Omar Perotti arrancó a los tumbos con la oposición. Se quiso llevar puestos a socialistas y radicales y el escenario político de la provincia lo acomodó más temprano que tarde. Ahora, tras dos años de guerrilla, el rafaelino volvió tras sus pasos y apuesta a otro juego; convoca, abre puertas y designa personas que tienen capacidad de diálogo como para salvarle las papas.
En lo político, casi que perdió dos años el mandatario. Se trenzó en una lucha intestina e inconducente con su oposición en la Legislatura y la gestión se deglutió dos ministros de Gobierno en el primer tiempo. Demasiados costos para un dirigente sin reelección a la vista.
Perotti compró el relato de Marcelo Sain, jugó a la “decencia versus mafias” a costo de empiojar todo el diálogo político, no solo el que contrajo con dirigentes envueltos en la ilegalidad. Con minoría en ambas cámaras, el gobernador jugó al héroe con una gomera. Le respondieron con misiles y, claro, le salió mal.
Las incorporaciones de Celia Arena y Carlos Bermúdez son movimientos, pero también autocríticas. Ambas son personas de extrema confianza del gobernador y son cultores de las relaciones en los diversos ámbitos de la política. Vienen a profundizar la tarea que ya emplea el secretario de Gobierno Oscar Urruty y el titular de Gestión Pública Marcos Corach. En su primera etapa, directamente no había interlocutores de peso entre la Casa Gris y la Legislatura.
A Arena, primera ministra de Gobierno en la historia de la provincia, la aguarda un primer desafío mayúsculo: viabilizar la sanción del Presupuesto en la última semana del año. La aprobación que convalidó el Senado no es del agrado del socialismo, Juntos por el Cambio y el intendente de Rosario, Pablo Javkin. Por ende, sin modificaciones, el proyecto no será aprobado.
La mayoría legislativa de Diputados, luego de recibir al ministro de Economía Walter Agosto, decidió hacerlo sufrir al gobernador un tanto más. Estirará la discusión hasta el martes con el objetivo de que Perotti tenga al fin su cálculo el miércoles 29 con la correspondiente venia del Senado. Arena tendrá que mostrar su expertise allí en la negociación.
A diferencia de sus antecesores, Esteban Borgonovo y Roberto Sukerman, se la podría integrar dentro del perottismo, un selecto grupo de elegidos y elegidas. Nadie podrá decir ahora que negociar con la ministra no alcanza a Perotti. Tampoco se podrá decir que no es una interlocutora válida.
Con menos de dos años de gestión por delante y un 2022 no electoral, Perotti concentrará las naves en su modelo, su horizonte de “producción, trabajo y empleo” que tanto lo guía. Necesita acompañar su plan de un orden político que nunca, o pocas veces, tuvo desde que asumió.