En 2021, el gobierno de la provincia de Buenos Aires gastó menos de la mitad de los fondos proyectados para hacer obra pública en los municipios. Según estimaciones oficiales, de los 174 mil millones de pesos pautados apenas se llegará a haber desembolsado unos 85 mil millones, aunque el número preciso no se dio a conocer y se maneja con fuerte hermetismo.
En el de Infraestructura, el problema fue mucho más grave que en otros ministerios, donde tampoco se consiguió ejecutar el 100 por ciento de lo presupuestado. Para quienes conocen de cerca la gestión, fue la falta de celeridad en la ejecución de las obras la que terminó “llevándose puesto” al extitular del área Agustín Simone, quien fue removido por Kicillof y su espacio, ocupado por el intendente Leonardo Nardini a fines de septiembre, tras la derrota en las primarias.
“Hay impericia administrativa, hay trabas burocráticas y hay un sistema hecho para impedir más que para facilitar. Pero Kicillof no supo resolverlo y ahora no quiere mostrar los números de las obras”, dispararon senadores de Juntos por el Cambio la semana pasada en el marco de las reuniones con los ministros bonaerenses.
“Solo nos mostraron datos del primer trimestre, que marcaban un 12 por ciento de ejecución. El ministro Pablo López nos dijo que iba a enviar los datos de los siguientes dos trimestres. Es absurdo, porque la información está al alcance de un clic”, se quejaban dirigentes de los bloques de la oposición.
Para este año que termina, el gobierno de Kicillof había anunciado una inversión en obra pública que significaría un shock importante en materia de infraestructura.
Después de un 2020 marcado por el parate producido por la pandemia, en la gobernación platense proyectaban un 2021 de recuperación rápida en materia de obra, tal como ocurrió como la obra privada, que ya en los primeros meses del año alcanzó niveles prepandémicos.
El presupuesto para esta área fue de 174 mil millones de pesos, de los cuales 40 mil millones estaban destinados a obras hidráulicas y rutas y otros 15 mil millones debían ir para viviendas, cloacas y urbanización de barrios populares.
Pero los planes no salieron como se esperaba. En los primeros nueve meses del año, lo que abarca la gestión de Simone al frente de Infraestructura, solo se ejecutaron dos de cada diez pesos del presupuesto de obras. Se trata de un retraso muy significativo que fue puesto en tela de juicio puertas adentro del Frente de Todos (FdT) después de la derrota en las primarias de septiembre. Muchos intendentes reprocharon entonces a Kicillof que el resultado en las urnas había sido a causa de la falta de obras para mostrar en sus distritos.
Aunque oficialmente no hubo respuesta a los pedidos de información al respecto, fuentes del Ministerio de Infraestructura detallaron a Letra P que, al 30 de septiembre de 2021, la ejecución estaba en promedio al 21 por ciento, aunque había áreas con retrasos mucho más preocupantes.
“El presupuesto para obras de energía estaba al menos del 2 por ciento. Y en agua y cloacas se había ejecutado a septiembre el 4 por ciento. Hidráulica, un poco más… en total, el promedio de ejecución llegaba al 21 por ciento”, afirmaron a este medio fuentes de la cartera.
Desde el desembarco de Nardini, que llegó con la premisa de acelerar todo lo posible las obras, la ejecución subió. En un trimestre, desde septiembre a diciembre, se duplicó y más lo que llevaba ejecutado Simone, anuncian en la nueva gestión de Infraestructura. “Vamos a terminar el año con algo menos del 50 por ciento de los 147 mil millones ejecutados”, indicaron fuentes del ministerio con sede en avenida 7 de La Plata. Letra P consultó a voceros de la gobernación, quienes no confirmaron ni desmintieron esas cifras.
Los porqués de la subejecución parecen claros para todos los actores. La obra pública en la provincia se diseña, proyecta, licita, adjudica y realiza en el marco de un sistema burocrático complicado, lento y pensado para una realidad de hace sesenta años. De hecho, la ley de obra pública bonaerense es de finales de la década del ‘50 y nunca se pudo modificar.
“El sistema parece una máquina de impedir”, dijo Nardini en una de sus primeras declaraciones como ministro. Cerca suyo, reconocen que una de las principales trabas tiene que ver con la maraña burocrática que significa llevar adelante una obra, con la intervención de organismos de control, idas y venidas de expedientes.
Por eso, para 2022 piensan avanzar en modificaciones administrativas con las que se puedan acortar los tiempos. Por caso, aplicar plazos perentorios para los expedientes en su tránsito por las distintas dependencias y organismos.
El año que arranca es el que Kicillof imagina como de despegue definitivo de la obra pública. Para eso, el gobernador destinó una partida de más de 260 mil millones de pesos, un 120 por ciento más que para 2021. El plan contempla un ambicioso proyecto para pavimentar calles del conurbano. Primero, se avanzará con 10 mil cuadras en 2022 hasta llegar a las 100 mil en seis años, reelección mediante.