SEMANA SANTA FE

Máxima responsabilidad y la tiranía de un eslogan

A dos años de asumir con promesa de orden y paz, Perotti tiene que armar de cero el Ministerio de Seguridad. Internas y la bomba del espionaje ilegal.

Por más que quiera, por más esfuerzo que haga, el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, quedará siempre atado al eslogan que lo puso en la Casa Gris: “Paz y orden”. Ante una crisis rabiosa como la que atraviesa Santa Fe en términos de seguridad, el mandatario es el máximo responsable. Por la desmejora evidente en materia de homicidios y robos y, también, por no controlar la interna que sacude las entrañas del Ministerio de Seguridad y explota ahora con una denuncia de espionaje ilegal.

 

Marcelo Sain dejó su cargo de ministro en marzo, hace ocho meses. Cometió una gran cantidad de errores no forzados como para terminar, merecidamente, como terminó, pero mantuvo en la cartera a todo su equipo, incluso a la persona encargada de manejar la caja del Ministerio. Jorge Lagna, su reemplazante, se vio rodeado de personas de estrecha confianza de su antecesor. Pan para hoy, hambre para mañana.

 

Lagna le dio aire a Perotti. Perfil bajo, rosquero viejo y hábil declarante, le bajó el tono a su tarea, pero la interna con su segundo, el secretario de Seguridad, Germán Montenegro, fue in crescendo. Estrecho colaborador de Sain, el viceministro quedó envuelto este viernes es un escándalo de presunto espionaje a dirigentes, periodistas y gremialistas que ensombrece su trabajo y el de su jefe y amigo. Acorralados, Montenegro y una decena de funcionarios que integraban el equipo de Sain renunciaron.

 

Las desavenencias entre Lagna y los laderos de Sain no empezaron en las últimas horas. “Hay un doble comando evidente”, se sincera ante Letra P un legislador oficialista. Ese mensaje, el de la interna y las contradicciones, baja indisolublemente a la policía. Si a la policía no se la conduce desde la política, la policía se conduce sola. Cuando la fuerza lee descoordinación, actúa para sí.

 

Perotti no puede no hacer la lectura. A Lagna le dio el cargo, pero no el control total del Ministerio y, por más buenas intenciones que tenga, el funcionario tuvo que afrontar, desde el vamos, el ingreso sin tropa propia al área más caliente y sensible de la provincia. Demasiado como para improvisar.

 

Montenegro ya es historia en Santa Fe, investigado junto a Sain por presunto espionaje ilegal e irregularidades en una compra de armas. Gravísimo. Lagna, por fin, tendrá un viceministro elegido por él o, al menos, coordinado con el gobernador. Bregará por mayor presencia policial en la calle, uno de los puntos de discordia con sus laderos.

 

A dos años de haber asumido, Perotti deberá armar un ministerio de Seguridad casi desde cero y el tiempo se le agota. Acierta el rafaelino con la convocatoria a la oposición que adelantó Letra P en exclusiva. El gobierno necesita ayuda, no puede solo ante el desmadre.

 

Es una buena oportunidad, también, para que el gobernador revise su organigrama de gestión. Es insostenible que el Servicio Penitenciario dependa de Gobierno, más en este momento, cuando el titular de la cartera, Roberto Sukerman, está en franca retirada. Está probado que desde la cárcel se organizaron balaceras y asesinatos.

 

Es el gobernador y nadie más el que tiene que ponerse al frente. Con la contribución de la oposición también, pero con la mano decisoria firme. Va camino a cumplir mitad de mandato, no tiene reelección y recaerá sobre sus espaldas un camino ríspido. El eslogan de campaña nunca dejará de perseguirlo.

 

Joaquín Blanco junto a la pesidenta de la Cámara de Diputados Clara García.
El diputado provincial de la UCR Martín Rosúa.

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