ECONOMÍA 2021

Inflación: un marzo caliente pone en peligro la meta oficial

El índice volvería al 4%, lejos de las expectativas de Guzmán. Los aumentos que vienen y la tela que se acorta. Alerta por la pobreza y por las urnas.

El rebote de la actividad, su dinámica plena –dentro de un marco de algunas restricciones, incluso voluntarias, que persisten por la pandemia–, una inercia fuerte y los aumentos de precios previstos en algunos renglones sensibles hacen prever que la inflación de marzo regresará a un nivel cercano al 4%, calculan consultoras privadas. Eso, que de concretarse, se sumaría al 4% de enero y al 3,6% de febrero, completaría un primer trimestre negativo que limitaría severamente la intención oficial de mantener ese indicador por debajo del 33%, tope establecido en la ley de Presupuesto, considerada por el ministro Martín Guzmán su plan económico.

 

Julia Segoviano, economista de la consultora LCG, recordó en diálogo con Letra P que “en el primer bimestre la inflación acumuló 7,8%. En marzo, considerando los aumentos ya anunciados en prepagas, combustibles, taxis y subte, sumados al componente estacional del mes, se espera que ronde el 4%”.

 

“Eso llevaría a una acumulada del 12% y, si se consideran los aumentos adicionales en el año de combustibles, tarifas y una inercia muy alta, que se ve sobre todo en los registros de la inflación núcleo, que rondó el 4% en los últimos cinco meses, la meta del Gobierno luce incumplible”, agregó.

 

Para llegar al 29% perseguido, “la inflación de los próximos meses tendría que desacelerarse al 1,6% mensual, mientras que nosotros esperamos que todavía haya registros con un piso del 3%”, dijo.

 

Ecolatina señaló por su parte que “producto de la estacionalidad de marzo –subas en indumentaria y educación– y autorizaciones de subas de prepagas, taxis y subtes y la elevada dinámica de la inflación núcleo, no habrá una desaceleración de la inflación este mes”.

 

“La suba de precios del trimestre sería superior al 11%”, calculó, en clave similar a LCG.

 

De acuerdo con su informe sobre el tema, “en este marco, la inflación promedio mensual debería ser de 1,7% entre abril y diciembre para cumplir la meta oficial del 29%”.

 

El margen se le achica a Guzmán, por más que el Presupuesto le otorgue un margen de dispersión de cuatro puntos porcentuales que, de hecho, estira la meta al 33%.

 

Jugado como está el mes en curso, el Gobierno espera vislumbrar un sendero descendente desde abril. Comenzará entonces un partido exigente.

 

Ecolatina pone el foco en un aspecto social y políticamente sensible: el encarecimiento de la comida.

 

“Esperamos que los alimentos continúen evolucionando por encima del nivel general en el muy corto plazo. Las frutas y verduras, sumadas a posibles nuevas presiones sobre el precio minorista de la carne, continuarán dinamizando ese capítulo”, explicó.

 

“Además, la inevitable y paulatina flexibilización del programa de Precios Máximos para evitar alternativas peores –como el desabastecimiento por rentabilidad negativa– continuaría generando que algunos precios de consumo masivo recuperen parte del terreno perdido”, insistió.

 

En febrero, de hecho, el ítem Alimentos y Bebidas medido por el INDEC mostró en febrero un alza del 3,8%, superior a la inflación general del mes. Así, acumuló 8,8% en el bimestre, un punto porcentual por encima del índice general.

 

El dato es sensible porque impacta directamente sobre el nivel de indigencia y muy fuertemente también sobre el de pobreza, ubicado en el 40,9% en el primer semestre de 2020. Más allá del drama humano que involucran semejantes números y del perjuicio que imponen al nivel de consumo de una economía que depende en casi el 70% de esa variable, hay que destacar que en esos sectores de la sociedad radica el grueso del voto del Frente de Todos.

 

Por esa razón, que la inflación no se escape es el mandato número uno de Guzmán en el año electoral, una tarea que, a la vez, le complicará la gestión de la política salarial en el sector público, lo que sumado a las restricciones políticas para corregir tarifas puede abultar un déficit fiscal fijado en un elevado 4,5% del producto bruto interno (PBI) para el año.

 

Con todo, esto es la Argentina y la inflación resulta muy dependiente de la trayectoria del dólar. Si bien el oficial parece suficientemente amarrado por el cepo y por la perspectiva de un aumento del ingreso de divisas por el alto precio internacional de la soja, una eventual escapada de los tipos de cambio paralelos podría alterar las expectativas. He ahí otra de las prioridades del ministro, que tuvo éxito en los últimos meses con una estacionalidad que le jugó a favor– en frenar al blue y al “contado con liquidación”.

 

En relación con eso, Julia Segoviano advirtió que “utilizar el tipo de cambio como ancla y establecer correcciones de tarifas menores a las esperadas inicialmente podría morigerar el dato y que recortemos la proyección, pero a priori esperamos que el índice anual se ubique entre el 45 y el 50%.

 

“De todas formas, si el Gobierno decidiera postergar algunas correcciones de precios, solo estaría difiriendo inflación para años siguientes, lo que no es un tema menor. Sería menos inflación hoy para tener una mayor mañana”, completó.

 

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