La flamante exdiputada kirchnerista Gabriela Cerruti es, como anunció el presidente Alberto Fernández este jueves, durante el partido Argentina-Perú por las eliminatorias sudamericanas, la vocera del Gobierno. Aunque la Casa Rosada niega que sea el espíritu del nombramiento, la incorporación habilita especulaciones sobre un eventual endurecimiento de la línea discursiva oficial respecto de los medios, un sector con el que el jefe de Estado ha tenido una relación histórica de cercanía que se ha enrarecido en el fragor de la gestión.
¿Será, la de Cerruti, una vocería de guerra? La experiodista, que renunció esta semana a su banca en la Cámara baja, cobró notoriedad en los años noventa por su cobertura del menemismo para el diario Página 12 y saltó a su primer cargo electivo de la mano del extitular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), Martín Sabbatella, líder del partido Nuevo Encuentro y principal espada K en la pelea con el Grupo Clarín en la segunda presidencia de la actual vice, Cristina Fernández de Kirchner.
Como su socio y su jefa, Cerruti militó fuerte para que el holding de Héctor Magnetto se allanara a la Ley de Servicios Audiovisuales de Comunicación, conocida como la Ley de Medios, y desinvirtiera para desarmar la alevosa posición dominante que ostenta en el mercado local de comunicaciones. Eso no ocurrió y durante el gobierno de Cambiemos el imperio se robusteció todavía más con la megafusión Cablevisión-Telecom, como explicó con lujo de detalles el especialista Martín Becerra en una saga de notas publicada por Letra P.
Cerruti tiene una mirada fuertemente crítica del funcionamiento de los medios y la prensa, con los que deberá lidiar ahora desde el cargo para el que fue designada por el Presidente.
“Debe haber pocos lugares donde funcionen los privilegios como en el periodismo”, dijo en marzo de este año en una conferencia organizada por la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, una suerte de ombudsman de las audiencias creada por la Ley de Medios.
“Nadie da cuenta de nada y la libertad de expresión ampara las mayores felonías”, advirtió Cerruti y agregó que “muchas veces los periodistas tienen patente de corso para difamar y destruir vidas personales”.
En esa presentación, la flamante portavoz presidencial se refirió particularmente a la tapa de ese día, el 11 de marzo, del diario Clarín, cuyo título era “Sarlo dijo que la esposa de Kicillof le ofreció una vacunación VIP”. Cerruti consideró que esa portada presentaba una “noticia falsa” destinada a “deslegitimar la campaña de vacunación” del gobierno bonaerense y que era un ejemplo claro de un fenómeno que trasciende al gran diario argentino.
Máximo respaldo
Cerruti goza de la confianza del jefe de la bancada oficialista de la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner. De hecho, el hijo de CFK había promovido la reelección de la experiodista, pero había chocado con su decisión de terminar este año su etapa como legisladora nacional, cosa que finalmente hizo en forma anticipada con la renuncia que presentó esta semana.
La Casa Rosada se apura a aclarar que el Presidente fue el autor de la idea de su designación y que el titular de la Cámara baja, Sergio Massa, el otro socio grande de la coalición peronista, también respalda el nombramiento, destinado a tratar de poner cauce a la caótica comunicación oficial. De todos modos, en el tablero caliente de la interna del Frente de Todos, se trata de una figura claramente identificada con el kirchnerismo y con una de las principales banderas del sector que lidera Cristina Kirchner, como es la pelea con los llamados “medios hegemónicos”.
Cerruti se suma a las designaciones recientes de los exfuncionarios de los gobiernos de CFK Juan Manzur, Aníbal Fernández, Julián Domínguez, Jaime Perczyk, Daniel Filmus y Roberto Feletti en el marco de un recambio del gabinete presidencial forzado por la vice en las horas de máxima tensión que siguieron a la derrota oficialista en las elecciones primarias del 12 de septiembre.