El gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, decidió ponerle fin a la estadía de Marcelo Sain en el cargo de ministro de Seguridad y también al desgaste que le generó sostenerlo, fundamentalmente en los últimos meses de recrudecimiento del delito. El final era inevitable porque la presión opositora que pedía la cabeza del ministro terminó replicándose en el propio Frente de Todos. Es el tercer ministro de peso en el gabinete que se va después del de Gobierno y el de Salud. La Casa Gris apunta a reemplazarlo por el actual secretario de Gestión Institucional y Social de Seguridad, el exdiputado Jorge Lagna, de perfil político, de escasa experiencia en la materia y de llegada al entorno del mandatario provincial.
Sain solo encontraba banca en el gobernador y pocos más en el último tiempo, al menos hasta el último audio filtrado -y operado- en el que se refiere en términos despectivos hacia la policía santafesina. "Creo que ustedes juegan en la primera D y yo juego en la primera A ( …) "Y son… son unos negros pueblerinos. Les chupa un huevo lo que yo digo. Hacen lo que se les antoja (...). A las dos de la tarde están todos en la casa. Gracias a Dios que Dios atiende en la Capital Federal, porque, si no este, país sería Uganda, hermano”.
Desde ese momento tenía los días contados, pero Perotti dejó decantar la situación y no saca beneficio de la situación. Parece una decisión que queda a mitad del río: no es una salida contundente y a término que lo hiciera contrastar con el ministro, ni tampoco le da una salida elegante.
Lengua picante
Algunos improperios en su activa cuenta de Twitter, audios privados que se filtraron y las estadísticas de violencia y criminalidad que crecieron, fundamentalmente en Santa Fe y Rosario, sumaron al desgaste de su figura. También es recordada su confrontación con el jefe de la policía , Víctor Sarnaglia, a quien terminó limando y fue eyectado de su cargo por el propio gobernador. Esos episodios robustecieron al ministro en su momento, pero la salida termina siendo por los daños colaterales que generaba con sus vehementes declaraciones, que se fueron acumulando como escombros en una habitación. Durante el último año, Perotti cerraba con llave ese cuarto y sostenía la sociedad con Sain porque le servía.
Primero, porque confiaba en el plan del ministro, que abordaba cambios estructurales en la policía como condición sine qua non para romper lazos y la violencia. Por otro lado, porque el ministro era el que mejor ofensiva aplicaba en la pulseada con el socialismo y un sector del justicialismo referenciado en el senador Armando Traferri. Sain se puso al hombro la tarea de señalar pactos y el pasado de los dirigentes y de polarizar como táctica.
Lo hacía con una dinamita no acostumbrada a la política santafesina que generaba el rechazo inmediato de la oposición. Eso, justamente, conduce a otro factor que lo sostenía: le arrastraba la marca a Perotti con la mala imagen.
Sin remedio
Sain tampoco tenía un futuro alentador, porque también a él le entraron las balas. Los pedidos de renuncia se multiplicaron, incluso hasta entró un pedido de juicio político en la Cámara de Diputados que lo golpeó por más que no tenía demasiado futuro. Por otro lado, la Legislatura iba a rechazar el veto de Perotti a las llamadas leyes anti-Sain que buscaban transparentar los gastos reservados de la cartera y obstruirle el camino a un eventual retorno al Organismo de Investigaciones.
Particularmente, quedó encerrado con el futuro de su Plan de Modernización Normativa que propone tres leyes: la de seguridad pública provincial para articular las estructuras y actores, una nueva del sistema policial y el proyecto de control policial con los requerimientos disciplinarios. Se descontaba que la Legislatura no le entregaría las leyes a su gusto, sino todo lo contrario.
El paso de Sain como ministro de Seguridad podría verse como esas películas que tienen el guion escrito y escenas grabadas, pero que, antes de su finalización, el director se pelea con la compañía productora y queda inconclusa. No hubo película ni resultados, pero sí material para poder finalizarla.
Ahora se habla del exdiputado Lagna para asumir en el cargo. Es el actual secretario de Gestión Institucional y Social de Seguridad, puesto que consiguió en 2019 más por reparto político que por experiencia en la materia. Venadense, pertenece al riñón del actual secretario de Integración y Fortalecimiento Institucional de la provincia, José Luis Freyre, y tiene vínculo con el senador y mano derecha de Perotti, Roberto Mirabella.