LA PLAZA DE TODOS

Apto pandemia: La Cámpora hizo el esfuerzo, pero el Gobierno extrañó a la CGT

Sin Los Gordos, la organización que lidera Kirchner aportó volumen en una plaza dominada por todos los pelajes K, pero con lugar para el distanciamiento social.

De repente, detrás de los puestos de choripán que estaban sobre Diagonal Norte, una nube de humo azul comenzó a mezclarse con el que salía de las parrillas. Era la columna de La Cámpora, que llegó a la Plaza de Mayo después de las 17.45 con sus principales dirigentes en la primera línea. Detrás, había un mar de banderas encabezadas por nueve letras gigantes, cada una sostenida por un militante, como si fuera una pancarta. Debajo de un muñeco gigante que emulaba a Néstor Kirchner, en medio del tumulto, el jefe del bloque del FdT en la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner, y el ministro de Relaciones con la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque, saltaban y cantaban consignas, rojos de tanto gritarlas.

 

Habían concentrado en el Obelisco y se tomaron dos horas para desplegarse. Llenaron unas cinco cuadras de la avenida que desemboca en Plaza de Mayo. Se trató de la demostración de fuerza más importante para la movilización que convocó este viernes el Gobierno para conmemorar un nuevo aniversario de la recuperación democrática del 10 de diciembre de 1983. El acto será recordado como la segunda convocatoria masiva que hizo el Frente de Todos desde el comienzo de la pandemia, aunque también quedará en la memoria porque estuvieron presentes todas las vertientes del kirchnerismo, pero no participó ninguno de los gremios que forman parte de la CGT.

 

Si bien hubo algunas delegaciones de Camioneros, uno de los sindicatos que había sido invitado con anticipación, la presencia gremial se remitió a algunas pancartas que fueron colgadas desde la mañana. Predominaron las del sindicato de Luz y Fuerza, pero sus militantes brillaron por su ausencia. El hueco manifiesto que dejó el cegetismo, en claro desacuerdo con la presencia de La Cámpora, intentó ser cubierto por el resto de la militancia presente, que llegó a la plaza desde el mediodía para ganar las posiciones más cercanas al escenario principal, instalado adelante de la Casa Rosada.

 

Sobre el ala derecha de la plaza, se instalaron organizaciones históricas del kirchnerismo, como Oktubres, que rodeó el escenario con una enorme bandera que tenía la estrella federal, junto al Movimiento de Unidad Popular (MUP), que movilizó al grueso de su militancia desde La Plata. Atrás estaban las regionales del Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie, Movimiento Peronista 26 de Julio, la Federación de Cooperativas 1° de Mayo y el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER).

 

Entre las pancartas y los cordones de seguridad de cada organización, había un enjambre de asistentes sueltos que recorrían la plaza entre los claros que había. Mientras deambulaban entre las columnas, sacaban fotos alrededor de la Pirámide de Mayo, en medio de una escena multitudinaria que sólo se respiró el 17 de noviembre, cuando se concretó la primera movilización organizada por el Gobierno desde el comienzo de la pandemia.

 

El ala izquierda quedó para La Cámpora, que pudo mandar adelante algunas pancartas, pero la mayor parte de sus columnas quedaron atrás. De ese modo compartió parte del espacio con otras organizaciones, como la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), que lidera Juan Grabois. El dirigente no participó de la marcha: en su lugar, estuvieron los diputados nacionales del Frente Patria Grande, Itai Hagman y Federico Fagioli

 

Entre ellos estaba el Frente Popular Darío Santillán, que ocupó una parte de la plaza con una pancarta que plasmó la consigna que eligieron para diferenciarse: “Democracia es con Tierra, Techo y Trabajo”. A un costado, frente al Cabildo, estaban los representantes de la Federación de Docentes de Universidades Nacionales (FEDUN), casi el único gremio que hizo acto de presencia más allá de las pancartas que mandaron a instalar.

 

La convocatoria no alcanzó para llenar todos los alrededores de la Plaza. La Avenida de Mayo no fue un corredor de multitudes, sino el camino que eligieron la organización Martín Fierro y la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) para no quedar relegadas detrás de La Cámpora sobre Diagonal Norte. 

 

Tenían razones para hacerlo: detrás de esas columnas, había una decena de organizaciones, como la Corriente Peronista 13 de Abril, más conocida como “La 13”; Nuevo Encuentro, el Partido Piquetero, el radicalismo kirchnerista encolumnado en “Los Irrompibles” que conduce el diputado electo Leandro Santoro; Kolina, que lidera la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, la “Corriente de la Militancia”, que encabeza el exministro Agustín Rossi, “La 20” de Florencio Varela, Peronismo Militante, la Federación de Tierra y Vivienda, MILES, Descamisados y Unidos y Organizados.

 

“Vivir sólo cuesta vida”, era la frase del tema Ropa Sucia, de Los Redondos, que se podía leer en la espalda de algunos militantes de La Cámpora. Quienes tenían esa pechera estaban a cargo de la seguridad de sus compañeras y sus compañeros. De la mano, el cordón humano separaba a los miles de jóvenes que engrosaban las filas lideradas por Kirchner y Larroque. También sirvieron para evitar que los reporteros gráficos pudieran captar a los dos principales dirigentes de la organización en actitud de “pogo militante”. Entre ellos se dejó ver el ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis, que ya había mandado a poner otra pancarta de adhesión al mediodía. Le compitió presencia a la que tenía la adhesión del partido bonaerense de La Matanza, con la firma de Fernando Espinosa y Verónica Magario.

 

Poco antes del comienzo del acto, el “camporismo” se encargó de repartir centenares de botellas de agua mineral para sus militantes. Salían de un flete que tenía el número 2001 estampado a cada lado. Era la marca de la empresa que contrataron, pero el número despertó reminiscencias. A pocos metros de esa escena, estaba la militancia kirchnerista más veterana, esa que ya pinta canas y promedia los 40, pero recordará ese año a fuego dentro de los próximos diez días. Entre el 19 y el 20 de diciembre de 2001, hace casi 20 años, una parte de ese grupo andaba corriendo por las mismas calles, alrededor de una Plaza de Mayo ardiente, escapando de la represión policial, sin tener la menor idea de todo lo que vendría después.

 

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