La deuda

La negociación con el FMI se estira y el plan plurianual no pasa a nafta

La paritaria sigue a GNC. Hubo avances, pero el Fondo pide "más discusiones" para dar el acuerdo. El Gobierno apunta al apoyo político. Guzmán resetea plazos.

El programa económico plurianual que, según anunció el presidente Alberto Fernández, llegaría al Congreso la primera semana de diciembre, todavía anda a GNC. Sin bien en el equipo económico son moderadamente optimistas con el resultado de las negociaciones técnicas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que se mantuvieron durante estos días en Washington, el staff técnico del organismo aclaró que "se necesitan más discusiones" para llegar a un acuerdo. Según supo Letra P, hubo avances pero quedan diferencias que deberían saldarse más arriba del escalón burocrático, en el plano político.

 

Ni bien terminada la semana de negociaciones, el Gobierno difundió un resumen de los avances y los pendientes. Lo poco que trascendió hasta este viernes de las gestiones fue que, a diferencia de ocasiones anteriores, hubo más voluntad para avanzar en los puntos en los que sigue habiendo diferencias entre los equipos técnicos que conduce la subdirectora para el Hemisferio Occidental Julie Kozack y el funcionariado del Ministerio de Economía y del Banco Central, capitaneados en Washington por el director argentino en el Fondo, Sergio Chodos.

 

“Si bien se necesitan más discusiones, el equipo del FMI y las autoridades argentinas siguen plenamente comprometidos con su trabajo colectivo sobre un marco y políticas para un programa respaldado por el FMI”, informaron al término de las discusiones Kozack y el jefe de la misión argentina, Luis Cubeddu, en un comunicado.

 

Economía destacó que “hubo avances técnicos” y “mayores entendimientos en camino a alcanzar un nuevo acuerdo”, y que “el FMI pide amplio apoyo nacional e internacional para el programa”. Esto último pareció un guiño a Guzmán, que se esfuerza por conseguir apoyos en empresas y gremios y que desea un respaldo en el Congreso. Además, el Ejecutivo entiende que los gobiernos de los países que integran el Fondo deben presionar al staff para que acepte los puntos que quedan en disputa.

 

El Fondo mantiene sus reparos sobre el plan argentino: discute cuánto va a crecer el PBI en 2022, de qué manera se financiará el déficit y cómo se atacará la inflación. El Gobierno está plantado en expectativas mucho más optimistas de las que sostiene el FMI. Con un argumento para defender su posición que suena a chicana, pero no lo es tanto: si el FMI erró en sus proyecciones sobre la economía argentina y, por ejemplo, dijo que el país tardaría varios años en recuperar la caída de 2020, debería ahora ser más receptivo a las estimaciones del ministro Martín Guzmán y su equipo. En esa línea, “los equipos reconocieron el repunte más fuerte de lo esperado en la actividad económica y la inversión este año y la importancia de un marco de políticas para sostener de manera duradera la recuperación económica y las mejoras en las condiciones sociales y laborales”, según el comunicado del Fondo.

 

Como viene contando Letra P, el FMI cree que la economía argentina crecerá menos de lo que espera el Gobierno. El Fondo proyecta una expansión de apenas 2,5% en 2022. Con un crecimiento cercano al 10% este año, eso implicaría crecer solo por arrastre. Guzmán sostiene que el 4% del proyecto de ley de Presupuesto 2022 es “moderado”. El Banco Central de Miguel Pesce, en Washington, busca garantizar que habrá dólares para financiar esas expectativas positivas.

 

El Fondo desconfía de la manera en la que el Gobierno proyecta conseguir las divisas. Una parte sustancial del fondeo llegaría de organismos multilaterales: unos U$S 12.000 millones. Para el FMI, esa cifra no es realista. El Ejecutivo invierte la carga de la prueba: con un acuerdo, el FMI debería ayudar a que ese dinero fluya a Buenos Aires. Tanto por un “reembolso” de los pagos de capital que el país hizo hasta ahora -y que se completarán con el pago del 22 de diciembre, por unos U$S1800 millones- como por un espaldarazo político para que el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y otros aporten el resto, en base a los programas ya comprometidos. Para Economía, el crecimiento de las reservas “se logra vía el crecimiento de la inversión extranjera y de las exportaciones netas, que el FMI reconoce que crecieron de manera muy sólida este año”.

 

Otro punto de disputa es la financiación del déficit fiscal, que el Presupuesto 22 prevé en 3,3 puntos del PBI pero que podría ser menor. El Fondo reclama que la emisión monetaria para solventar al fisco disminuya a mayor ritmo del que pretende Guzmán. El Gobierno, en este aspecto, no da el brazo a torcer. 

 

Vinculado a esto están las expectativas de inflación, que el Presupuesto marca en 33% y que para el Fondo suenan absolutamente irreales. El Gobierno juega acá una carta que el FMI reconoció allá por marzo: que la inflación es multicausal. Esto se reiteró este viernes: “Enfrentar la alta inflación persistente requiere un enfoque múltiple que implica una reducción del financiamiento monetario del déficit fiscal, una política monetaria adecuada con tasas de interés reales positivas y una coordinación de precios y salarios”, indicó el Fondo. Guzmán dice estar alineado con este objetivo, que contempla una reducción gradual del déficit y de la inflación con acuerdos de precios incluidos.

 

La definición del problema como “multicausal” permitiría contemplar también aspectos de “cuello de botella” en la evolución de los precios, según el argumento oficial. Esto es: las empresas tienen que producir más para que haya una mayor oferta para cubrir a la demanda. Con capacidad instalada aun disponible, a esta expectativa le falta la pata privada. Según la última encuesta de IDEA, las empresas esperan cambios en la macroeconomía antes de definir inversiones. “Con una macro ordenada y estabilidad institucional, la inversión va a volver a aumentar”, promete Daniel González, CEO de IDEA.

 

"Me parece una buena señal, que le va a permitir al Gobierno cumplir parte de lo que planteó Guzmán, tener un acuerdo muy avanzado antes de fin de año", señaló  a Letra P por su parte Ricardo Delgado, presidente de Analytica. "El acuerdo con el Fondo, para mí, es muy necesario no por el acuerdo en sí, sino porque le permite al Gobierno tener una hoja de ruta que ordene algo las expectativas. Se demoró mucho", añadió.

 

Hasta este viernes, el oficialismo desconocía cuándo llegaría el programa plurianual a la Cámara de Diputados. Voceros de Economía indicaron a Letra P que, por el momento, solo está en la agenda inmediata la defensa del Presupuesto 2022, que comienza este lunes con la visita de Guzmán al Congreso. Juan González, asesor de Joe Biden para América Latina, insistió esta semana en que Argentina debe mostrar un plan, pero también aseveró que el Fondo no debe ceñirse a sus viejas recetas de ortodoxia hasta que duela. Ese plan, con sus inconsistencias, está sobre la mesa de negociaciones. Con el receso de fin de año que para Washington es sagrado a la vuelta de la esquina y los vencimientos de marzo cada vez más cerca, el programa plurianual todavía no pasa a nafta.

 

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