vacunación, el programa de recuperación del sistema educativo y de infraestructura escolar y la “enorme inversión en torno del trabajo y la producción”, buscan mejorar la calidad de vida de las y los bonaerenses, pero especialmente de las mujeres, que son las que tienen que bancar, con su sobrecarga de trabajo cuando estas cosas no están”. “No estuvo planteado de esta forma en ese discurso pero es una inquietud en el diseño de las políticas y es una inquietud en los debates que tenemos como equipo de gobierno.”
Rodríguez Larreta, en cambio, no puso énfasis en las violencias extremas sino en la desigualdad al interior del hogar (presente en el discurso presidencial cuando mencionó la presentación al Congreso Nacional el Proyecto para la creación de un Sistema Integral de Cuidados y consolidación del Mapa Federal de cuidados): “La distribución desigual de las tareas de la casa impide la plena autonomía de las mujeres, porque una persona que hace más que otra en una familia puede dedicarse menos a sí misma y a su trabajo y esto obstaculiza su crecimiento profesional y personal”, explicó el jefe de Gobierno. Y prometió fortalecer los programas que “colaboran con la integridad física de las mujeres y que fortalecen su autonomía personal”, además de mentorías, la creación de un Centro de Desarrollo Económico de la Mujer -para “identificar las principales barreras que obstaculizan el desarrollo profesional de las mujeres en la Ciudad y va a proponer políticas públicas para eliminarlas, enfocándose principalmente en la brecha en las tareas de cuidado y en políticas de equidad- y cambios en el espacio público, entre otras medidas.
Hasta hace muy poco tiempo era impensado que el Presidente y los gobernadores de los distritos más importantes del país incluyeran siquiera la palabra “género” en los discursos de inauguración del año legislativo. Hoy la presión de los activismos desde afuera y desde adentro de la gestión los obliga a hablar del tema, en algunos casos con más convicción que en otros. El consenso que propone el Presidente, entonces, existe. El punto es que requiere más de la voluntad política de quienes tienen espacios de decisión en todos los poderes del Estado que de la sociedad civil que ya hizo, hace y seguirá haciendo, su parte.