Frente a una Plaza de Mayo colmada y con Luis Inácio "Lula" da Silva y José "Pepe" Mujica como testigos sobre el escenario, el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner escenificaron el estado de acuerdos y tensiones en el Frente de Todos sobre las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero dejaron en claro que coinciden en la necesidad de llegar a un acuerdo.
Ya casi como un paso de comedia que se repitió varias veces en los dos años que el FdT lleva en la Casa Rosada, Cristina se dirigió en varias oportunidades al Presidente durante su discurso y le dedicó pedidos y consejos para la negociación, desde una postura dura, a los que Fernández contestó más tarde, también dirigiéndose directamente a la vicepresidenta. Así, durante casi una hora, los discursos contuvieron un diálogo a cielo abierto de la fórmula presidencial que ganó las elecciones en 2019.
“Presidente, pidámosle al Fondo que nos ayude a recuperar plata de los paraísos fiscales. Comprométase a que cada dólar que encuentre en el exterior de los que se la fugaron sin pagar impuestos se lo vamos dar primero al Fondo”, pidió Cristina, que primero se dedicó a explicar cómo el FMI “vivió condicionando la democracia argentina” y puso como ejemplo los gobiernos de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa.
“Al que no se la soltaron (la mano) fue al que vino después de nosotros, a ese le pusieron toda la tarasca”, dijo en referencia a Mauricio Macri. Ubicado sobre el costado izquierdo del escenario, escuchaba el ministro de Economía, Martín Guzmán, que tiene a su cargo las negociaciones con el Fondo y aplaudió todas las intervenciones de Cristina.
Al ministro no le sorprendieron las declaraciones de la vicepresidenta, que siempre fueron tan críticas del accionar del Fondo como públicas. Guzmán conoce la postura dura de Cristina en la negociación, pero cuenta con su apoyo. Nada de lo que dijo la expresidenta, entienden en Economía, podría generar ruido en las conversaciones. Ni siquiera la novedosa idea de la búsqueda de activos en el exterior. “Las políticas de ajuste –marcó la cancha la vicepresidenta– pueden ser impuestas durante un tiempo, pero siempre colapsan”.
Fernández se encargó de responderle. “Tranquila, Cristina, no vamos a negociar nada que signifique poner en compromiso el desarrollo y el crecimiento social en Argentina”, dijo el Presidente y también mandó un mensaje de tranquilidad al FMI. “No somos los que no queremos pagar deudas, somos los que tenemos que hacernos cargo de la deuda que los sinvergüenzas nos dejan”, aclaró.
Por último, afirmó que va a tomarse “el tiempo que haga falta para garantizar que el acuerdo que se firme sirva a los argentinos, que el crecimiento no se detenga, que los salarios crezcan y las ganancias no queden en el bolsillo de unos pocos”. Cristina lo aprobó desde su silla, sentada entre Lula y Mujica. “Muy bien”, se leyó con claridad en los labios de la vicepresidenta, que aplaudió sobre el final.
El diálogo abierto del Presidente y la vice fue la clausura de una jornada de reencuentro público que tuvo, entre otras novedades, la primera visita de CFK al despacho presidencial desde que Fernández llegó a la Casa Rosada. En sus tres visitas anteriores a Balcarce 50, la vicepresidenta se había instalado en el despacho del ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y no había subido al primer piso, donde se ubica la oficina del Presidente.
Este viernes, Cristina estuvo dos veces en el despacho que ocupó entre 2007 y 2015, antes y después del acto que se celebró en el Museo del Bicentenario, junto a Fernández, Lula y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. El jueves por la noche, todos compartieron una cena en la Quinta de Olivos, donde también estuvo el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.
En ese clima de distensión, pasadas las 19.30 subieron Fernández y Cristina al escenario montado frente a la Plaza, junto a Lula y Mujica, en una puesta que trajo recuerdos de los tiempos del Bicentenario. La vicepresidenta lo recordó con añoranza y fue cálida en sus contactos con los expresidentes y con Fernández. Sumergida en la épica de hace una década, se quedó con la mayor ovación en el ingreso y se robó el protagonismo más tarde, con bailes y cantos que desplegó sobre el escenario. La agrupación La Cámpora, que movilizó a la militancia de manera masiva, tiró fuegos artificiales después de su discurso, que duró más de media hora.
Sobre el escenario, fiel a su estilo, volvió a dejar clara su postura e intentó marcarle el paso a Fernández, al filo del cierre de las negociaciones con el Fondo.